martes, 30 de diciembre de 2014

EL GEMELO: RELATO EXCLUSIVO PARA EL BLOG DE LOS PERSONAJES DE "AL FILO DE LA PASIÓN"


Carmen y León, los protagonistas de mi nueva novela erótica “Al filo de la Pasión” os quieren felicitar el nuevo año con una de sus aventuras. Historia NO incluida en la novela, es exclusiva para el blog. 

 
                          EL GEMELO

Marcaban las diez menos cuarto de la noche en el reloj de León, cuando éste abría la puerta del caserón donde junto a otras parejas, celebraría la Noche Vieja con Carmen. Ésta le dispensó, como siempre, una sonrisa cómplice. Carmen disfrutaba con los pequeños detalles de atención que le dispensaba León.

Al traspasar las puertas un chico con camisa blanca, chaleco, pantalón y pajarita negra, se acercó a ellos con un libro de tapas de piel marrón, entre las manos.

            - Bienvenidos. Me imagino que tienen ustedes reserva.

            - Sí – Asintió con una tremenda sonrisa León – León y Carmen

            El chico miró la lista y afirmó con la cabeza. Les acompañó hasta la zona reservada para el guardarropa y se despidió. León tomó el abrigo de lana, en color vino, de Carmen y se lo entregó a la chica para que lo guardara; seguidamente se quitó el suyo. Carmen le observó por unos segundos: En aquella perfecta anatomía de la que León estaba dotado, el traje negro azabache, con la camisa en azul celeste y la pajarita en el mismo tono del traje, despertaba en ella instintos lascivos, y más cuando la sonreía. Estaba arrebatadoramente sensual. No terminaba de acostumbrarse a las feromonas que revoloteaban alrededor de él. Era puro magnetismo. Pura sexualidad hecha hombre. León se sintió observado y la guiñó el ojo derecho mientras en un gesto fugaz, besaba sus labios. Carmen se estremeció y él sonrió. Le encantaba seducirla. Carmen le ofrecía todo lo que él soñara en su día en una mujer y esa noche, con su vestido vaporoso en blanco roto, escote en uve que hacía resaltar sus hermosos senos y largo hasta los pies, donde se descubrían en una generosa abertura desde la rodilla, en el lado derecho, parte de sus perfectas piernas. Suspiró al mirarla de nuevo a los ojos y acarició aquella melena negra que había decidido llevar suelta, cayendo por sus hombros. La chica les entregó las chapas con los números de las perchas y León se las entregó a Carmen para que las guardara en el pequeño bolso negro que hacía juego con los zapatos de tacón de aguja que lucían sus pies.

            La chica del guardarropa les informó que la cena se serviría en la planta superior. León sonrió y se retiraron. León tomó de la mano a Carmen y caminaron por la alfombra roja, que les llevaba hasta las escaleras que se encontraban frente a ellos. La observó y ella sonrió.

            - Me la pones dura, lo sabes, ¿verdad?

            - No seas ordinario. Estamos en un local muy especial.

            - Me da igual, me la pones muy dura y soy capaz de gritarlo.

            - ¡Por favor, León!

            Lanzó una carcajada y ella no pudo evitar reírse.

            - Estás loco. Muy loco.

            - Pero eso te gusta de mí – Frunció el ceño.

            - Te amo – Suspiró – Eres lo más importante en mi vida.

            - Más te vale. Soy muy celoso – Levantó la mano que sujetaba con la suya y la besó.      

Varias parejas se cruzaron con ellos, subiendo o bajando las escaleras de mármol que quedaban en el centro del inmenso hall. Escalinata que terminaba en un descansillo en la zona alta y en cuya pared frontal un inmenso espejo les reflejaba al subir el último escalón. El pasillo se abría a derecha e izquierda, y tanto a un lado como al otro, las paredes estaban cubiertas con cuadros de temática erótica campestres. Los que bajaban sujetaban en sus manos copas de cava y saludaban al pasar ante ellos.

Algunas mujeres más que andar parecían flotar en sus largos y livianos vestidos. Carmen y León, formaban una de esas parejas espectaculares, donde tanto las mujeres como los hombres se volvían a su paso dispensándose palabras susurrantes los unos a los otros. Todo aquel ritual, bien medido por el ambiente provocado, excitaba por igual a Carmen y León. Se miraban y mientras Carmen se humedecía sensualmente los labios, León dejaba salir el aire de sus pulmones de forma suave por sus fosas nasales, mientras entrecerraba los ojos. Carmen sabía que tenía a su amante, como le gustaba llamarle en aquellas situaciones morbosas, a cien, y que esa noche podría hacer con él lo que deseara, o… No debía aventurarse, pues León bien la había demostrado y desmontado muchos de los planes que ella tenía, por los suyos propios. Ella reconocía que era una mujer  ardiente pero León además de ardiente, le devoraba la pasión.

            León miró al espejo y sonrió a la Carmen que en él se reflejaba, ella movió la cabeza de lado a lado devolviéndole el gesto. Un chico uniformado con chaleco, pantalón, pajarita negra y camisa blanca se acercó a ellos con una bandeja con copas de cava, León tomó una de ellas y se la entregó a Carmen, luego cogió otra para él  y con un ligero movimiento de cabeza, dio las gracias al camarero. Caminaron sin hablar, observando cuanto a su alrededor sucedía.

