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lunes, 27 de marzo de 2017

UNA HISTORIA DE LOCOS: CRÍTICA DE CINE


          Robert Guédiguian, en Una historia de locos, crea una versión libre del libro autobiográfico de José Antonio Gurriarán, con guion propio, en colaboración con Gilles Taurand,

          La película comienza en el año 1921 cuando Soghomon Tehlirian, un joven armenio (Robinson Stévenin) asesina en Berlín a Talat Pashá, a quien se consideraba responsable de haber provocado la masacre en la aldea donde el joven vivía y quien tuvo la suerte de sobrevivir. Tras el juicio, la película salta a la vida de una familia en segunda y tercera generación, allá en los años 80 del siglo XX. Viven pacíficamente en un barrio entre otras familias armenias. El cabeza de familia Hovannes (Simon Abkarian), Anouch, su mujer (Ariane Ascaride) y sus hijos, donde destaca el primogénito Aram (Syrus Shahidi), quien sigue fomentando  el odio y rencor hacia los turcos, alentado por su madre y su abuela, quienes no quieren que olvide el pasado… En un atentado contra el embajador turco en París, Aram será el responsable de que un joven estudiante, Gilles (Grégoire Leprince-Ringuet), quede gravemente herido durante el atentado.

          Guédiguian nos hace partícipes y nos muestra que no sólo los judíos vivieron un genocidio, del cual todos sabemos de él por los libros de historia y las numerosas películas que se han llevado al cine y a la televisión, sino que otros pueblos también lo han sufrido, a lo largo de la historia. Como siempre, los intereses políticos y sociales, no han considerado que sean “adecuados” para que el gran público los conociera y aquí, a través de esta versión libre  sobre la novela de Gurriarán, nos introduce en dos momentos claves del siglo pasado sobre el pueblo armenio. Una primera parte impecable, sobrecogedora y absorbente, en un perfecto blanco y negro, donde Robinson Stévening nos deja sin respiración, contemplando y comprendiendo la fuerza que destila el  personaje de Soghomon Tehlirian, en su intervención durante el juicio por el asesinato en Berlín a Talat Pashá, máximo responsable del genocidio de su pueblo natal, para a continuación pasar al color y contar la historia de la familia antes mencionada, en una narración más convencional y moderada.

          Una obra cargada de odios, rencores, engaños, frustraciones, sufrimiento, desolación, búsqueda de la justicia, de la verdad, del perdón y sobre todo el sentimiento del dolor, dolor en quienes recuerdan, dolor de la resignación y dolor en los que buscando un futuro, descubren que no es ese el camino a seguir, pero una vez dentro del círculo ya es difícil dar marcha atrás.

          Guédiguian nos expone ante las cuestiones de las herencias recibidas, del odio provocado por dictadores, de involucrarse en la lucha contra el opresor para ser libres y con ello sumirnos en un debate moral, cívico, político y social. Una historia vista desde los dos lados, aunque no siempre desde la realidad, para mostrarnos también las contradicciones, el que no todo vale por conseguir unos objetivos que se creen necesarios y justos por derecho, cuando esa búsqueda de la libertad y de la verdad, se vuelve en contra, creando nuevas dictaduras por intereses y poder.

          Robert juega con maestría sus cartas, aunque no profundice hasta las entrañas en el tema, no cante un órdago sobre la mesa, tal vez, por no querer involucrarse más de lo necesario o querer jugar con el propio espectador y que sea él, quien tras todo lo expuesto, debata y juzgue según el criterio propio de cada uno. Sí este último ha sido su verdadero propósito, consigue sin ningún tipo de duda, su objetivo.

          Hoy en día, aquellos hechos ocurridos, siguen siendo negados por el gobierno turco que los atribuye entre otros motivos, a las luchas étnicas y enfermedades provocadas por la guerra.  

          Decir que las interpretaciones son sobresalientes, gracias a la gran dirección de actores que no deja hilo suelto, ni en el personaje más secundario puesto en sus manos. Cuenta con una espléndida fotografía por parte de Pierre Milon y una dramática banda sonora compuesta por Alexandre Desplat que nos acompañan hasta el último segundo, como dos compañeros más, como dos personajes necesarios.

          Mi nota es: 7,5

          ESTRENO EN ESPAÑA: 24 de Marzo

          REPARTO: Ariane Ascaride, Syrus Shahidi, Grégoire Leprince-Ringuet, Simon Abkarian, Razane Jammal, Serge Avedikian, Robinson Stévenin

          PRODUCTORA: Agat Films, Cie

          DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Golem Distribución.