domingo, 9 de noviembre de 2014

25 ANIVERSARIO DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN


         Hoy se conmemora el 25 aniversario de la caída de un muro que jamás debió de levantarse y dividir a un pueblo por ideales políticos y económicos, donde miembros de familias enteras, quedaron aislados durante dos décadas y media.

El muro de Berlín, también llamado el muro de la vergüenza, fue la frontera física que se puso en marcha el 13 de agosto de 1961 separando la zona de la República federal Alemana (Berlín Oeste) de la capital de la República Democrática Alemana. Berlín Oeste o Berlín Occidental era un enclave perteneciente al espacio económico de la República Federal Alemana (RFA) en medio del territorio de la República Democrática Alemana (RDA) y legalmente no formada por la RFA.

No voy a entrar en su historia, porque sobre ella hay mucha información tanto en Internet, como en libros de historia y un largo etcétera, que la cuentan mucho mejor que yo podría hacerlo, pero en este feliz aniversario comentar que ese muro de la vergüenza se extendía a lo largo de 45 kilómetros que dividía la ciudad de Berlín en dos, convirtiéndose para bochorno de los alemanes en el símbolo de la Guerra Fría y de la separación de todo un pueblo, donde decenas de personas, en esos años, murieron por el intento de cruzar una parte de un país que nunca debió separar a los suyos.

La caída como todos saben, vino motivada por la apertura de fronteras entre Austria y Hungría en mayo 1989, ya que cada vez más alemanes viajaban a Hungría para pedir asilo en las distintas embajadas de la RFA. Este hecho, motivó enormes manifestaciones en Alexandreplatz que llevaron a que, el 9 de noviembre del año citado, el gobierno de la RDA afirmara que el paso hacia el oeste estaba permitido. Estas palabas provocaron que ese mismo día, miles de personas se agolparan en los puntos de control para poder cruzar el otro lado y nadie puedo detenerlos, de forma que se produjo un éxodo masivo.

Al día siguiente, se abrieron las primeras brechas en el muro y comenzó la cuenta atrás para su derribo.

Después de más de 25 años, muchos familiares y amigos pudieron volver a abrazarse.

No porque hoy salte esta noticia feliz para la libertad de todo un pueblo como es el alemán sino siempre, me hago la misma pregunta. ¿Por qué el ser humano sigue siendo tan ambicioso, prepotente y egocéntrico que desea el dominio no solo de una tierra que no les pertenece sino también de la vida, de los sentimientos, de las emociones de los seres humanos?

Viendo esta noticia y echando la vista atrás, parece en realidad que hemos aprendido muy poco. La soberbia, la avaricia y el deseo de poder, entre otros, parece que no han cambiado nada, y no tienen límite para un grupo de indeseables políticos.

Hoy en día la gran mayoría de los políticos siguen gobernando para ellos mismos, olvidándose de que es el pueblo el que les pone en sus escaños.

Hoy en día la gran mayoría de los políticos crean guerras internas entre el pueblo, provocando e incitando al miedo, al desconcierto y la incertidumbre. Miedos envueltos en un pasado que nunca volverá, pero que ellos  pretenden reactivar en nuestras mentes para que el pueblo no se mueva y esté bajo sus pies, bajo su dictadura. Desconcierto ante los engaños, mentiras y falsedades que tenemos que soportar y donde bajo esas palabras y otras, nace la incertidumbre en nuestras mentes. ¿Será verdad? ¿Nos estarán engañando? ¿Hay tanta crisis? Preguntas que los más mayores se hacen bajo los fantasmas del pasado vivido y preguntas que ya se contestan valientemente las nuevas generaciones porque si no, sus vidas no tienen futuro.

Hoy en día la gran mayoría de los políticos no hacen política. No piensan en su pueblo, se han convertido en un Circo constante donde tenemos que mirar para otro lado, intentar en ocasiones no escuchar y muchas veces no nos atrevemos a hablar, porque el coraje nos enciende ante tanta tiranía y despropósito. Políticos que se insultan entre ellos, que se desprecian delante de las cámaras y luego se van de cena juntos. Políticos embaucadores que han llenado sus cuentas de ahorro, no en España, sino fuera de nuestras fronteras en paraísos fiscales y todavía agreden contra otros que les han engañado, cuando ellos han sido los estafadores.

Hoy en día no son balas las que cruzan por encima de nuestras cabezas, es el vil dinero el que ha convertido el planeta en una guerra constante.

Hoy en día no son balas las que matan a los ciudadanos, sino el hambre y la desesperación que han provocado unos políticos cada vez más corruptos y que mientras ellos atesoran fortunas indecentes, los ciudadanos perecen por no tener unos euros para comer.

            La justicia no siempre es justa, pues hasta ella ha llegado el poder político y económico, cuando deberían ejercer el poder de la igualdad, de la justicia y de sentenciar sobre aquellos que han provocado el caos.

Las libertades nunca deben de ser cuestionadas y tal vez, sea hora de ir derrumbando otros muros invisibles que a través de las décadas, han levantado de forma cobarde, vergonzosa y tiránica, tantos políticos para su bienestar propio, y el malestar, caos  y hundimiento del resto del pueblo.

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