            Carmen le había comentado unas semanas antes el acontecimiento que se celebraba en una finca a las afueras de Paris, y tras realizar algunas preguntas,  a él le atrajo la idea. Una despedida de año sólo para parejas liberales. Lo que descubrió con aquellas preguntas, es que se podían poner límites y él estaba dispuesto a marcarlos si fuera preciso, aunque junto a Carmen, en una situación excitante, nunca sabía cómo iba a reaccionar.

            El sonido casi mágico de unas campanas alertó a todos los que estaban en la planta de abajo o en las escaleras, que la hora de la cena había llegado. Un chico se acercó a ellos y les invitó a entrar en el gran salón. Accedieron a él por dos grandes puertas. Una estancia con paredes limpias de todo adorno en tono salmón y fuertemente iluminada con lámparas de cristal. La mesa estaba dispuesta en forma de U y los comensales se sentaban al lado exterior. La anchura de la  U era  suficiente para entrar dos camareros y no molestarse entre ellos. El uno serviría a un lado y al frente y el otro lo haría al opuesto y al frente en el plato siguiente.

            Los entrantes estuvieron marcados por el marisco en todas sus variantes:

- Ostras sobre cama de hielo picado y limón

- Cigalas grillo a la plancha cubiertas en cebolla confitada

- Conchas finas templadas a las finas hierbas y bañadas en albariño

- Cóctel de langostinos y otros frutos del mar sobre cama crujiente

Para el principal se podía elegir entre:

- Lubina salvaje a la espalda con salsa cremosa de trufa y setas.

- Cochinillo segoviano asado en su propia salsa

Los postres:

- Profiteroles rellenos de crema pastelera y cubiertos de chocolate bombón caliente

- Degustación de tartas variadas

- Frutas de temporada bañadas en ron negro

La cena comenzó de forma natural. Carmen y León se presentaron a las pajeras que tendrían ambos a su lado y conversaron con ellos entre plato y plato. En el ambiente sonaba música clásica variada y a la altura perfecta para que nadie tuviera que levantar la voz más de lo deseado.

 León tomó una de las conchas finas y miró a Carmen, ésta negó con la cabeza pero él con una gran sonrisa acercó  el molusco hasta la boca de ella. Carmen se resignó y abrió la boca recibiendo el delicioso manjar. León afirmó con la cabeza sintiéndose complacido, tomó una segunda y cuando Carmen ya tenía parcialmente la boca abierta, giró la mano y la comió él. Carmen le miró desconcertada y él volvió a sonreír.

            - Lo siento, me lo he pensado mejor, es que están muy ricas y tú no has tenido el detalle de ofrecerme una de las tuyas.

            - Eres…

            La chica que se sentaba a la derecha  de León se sonrió y en un alarde de decisión cogió una de las suyas y se la ofreció a León. León la aceptó.

            - Muchas gracias – comentó tras degustarla - ¿Ves? – Se dirigió a Carmen – Lana sí sabe cuidar de un hombre.

            - De un chico como tú cuidaría toda la vida – Comentó Lana, que tendría más o menos unos treinta y cinco años, como Carmen.

            - Cuidado, que tu hombre se puede poner celoso.

            - No. No somos celosos.

            -  Eso es bueno. Yo siempre se lo digo a Carmen. Que aunque es poco, es algo celosa y eso no es bueno.

            Carmen le propinó un puntapié que sorprendió a León.

            - No le hagas caso Lana, nunca he sido celosa. A León le encanta provocarme y no mide el lugar donde lo hace.

            - Yo soy un chico bueno.

            - ¡Ya! – Asentó Lana – No lo dudo, no te conozco pero estoy convencido que Carmen no se tiene que aburrir contigo.

            - No – León movió la cabeza de un lado a otro – Soy un chico bueno y además muy divertido y…

            - No le des coba Lana, que enseguida te saca toda la lista de cualidades, incluso las que aún no tiene.

            - Mi novia no me entiende Lana. Acepto el que tú me cuides.

            Lana contuvo la risa en la servilleta que en ese momento se había llevado a la boca para limpiarse – Lo tendré que consultar con Trésor

            - Trésor – Repitió León – Me gusta ese nombre – Y miró a la pareja de Lana.

            - Conmigo no te valen esas estrategias chaval. Soy perro viejo y tú demasiado joven.

            - Tu marido es muy serio – Le comentó a Lana en voz baja.

            - ¿Siempre es así? – Preguntó Lana a Carmen.

            - No – Contestó tras terminar de comer un langostino del cóctel – Es muy responsable y serio, pero es muy juguetón cuando le dan alas.

            León se dio cuenta que los demás comensales estaban imitando la ocurrencia que había tenido con Carmen cuando le ofreció la concha fina y sonrió. Miró a Carmen.

            - Mira, están pasándose la comida de unos a otros, como yo hice contigo. He implantado una moda.

            - Sí, creo que has abierto la veda antes de tiempo – Le susurró Carmen al oído – Han empezado los flirteos y no sólo entre la propia pareja.

