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jueves, 3 de junio de 2010

FRAGMENTO DE "TRAS LAS PUERTAS DEL CORAZON"


—Tengo que contarte algo.
—Tú dirás.
—Verás —me volví tumbándome boca abajo, contemplando la paz del lago, observando a los caballos quietos en aquella orilla, vislumbrando el verde de la hierba, que se agitaba suavemente, por la brisa producida por el viento cálido—. Algo me está atormentando desde que estuvimos en la casa de Brian, y pienso que lo has notado. Agradezco que no me hayas preguntado que me pasa, pero sabes que algo ocurre.
—Sí, sé que algo te pasa, pero he pensado, que cuando lo creyeras oportuno, me lo contarías.
—Ese momento es ahora, no puedo demorarlo más. Aquella noche, la primera, cuando llegamos a la casa y nos fuimos a bañar a la piscina, Brian y yo...
—Tuvisteis sexo —me interrumpió al percatarse que no brotaban las palabras de mi boca.
—Sí, pero no fue una sola vez. Durante la semana buscamos los lugares y momentos más propicios para estar juntos, para sentirnos.
—¿Te has enamorado de él?
—No, eso sí lo tengo claro. De la única persona que estoy enamorado, es de ti. Tú me aportas todo lo que siempre soñé. Me has entregado tu amistad con total sinceridad. El amor con total libertad y tu forma de mirarme y hablarme, me hacen sentir que estoy con la persona que deseo estar.
—¿Entonces?
—Estoy confundido. No te quiero perder. Nunca ha sido ésta mi forma de proceder. Creo que el amor es cosa de dos y nadie más debe de interponerse, en cambio, esos días...
—Esos días te has dejado llevar por sentimientos. Has conocido a un tío, qué, francamente, me parece encantador, como los otros dos.
Son tres chicos como nosotros: humanos, reales, auténticos y sobre todo, sinceros. Eso les hace a nuestros ojos, únicos, porque es lo que nosotros somos. No debes de atormentarte. Yo también he tenido sexo con otras personas y lo has visto. Pero una vez te dije algo así como que con los demás tan sólo tengo sexo, y contigo hago el amor. Somos jóvenes y tal vez, en más de una ocasión, entren en nuestra vida, otros hombres y mujeres, con los que sintamos la necesidad de acercarnos y participar de sus pieles. Tal vez, muchos no puedan comprenderlo, y tú seas uno de ellos. Yo, por el contrario, creo que la naturaleza nos ofrece la vida, y no debemos negarle las sensaciones que se produzcan a nuestro alrededor. El cosmos está en perfecto equilibrio, pero en constante movimiento. Así somos nosotros, mientras el equilibrio sea nuestro guía, movámonos, vivamos, sintamos.
Me levanté, me acerqué al lago. Acaricié mi caballo. Ray se aproximó y colocó mi espalda sobre el caballo mirándome fijamente a los ojos.
—Sé que me quieres y además me amas. Me respetas y comprendes, y por todo eso, yo también te amo a ti. Nada ni nadie nos podrá separar jamás. Por mucho que cambie la vida, por mucho que gire el destino, por muchos caminos que emprendamos, siempre te amaré allá donde estés, porque sé, que tú también lo harás. Somos almas gemelas en este universo y Dios quiso que un día nos uniéramos. Tan lejos como estábamos, nos acercó, nos unió y si la naturaleza, el cosmos y el propio Dios, han querido que sea así, no existirá hombre o mujer, que pueda separar el amor que nos tenemos, por mucho que cambiemos, por muchos errores que cometamos. Te amo y siempre te amaré.
Me besó, me hizo estremecer y al abrazarlo, lloré. Mis lágrimas caían por su espalda y sentí su abrazo más tierno y más intenso que nunca.
—Llora. Eso hará que liberes el sufrimiento que tu alma alberga. Saca el dolor de esa lucha que emprendiste sintiendo su herida. Limpia tus ojos con ellas, comprobarás después, que la nube que te ha ocultado el sol, desaparece.
—¡Te quiero!¡Te amo!
—Lo sé tonto. Lo sé. Lo supe mucho antes de aquella primera vez, que hiciéramos el amor.
Me separé de su cuerpo, ya más tranquilo. Sonrió y me secó las lágrimas...