jueves, 24 de septiembre de 2015

AYER ENTRÓ LA NUEVA ESTACIÓN: EL OTOÑO


Ayer entró la nueva estación, la que acorta las horas de luz que podemos disfrutar durante el día. La que acerca las nubes cada vez más densas y plomizas. La que lograr hacer llorar al cielo y humedecer nuestras ciudades, pueblos…

Ayer entró la estación donde la paleta  colores vivos del verano,  dan paso a los ocres, a los grises y a esa extraña escala cromática de pinceladas aisladas y sorprendentes en rojos, amarillos o verdes, que visten el carácter inconfundible de los meses que llegarán.

Ayer entró la estación que a muchos, entre ellos a mí, nos provoca la nostalgia de días de calor y alegría, creando una desazón que permanece por unos días, en lo más profundo de nuestro ser. Como un letargo no deseado, como un sueño del que se desea despertar.

Ayer entró la estación que provoca la caída de la hoja y donde el tapiz verde y suave hasta entonces a nuestros pies, se convierte en agreste a nuestro calzado.

Porque aunque todos somos conscientes de que la naturaleza tiene su curso, tiene sus tiempos, tiene sus estaciones, El Otoño encoge el alma y provoca que el cuerpo busque el refugio del calor de los hogares, hasta tiempos mejores.

Ayer entró la nueva estación. Ayer entró El Otoño bien de mañana y aunque ya le di la bienvenida, faltaban estas palabras en mi blog. Bienvenido amigo Otoño, sé benévolo con los mortales que añoramos más horas de luz y calor.

 

 

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