            - Pues espero que no me multen por adelantarme al juego. Yo sólo lo he hecho contigo, porque te quiero ver bien alimentada.

            - Sigamos cenando – Puso una de sus manos sobre la de León – Ya habrá tiempo para todo. Te amo.

            - No me lo digas, demuéstramelo.

            Carmen cerró los ojos y dirigió sus labios hacia los de León. Los labios no se limitaron a quedar cerrados y fundirse en un beso sutil, no, tanto los de él como los de ella se abrieron y se dejaron llevar por uno de aquellos besos donde se lo ofrecían todo. Los pezones de Carmen al momento se pudieron tan duros como el pene de León.

            - Gracia – Susurró León cuando comenzaron a separar sus bocas.

            - ¿Por qué?

            - Por ser la mejor. Yo también te amo.

            León comenzó a degustar el Cochinillo que le habían puesto en el plato y Carmen la Lubina. León creyó conveniente no seguir jugando durante el resto de la cena, pues se percató, mientras daba buena cuenta de aquella carne deliciosa y perfectamente preparada, de que muchos de los asistentes les observaban. No, ante todo no quería dejar mal a Carmen. Ésta se dio cuenta del cambio tan radical de su chico y le observó, León giró con suavidad la cabeza hacia ella y esbozó una dulce sonrisa.

            - No dejes de ser León, nunca. Es por lo que te amo, por ese combinado tan perfecto de locura y seriedad. Esa explosión de improvisación que tienes, y de saber estar cuando es preciso.

            - Seguiré siendo yo mismo – La contestó con un bocado de cochinillo en la boca.

            - ¡Guarro! Con la boca llena no se habla.

            - Es que soy un León. Necesito tener la boca siempre llena y si no te puedo besar…

            - Ya llegará ese momento. Terminemos de cenar.

            Así lo hicieron o debería decir que hasta que llegaron los postres, porque León, por muy serio que quiso estar, no se contuvo cuando llegaron los profiteroles que había pedido Carmen. La miró cuando se llevaba uno a la boca y ella intuyó lo que estaba pasando por su cabeza y negó. León levantó la ceja derecha y ella volvió a negar. León resopló y Carmen sonrió para sus adentros. Él se llevó a la boca un trozo de fruta y masticó refunfuñando, de soslayo observó como Carmen no cortaba uno de sus profiteroles y le miró con ojos de deseo. León lanzó el aire por las fosas nasales mientras como si fuese a cámara lenta contemplaba como aquel profiterol llegaba hasta la boca carnosa y deseada de Carmen. Apenas el dulce tocó aquellos labios rojos, León colocó una de sus manos alrededor del cuello de Carmen y la acercó hacia él. Las bocas se unieron y el profiterol fue degustado por ambos, en un beso tan apasionado que silenció a todo el comedor.

            Tras la cena los camareros informaron a  los presentes que las copas se servirían en el salón de baile. Poco a poco fueron levantándose y mientras se dirigían al salón indicado, entre los concurrentes comenzaron las conversaciones. Algo que les resultaba curioso a la mayoría, es que nadie se había presentado como anfitrión o creador de aquel  último evento del año. Todos habían recibido la invitación como  años atrás. Algunos ya se conocían, otros por el contrario era la primera vez que se veían.

            El salón contaba con un escenario donde el grupo contratado estaban tocando los primeros temas lentos, al lateral derecho se disponía una amplia barra de bar con tres camareros tras ella y repartidas por el resto de la estancia sillas y pequeña mesas individuales. Carmen y León se acercaron a la barra y pidieron dos copas de cava.

            - ¿Hay alguna tradición en esta fiesta que tenga que saber?

            - Sí, hay una, casi al final del baile, pero mejor será que te sorprendan como me hicieron a mí la vez que me iniciaron.

            - ¿Iniciación?

            - Es una forma de denominar la entrada a esta fiesta. Una vez que acudes por primera vez, ya serás invitado todos los años. En ti estará el que vuelvas o no. Sólo hay una regla, no puedes coincidir con tu pareja en la resolución  del juego  – Le sonrió y le besó en los labios – Yo no había aceptado la invitación hasta este año.

            - Así que soy un iniciado y suceda lo que suceda, no puedo coincidir contigo al final de toda esa historia. ¿Es eso lo que me quieres decir?

            - Sí. No es tan difícil de entender – Le respondió mientras se llevaba la copa a los labios.

            - Pues lo considero una total estupidez, pero vale, respetaré las reglas. Ahora – Sonrió – Nunca más, pues no pienso separarme de ti jamás.

            - Te quiero. ¿Bailamos?

            Dejaron las copas sobre una de las pequeñas mesas y entraron en la pista donde ya había varias parejas bailando un pasodoble. Cada determinados temas salían de la pista para refrescar sus gargantas y descansar. En uno de esos momentos dejaron el salón y caminaron por el largo pasillo de aquella planta superior. León observaba aquellas escenas campestres y las puertas que se encontraban cerradas. Veinte puertas cerradas además de la del salón comedor y de baile. Frunció el ceño y miró a Carmen.

            - Son parte de las habitaciones, en la zona inferior hay otras tantas.

