miércoles, 28 de febrero de 2018

FOXTROT: CRÍTICA DE CINE

          El israelí Samuel Maoz, nos presenta su segundo largometraje “Foxtrot” narrado en dos escenarios muy diferentes, para un drama convincente y arriesgado.

          Dos miembros del servicio militar de Israel, comunican al matrimonio formado por Michael (Lior Ashkenazi) y Dafna (Sarah Adler) la muerte de su hijo  Jonathan (Jonathan Shiray) caído en combate. Ante la noticia ambos entran en shock. En Michael va creciendo la rabia y la impotencia, ante las excesivas muestras de luto de sus familiares y las palabras bienintencionadas de los burócratas del ejército, mientras que Dafna, permanece sedada.

          Tras estos instantes de drama angustioso, veremos un puesto de vigilancia en un paraje totalmente desértico. A un lado de la carretera contemplamos  un contenedor cuyo interior acoge varios camastros, a la otra parte una rústica garita y una barrera que cubre la estrecha carretera. Entre los soldados que están destinados en esa zona, se encuentra Jonathan, quien en realidad no ha muerto.
          Con guion propio, Samuel nos narra una historia desde dos puntos de vista muy distintos que provocarán el drama o el surrealismo mordaz, según el escenario presentado; y cómo el generar cambios de forma caprichosa, puede alterar la vida de los unos o los otros, con un resultado muy diferente a lo deseado.

          Un filme que retrata de manera directa la situación insostenible que asola a la sociedad israelí, a través de unas imágenes que si bien en apariencia pueden parecer sencillas, el efecto que provoca en nuestras retinas, es similar al de un disparo directo a la mente,  y es que Samuel sintetiza con suma maestría los diálogos para sumergirnos en imágenes impactantes y confirmar el dicho de que una imagen vale más que mil palabras, algo que Maoz conoce a la perfección, dando paso a otro profesional como Giora Bejach y su impecable y meticulosa fotografía, captando todo aquello que el espectador precisa y desea ver. La banda sonora de Ophir Leilovitch y Amit Poznansky, será otro de los elementos a tener en cuenta, en esta más que interesante obra. 
          He dejado para el final posiblemente lo mejor y eso son, las soberbias interpretaciones. El drama que vive y sufre Michael, Lior Ashkenazi, en ese calvario de las horas previas al entierro de su hijo y la impotencia de no saber qué hacer, pues le está hasta prohibido  ver el cuerpo de su hijo, calan profundamente en el espectador a través del impoluto lengua corporal, sus miradas y sus silencios. Un hijo, encarnado por Jonathan Shiray, viviendo la guerra de forma muy diferente a lo que tal vez soñó cuando se alistó, pero que cumple su cometido con disciplina junto a sus compañeros, donde sus preocupaciones son muy diferentes, a las del campo de batalla y Sarah Adler, interpretando a una Dafna, viviendo entre la realidad y la confusión que le provocan los sedantes inyectados al saber la noticia. Menciono a estos tres por ser los tres pilares de la obra, pero desde el primero al último de este elenco de actores, merecen su propio reconocimiento.

          Una obra tan arriesgada como necesaria, tan necesaria como peculiar, tan peculiar como vistosa y  la cual se podría resumir cuando Jonathan enseña a sus amigos como se baila el Foxtrot, un baile que des los pases  que des, te muevas como te muevas, siempre terminarás en el punto de partida.
           Mi nota es: 8

          ESTRENO en ESPAÑA: 2 de Marzo

          REPARTO: Lior Ashkenazi, Sarah Adler, Yonatan Shiray, Gefen Barkai, Dekel Adin, Shaul Amir, Italy Exlraad, Danny Isserles, Itamar Rotschild, Roi Miller, Arie Tcherner, Yehuda Almagor, Alma, Karin Ugowski
           PRODUCTORA: Coproducción Israel-Alemania-Francia.

          DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: Wanda Visión.
 

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