            - Me despierta curiosidad esta casona. No es un hotel porque carece de recepción, no nos ha recibido nadie, por lo que entiendo que los dueños quieren pasar desapercibidos…

            - No preguntes lo que no es necesario saber – Le interrumpió – ¿Lo estás pasando bien, hasta el momento?

            - Sí.

            - Eso es suficiente.

            Una vez más León percibió la mirada de muchas de las mujeres con las que se encontraban a su paso, y más al entrar de nuevo en el salón de baile. A todas las dispensaba una sonrisa. Una chica le arrebató del lado de Carmen y le internó en la pista donde en ese momento estaban haciendo una rueda de baile. León pasaba de unas manos femeninas a otras como si fuera un muñeco que todas desearan quedarse, pero la voz del cantante no permitía, provocando los cambios constantes de pareja. En uno de esos giros vio a Carmen sonriendo fuera de la pista, acertó a estirar el brazo y tomándola por la mano, la incluyó en aquel laberinto de giros, pasos, saltos y cambios de compañero de baile.  La pieza terminó con León frente a Carmen. Los dos agotados, los dos sudando por la frente, los dos con los ojos llenos de felicidad y en ese momento el ambiente se hizo más íntimo. La luz del salón descendió y en la voz del cantante comenzaron a sonar las primeras palabras del “Thinking Out Loud” y León tras limpiar el sudor de la frente de Carmen con el pañuelo y guardarlo, se relajó, tomó la cintura de Carmen y su mano para  emprender un nuevo baile. Una vez más los dos se dejaron llevar por la música, por la letra del tema, por la voz de intérprete y a la vez olvidándose del mundo existente ante ellos.

Los dos se dejaron llevar como si aquella pista de baile no existiera, y donde sus cuerpos parecían ser elevados  por alas mágicas invisibles. Donde León contempló a Carmen en toda su belleza y esplendor, como una diosa hecha mujer ante sus ojos.

Los dos se dejaron llevar por las caricias que sus manos proporcionaban la una a la otra, mientras sus pies parecían flotar sobre aquel suelo rígido.

Sus miradas de nuevo hablaban de amor, como la canción sugería. Un amor eterno pasaran los años que pasasen, y a ninguno de los dos se le ocurrió pensar en voz alta, pues era el silencio de sus voces quienes más les arrullaba.

Se deslizaron por la pista como aves en el paraíso, mientras Carmen sonreía al desear que León la besara, como la letra de la canción invitaba, bajo la luz de millares de estrellas, mientras tomándola entre sus amorosos brazos él descubriera como latía su corazón por amor. Cada vez estaba más enamorada de aquel maravilloso joven al que veía como el hombre soñado, porque la complacía en todo lo que ella precisaba y sobre todas las cosas, la hacía reír y sentirse viva.

La magia en la pista se rompió al encenderse de nuevo las luces y donde en el centro del escenario apareció un hombre con traje blanco y camisa negra.

- Señoras y señores, estamos a punto de entrar en la media noche y tras el brindis y recibir al nuevo año, como es tradición, llegará el juego del gemelo. Como sé que cada año nuevas personas se incorporan a esta tradicional fiesta de fin de año, les explicaré en que consiste: Los caballeros deberán dejar uno de sus gemelos en la caja que se encuentra aquí delante de ustedes, tras el brindis y las felicitaciones, las mujeres irán retirando uno de los gemelos, buscara al propietario del mismo y ambos se retirarán, pudiendo elegir entre irse a una de las habitaciones, pasear por los jardines o  lo que decidan. Todas las puertas desde este momento, tanto las de esta planta como las de la inferior, tienen ya puesta la llave por fuera. Les deseo una buena entrada en el nuevo año 2015.

León miró a Carmen con sorpresa.

            - Sí, ese es el colofón de la fiesta. Si te parece esperamos al brindis y nos vamos.

            - No. Yo quiero jugar – Comentó León – Introduciré mi gemelo y veremos que nos depara el destino.

            Carmen bajo la cabeza y suspiró – No me apetece jugar, León – Levantó el rostro y le besó en los labios – Ya te tengo a ti, no necesito nada más.

            - Entonces… ¿Para qué me has traído a esta fiesta si conocías el desenlace?

            - No es obligación que las parejas terminen… Ya lo has escuchado, pero…

            - Pero me provoca mucho morbo – La miró fijamente a los ojos – Comencemos el año con nuevas sorpresas. Tengo el presentimiento que vas a disfrutar mucho más que yo.

            - Lo dudo, pero si otras veces has accedido a algunos de mis caprichos, no voy a decirte que no – Lanzó un fuerte suspiro – Lo haremos.

            - ¡Bien! – La sonrió y tomándola suavemente por las mejillas, la besó con descaro - Te amo.

            León la miro de soslayo mientras se quitaba uno de los gemelos y caminaba hacia la caja de madera, donde ya otros hombres habían depositado el objeto en cuestión. Mientras colocaba su mano sobre la caja giró su cabeza hacia atrás, buscando la presencia de Carmen, recordando la ocasión en que le había ordenado  participar en una orgía, ahora, ahora era él quien la estaba poniendo en la cuerda floja, en una situación muy distinta. Vio como su amada recogía las dos copas de cava. Cerró los ojos, suspiró y abrió la mano sobre la caja. Regresó y Carmen le ofreció una de las copas. Un gran telón rojo se descorrió al fondo del escenario apareciendo un gigantesco reloj. Los últimos segundos para dar la media noche fueron vitoreados por todos y tras juntarse las dos manecillas y sonar las doce campanadas, la música estalló en el salón. Se felicitaron los unos a los otros, mientras las copas se vaciaban.

            Una campanada provocó que una mujer se acercara a la caja de madera y retirase uno de los gemelos, lo observó y buscó a su dueño, así fueron desfilando todas. León miraba la escena que se estaba provocando en el salón con inquietud e intriga. Cuando una de aquellas mujeres encontraba al poseedor del otro gemelo, ambos salían de la estancia. Carmen decidió ser la última y percibió como el corazón de León se agitaba a medida que el salón se vaciaba, cuando en él sólo se encontraron ellos dos, Carmen miró a León. León se encogió de hombros. Carmen no se podía creer que el destino la uniera incluso en aquel juego sexual a León. León la dispensó una sonrisa pícara y la invitó a recoger el gemelo, Carmen así lo hizo, caminó hacia la caja y de vez en cuando miraba hacia atrás donde León esperaba con los brazos cruzados al pecho y erguido, mostrando el puño de la manga donde faltaba su gemelo. Carmen introdujo la mano en la caja. La movió por todo el fondo. No había nada, se giró hacia León y éste separó sus brazos y extendiendo una de sus manos, la abrió. Sobre la palma de la misma estaba el gemelo. Carmen sonrió y corrió hacia él, León la recibió entre sus brazos.

            - Eres un…

            - Soy tu hombre.

             - ¿Por qué no introdujiste tu gemelo?

            - A ti no tengo que explicarte todo lo que me gusta el sexo y los momentos que hemos vivido juntos, no solos, sino también con otras personas; pero ante esta situación deseaba saber cómo reaccionarías. Cada pareja iba a estar separada, algo que nosotros nunca hemos estado. No, eso no es compartir, eso es dividir – La sonrió – ¿Sorprendida?

            - Tú siempre me sorprendes, aunque en esta ocasión más que sorpresa me has provocado incertidumbre – le besó en los labios – Nunca dejes de sorprenderme.

            - Jamás. ¿Nos vamos a hacer el amor?

            Carmen asintió con una sonrisa plena, y los dos salieron del salón en dirección al coche que les llevaría casa.

 Si queréis descubrir las aventuras de Carmen y León, como se conocieron, sus aventuras sexuales, sus secretos, sus intrigas, sus morbos y las vivencias personales, recordad que lo encontraréis en  “Al límite de la Pasión” Está editada por Amazon y la podéis adquirir en:
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                                                FELIZ AÑO 2015

lunes, 29 de diciembre de 2014

MI HISTORIA COMO ESCRITOR: CAPITULO V (UN SUEÑO HECHO REALIDAD)


Al poco de terminar mis estudios de Diseño de Moda en Madrid regresé a Torrelavega, mi ciudad natal y tras un tiempo entre diversos trabajos, conocí a Américo Gutiérrez, con el que realicé varios cursos de cine – televisión y vídeo.  Recuerdo que tras el último curso impartido por Américo sobre cine me decidí a escribir un pequeño guión: “La partida” y animé a unos cuantos amigos a que se pusieran delante de la cámara, algo que no dudaron en ningún momento y el jefe, como me gustaba llamar a Américo, me prestó una cámara de SUPERVHS. El cortometraje gustó mucho, ganó un premio a mejor guión en un certamen de cortometrajes y estuvo nominado a mejor vídeo en otro certamen nacional.

Con Américo también colaboraba en su Distribuidora - productora  de Cine, y un buen día junto a otras cinco personas, me propuso unirme a un nuevo proyecto para la ciudad. “Vegavisión del Besaya” Una televisión con firma propia y donde deseaba destacar por su programación exclusiva, y se consiguió, durante los 6 años que duraron las emisiones, hasta que un sinvergüenza arruinó a la cadena llevándose todo el dinero, Vegavisión destacaba entre las televisiones locales de España por ser la que más horas de programación propia emitía a diario. Mi función era Encargado del departamento de Continuidad, aunque también ejercía otras labores como cámara, guionista del programa infantil “Minilanda” y dirigir uno de cosecha propia que se desarrollaba los miércoles en la villa marinera de Suances "Con sabor a sal" 

Fue durante esta gran etapa donde mi imaginación literaria se desarrolló mucho más. Estaba rodeado de cultura, de gentes importantes que vivían y muchos siguen viviendo en mi región natal. Cantabria siempre ha derrochado mucha cultura: Músicos, pintores, Cantantes, Actores, Escritores… Y yo estaba mamando toda esa vida. En cada proyecto que Américo me involucraba, lo seguía sin pensarlo dos veces. Disfrutaba con todo aquel arte.

En muchas ocasiones me tocaba trabajar de noche, controlando las emisiones para que nada fallara, pues entonces se emitía de forma analógica, lo digital llegaría más tarde. Esas noches se hacían muy largas estando solo, por lo que aprovechaba que tenía un ordenador al lado que utilizaba  para preparar parrillas de programación, los guiones del programa infantil, etcétera, y en esos momentos muertos decidí convertir mi primer guión de cortometraje “La partida” en novela corta. Me sentía preparado para dar ese gran paso del relato largo a la novela corta y lo conseguí. Fueron 100 páginas a doble especio y la felicidad que me embargó cuando plasmé la última palabra fue total. SÍ, YA ESTABA, HABÍA DADO EL GRAN PASO.

Muchas horas de aquellas noches las invertí en seguir escribiendo nuevas historias, y de esta forma surgió la primera trilogía de mi vida: Una trilogía sobre el amor, la amistad y la muerte, con tres novelas muy distintas entre ellas: “LA PARTIDA” (El protagonista se enfrentará a la muerte en una partida de ajedrez y donde el amor de la chica por la que aún no se ha decidido a declararse y de su mejor amigo, serán la clave de toda la historia)  MERET” (Relata el viaje de placer de un joven a Egipto durante el cual y tras conocer a una chica de nombre Meret, se verá envuelto en una aventura que nunca soñó vivir) y “TRANSITO” (Un accidente de moto sumergirá al protagonista en un estado de Coma donde viajará a un mundo paralelo al que él vive, semejante en todo y donde tendrá que ayudar a la policía a detener a un asesino de deportistas. Realidad y ficción confundirán en momentos la mente del personaje) A estas tres novelas poco tiempo después se unió un libro de relatos que titulé “Colores (De fantasmas y fantasías)”

Cuatro primeras obras que quedaron registradas en Santander. Cuatro primeras obras cortas que me abrían ese gran camino hacia el mundo de la novela tan deseado y soñado. Cuatro primeras obras que sirvieron para estar preparado, para darme cuenta que si deseaba lograr un escrito sólido, debía contar con paciencia y este camino lo había logrado. Ya estaba preparado y al año siguiente, cuando me propusieron venirme a vivir a Madrid, tras asentarme y vivir junto a una de las mujeres que más quiero en mi vida: Gemma Pindado, emprendería el gran viaje de mi vida, hacia una nueva trilogía que jamás pensé escribir y donde cada día me siento más orgulloso de haberlo hecho. Pero como se suele decir, esa es otra historia..

El próximo capítulo estará marcado por: Tras las puertas del corazón, mi primera novela publicada.

sábado, 27 de diciembre de 2014

TEATRO: DOS HOMBRES SOLOS SIN PUNTO COM... NI NÁ (RESEÑA - CRÍTICA)


Nada mejor para  terminar este mes de diciembre, que disfrutar de una nueva cita con el teatro, el cual ha estado muy presente durante todo este año en mi vida y a través de este blog, os he ido informando de las diversas posibilidades a tener en cuenta.

La obra en concreto ha sido “Dos hombres solos sin punto com… ni ná” producida por Teatro Sí de Jerez y que lleva representándose ininterrumpidamente más de 10 años con un éxito rotundo en sus más de 1.200 representaciones a lo largo y ancho del país (Valencia, Bilbao, Sevilla, Palma de Mallorca, Málaga…), pero como el propio director y protagonista Manolo Medina comentara al terminar la función del martes 23 del presente mes: “Lo que más cuesta es llegar a pisar un escenario en la capital, en Madrid y me siento orgulloso de estar esta noche una vez más en esta ciudad, deseando que hayan disfrutado” Sin duda la última frase …deseando que hayan disfrutado, estaba cargada de emotividad, pues los aplausos nada más finalizar la función, resonaron con gran fuerza y durante largo tiempo, hasta que él mismo pidió silencio para hablar, sin olvidar las constantes interrupciones durante la propia obra.

La función  tiene una duración de dos horas y media, con dos protagonistas en escena: Manolo Medina quien también dirige la obra y Javier Vallespin. El argumento nos habla de dos hombres, Manolo y Javier,  que comparten piso. No son homosexuales. Javier trae el dinero a casa y Manolo es el ama de casa. Pero hay un problema y es que Manolo se ha criado con su madre, seis hermanas y un mayordomo maricón y la gente habla más de la cuenta porque la gente...es "mu mala”.  Con este arranque,  la obra irá girando  en torno a clichés de la heterosexualidad y la homosexualidad hasta convertirse en la obra más desternillante de la escena actual en nuestro país, y anclada en la realidad de la España del siglo XXI, con improvisaciones y ofreciendo al espectador, de forma jocosa, instantes de rabiosa actualidad.

Durante el transcurso de la obra, los protagonistas dialogan, discuten, comentan e incluso se ríen del momento improvisado, ocasionado por las fuertes carcajadas del espectador. Diálogos que darán paso a monólogos para el lucimiento propio de cada uno de los actores, y desde luego que se lucen. Llenan el escenario con su única presencia.

Decir en honor a la verdad, al menos desde mi punto de vista, que Javier está muy bien en su papel, con un monólogo que lo borda, pero Manolo se sale. Sobrepasa los límites de la comedia, hasta el punto que en algunas ocasiones me recordaba a la gran Lina Morgan. Ese desparpajo, esa forma de moverse por el escenario, esa manera de dirigirse al espectador, pues al espectador también lo hacen partícipe de la obra, sin olvidar de las constantes improvisaciones, que sólo otro buen actor, es capaz de no perder el hilo de la historia, y Javier está a su altura en esos momentos.

Manolo hace reír a mandíbula abierta y se ríe sin ningún rubor de sus propias ocurrencias o las de su compañero. Es un actor con el gran don de la espontaneidad, que traspasa hasta el espectador.

Una obra aclamada por crítica y público donde han conseguido el ansiado cartel de “No hay entradas” en la gran mayoría de sus representaciones. Dos horas y media de pura comicidad, de carcajadas sonoras, de sonrisas y risas constantes.

Mis felicitaciones a los dos actores y a la fabulosa dirección y puesta en escena por parte de Manolo Medina. Sólo espero y deseo que sigan cosechando muchos éxitos porque eso significará que siguen haciendo reír al público, algo tan necesario en los tiempos en que nos ha tocado vivir.

Muy recomendable para dejar los problemas fuera, durante más de dos horas.

La obra se está representando en el Teatro la Marquina C/Prim 11

Desde el 23 de diciembre al 6 de enero.

viernes, 26 de diciembre de 2014

CONTESTACIÓN AL TEXTO ESCRITO POR CARMEN RIGALT EN EL MUNDO


Hoy voy a hablaros de un artículo, si se puede llamar así, encontrado en El Mundo, publicado el 23 de Diciembre y escrito por la periodista: Carmen Rigalt en su columna Rigaltísima  y titulado “Las exóticas costumbre del embajador”

Nunca he leído nada de esta señora y desde luego que si sus artículos son tan venenosos como éste, está claro que no volveré a hacerlo. Tal vez ha tenido un mal día, o simplemente desafortunado.
 
Lo más curioso de todo, es que comienza su columna hablando de una boda a la que no ha asistido, pero en cambio, como una gran “periodista, con información de primera mano”, se atreve a criticar. Tras las primeras frases donde no deja en duda su homofobia, entra a trapo contra el embajador, uno de los cónyuges “El embajador francés no es aquel señor de pelo rubio y con cortinilla tipo Oneto que iba tanto a los toros. Ese era el anterior. El de ahora se llama Bonnafont y es un tipo flaco, educado, con pinta de romántico, que nada tiene que ver con los toros. En todo caso, con las gallinas étnicas. Me contó Carmen Duerto, de los Duerto de toda la vida, que las vio en vivo y en directo paseándose por el césped de la embajada como si nada”. Pues ole por el embajador, a estas alturas del siglo XXI, quien anteponga la muerte de un animal  ante la libertad de los mismos, como pueden ser las gallinas étnicas (ejemplo que usted pone), mal vamos, mal vamos Sra. Rigalt. La vida antes que la muerte. SIEMPRE.

Pero las perlas escritas continúan cuando dice: “…no en vano él es hombre de querencias exóticas y tiene el alma impregnada de nostalgia colonial. Esto no es Indochina, sino Serrano esquina María de Molina, y por muchos años” Sorprendido no, lo siguiente Sra. Rigalt.  Posiblemente él, el embajador, sepa mejor que nadie donde vive y si en sus terrenos desea tener gallinas, pollos, conejos, pavos y demás especies de animales, está en su libertad absoluta y total de tenerlos. ¿Quién es usted para atreverse a juzgar lo que otra persona tiene o no en su casa o sus terrenos? Tal vez por su alma “soberana, sofisticada y un mucho provocadora” preferiría entrar en unos jardines engalanados con setos de los cuales broten maravillosas flores dependiendo de la estación. Sin olvidar las fuentes exuberantes con figuras de alabastro y bancos custodiados por árboles que le ofrezcan la sombra mientras le sirven  un café francés. Perdón, disculpe, que usted no es bienvenida a esa finca.  Y por otra parte ¿Discrimina usted acaso zonas de Madrid por el estatus social que en ella habita, para poder vivir de una forma u otra?

Se atreve en su artículo a criticar la forma en que dos personas desean hacer partícipes a sus invitados de su enlace matrimonial. Estas han sido sus gloriosas palabras “Vuelvo a la boda, digo al cumpleboda. El momento sorpresa del día fue cuando “Monsieur l´ambassadeur” anunció que el verdadero motivo de la convocatoria no era para apagar las velas de una tarta sino comunicar a sus amigos que se había casado días atrás con Dany Lalrinsanga, su pareja de muchos años y padre de su hijo Moisés”

Por lo que usted luego cuenta, ya tuvo en su momento un encontronazo con el señor embajador, pues ya se metió con su condición sexual y se intenta defender diciendo  “No pienso renunciar a mi libertad de expresión ni a las palabras bendecidas por la RAE” En primer lugar Sra. Rigalt  hacerle saber que si se escribe una columna seria, en un diario tan serio como es EL Mundo, debería usted usas más la RAE y en segundo lugar me deja estupefacto que enarbole la bandera de la libertad en su especie de artículo y falte el respeto a una condición sexual tan importante y plural como es la homosexualidad, pero es que no queda ahí el insulto, porque se atreve a decir: “No me doblegaré a la dictadura de lo políticamente correcto, y si tengo que describir a un tío, lo haré con las palabras que mejor le cuadren, ya sea negro, homosexual, judío o catalán”. Sra. Rigalt, ¿ha repasado lo escrito antes de publicarlo y reparado en lo dicho? Creo que no. Lea atentamente, por favor: Negro (Racismo) Homosexual (Homofobia), Judío (condición de libertad de culto) y Catalán (Aquí me deja usted intrigado. ¿Vale también madrileño, gallego o andaluz?) Y comienza con la palabra “tío” ¡¿Tío?! Sra. Rigalt, un poco de respeto, por favor. ¿Es usted acaso su sobrina, para utilizar de esa palabra tan “libremente” en un artículo supuestamente serio de un diario tan importante como El Mundo?

Vamos terminando con su columna donde finaliza con una hipocresía del tamaño de las cataratas de Niagara. Felicito al embajador y a su marido por la reciente boda, pero les recuerdo a ambos que el matrimonio es un invento imperfecto, aunque lo adornen. Además, de nada sirve que las mujeres lleven luchando toda la vida contra la división de los roles conyugales si de pronto han venido los gays a rescatar las viejas costumbres con el propósito de jugar a las casitas”

Analicemos a parte este maravilloso e impresionante texto.

Primero.- No sea usted hipócrita a esta alturas del texto, y no la estoy insultando, es una realidad, la columna está llena de odio hacia dicho embajador y la verdad me parece lamentable que un periódico del prestigio de El Mundo haya permitido a uno de sus colaboradores, volcar tanto odio en una reseña. ¿Se atreve a felicitarles después de todo lo dicho? Eso es hipocresía, en cualquier parte del planeta.

Segundo.- Osa afirmar que el matrimonio es un invento imperfecto. ¿Qué pruebas tiene usted para demostrar que es así? No confunda nunca aquellas personas que se casan por amor, a las que lo hacen por intereses o son obligados a contraer nupcias. Afirmar sin demostrar, no es bueno.

Tercero.- El que la mujeres sigan luchando por la igualdad, a mi modo de ver es lamentable, pues nunca debió de existir la división de roles, no ya conyugales, que usted todo lo lleva por lo visto al mismo terreno, sino sociales, culturales, políticas e incluso me atrevo a decir que religiosas. Cualquier mujer le diría cuatro palabras tras leer dicha frase. ¿Roles conyugales? ¿El resto de las diferencias entre hombres y mujeres a usted no le importa? Pues mire, Sra. Rigalt, soy hombre y me encantaría que un día hombres y mujeres estuvieran en el mismo nivel de la balanza social, y como a mí, a muchísimos hombres, algo que parece por lo escrito que a usted lo que le importa son los roles conyugales. 

Y en cuarto y último lugar.- Es usted una atrevida, y me quedo corto en la definición. Los gays no van en rescate de las viejas costumbres con el propósito de jugar a las casitas. Tal vez, y digo tal vez, ya ve que yo no me atrevo a afirmar a la ligera como usted, tuvo alguna carencia en la niñez, algún recuerdo frustrado de la adolescencia o quién sabe si en su madurez ha recibido algún desengaño del cual no se ha recuperado.

Su texto está lleno de odio e ira hacia un embajador que lo único que ha hecho es reunir a las personas que ambos han decidido que estuvieran a su lado,  para comunicarles que se ha casado con la persona a la que ama desde hace años. Y cuando se escribe con tinta envenenada, salen a relucir otras aversiones internas, como demuestra en sus palabras.

Sra. Rigalt, creo que debe dejar a un lado las disputas o no con el citado embajador y retractarse públicamente de este artículo, donde deja entrever que:

Es más normal ir a una corrida de toros que tener gallinas correteando con libertad por una finca.

Que depende en la zona de Madrid que se habite, se debe vivir de una forma u otras. ¿Gallinas en una finca de Serrano? Por favor, que despropósito, eso para los extrarradios. ¿Verdad?

El que es usted homófoba lo deja muy claro, pues ya en su día tuvo un encontronazo con dicho embajador y usted en su defensa enarbola la bandera de la libertad. Disculpe, la libertad es de todos, no sólo suya.

Debe una disculpa muy seria al movimiento LGTB y sobre todo al embajador y su pareja.

Y por último. ¿Jugar a las casitas? Tal vez para usted el matrimonio no tenga ninguna validez, que para usted sea una broma o como bien  ha afirmado “Es un invento imperfecto” Pero recuerde que su forma de pensar no es ley. En el mundo hay miles de millones de personas y usted, lo quiera o no, es una de tantos seres que camina por este planeta. No es usted ni más ni menos que los demás.

Errar es de humanos, retractarse de sabios, y aunque soy sincero, como siempre lo soy, opino que usted de erudita tiene muy poco tras lo leído, pero al menos gánese el subir el primer peldaño.

Formar un hogar y disfrutar de él, no es jugar a las casitas, es vivir en armonía con la persona que eliges hacerlo.

 

A mis queridos lectores les pido disculpas por la extensión de esta reseña y os dejo en enlace del texto escrito por Carmen Rigalt