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martes, 24 de abril de 2018

9 DEDOS: CRÍTICA DE CINE

            9 Dedos, del director y guionista François-Jacques Ossang, nos ofrece un filme muy personal, donde el surrealismo roza lo absurdo.

          Magloire (Paul Hamy) está fumando de noche en una estación ferroviaria abandonada hasta que de pronto comienza a huir, al sentirse perseguido. En dicha huida llegará a una playa y se encontrará con un hombre que está tendido en la arena, el hombre le entrega un paquete y Magloire se va, sin preguntar nada. Al poco tiempo será capturado por una banda de criminales y les entrega el fajo de dinero que el hombre de la playa le había proporcionado.  Magloire será llevado a un barco en dirección a ninguna parte.

          Un filme rodado en blanco y negro como toda su filmografía y donde la fotografía de Simon Roca, será lo único que se salva de todo el filme, porque el resto…

        
      Que Ossang  es un amante del cine negro, lo deja claramente expuesto  en el prólogo. Que sus fuentes de inspiración manan del surrealismo e incluso del impresionismo alemán en el cine mudo, también. Que juega a experimentar con los diferentes formatos de pantalla, totalmente aceptable… Pero al menos que el producto que presente tenga sentido, que se haga con cierta lógica y no en pensar: “vamos a ver que sale”, porque el resultado es una narración sin ningún tipo de continuidad y con planos largos y repetitivos que aburren hasta al más paciente.

          Es la primera vez que veo en un pase de prensa quedarse cuatro personas. Exactamente cuatro fuimos los que aguantamos estoicamente hasta el final de la proyección de este experimento fallido, insufrible, aburrido e incomprensible, donde la rabia y la impotencia lograrán apoderarse de uno a la salida,  pensando en la pérdida de tiempo y lamentando que muchos cineastas no tengan el apoyo en proyectos mucho más interesantes.

          Pero sigamos, que aquí no termina todo. Estoy casi convencido que el guion se lo fue inventando por el camino, de otra manera no se entienden los diálogos absurdos, que sueltan algunos de los personajes. Personajes como estatuas de sal, pues lo mismo les da que les peguen un tiro, que estén enfermos o que se tomen una copa; la única diferencia es que a los que matan, no sepan morirse, se caen como fruta madura sin ninguna expresividad y sin manchas de sangre en sus prendas de vestir. Si están enfermos, lo sabremos porque les está examinando un médico, al menos es lo que ellos dicen, pues ni siquiera se ha molestado en aprender a coger un simple estetoscopio o como tomar la tensión, y cuando están bebiendo, sabemos que están borrachos porque lo dice su compañero, no porque el borracho lo demuestre. En definitiva y con toda sinceridad, ni en la peor película nos encontraríamos con tal esperpento de interpretaciones. Gritan cuando no tienen que hacerlo y se quedan mudos cuando deberían lamentarse.  Estoy casi seguro que la mayoría de los actores, renegarán toda su vida de este filme.

          No voy a comentar más sobre el desastre que he tenido la mala fortuna de ver. Simplemente diré que aguanté hasta el final por respeto al cine, algo que parece que François-Jacques Ossang, no tiene por sus espectadores. Lógicamente no le doy ningún tipo de puntuación.

ESTRENO en ESPAÑA: 20 de Abril

REPARTO: Gaspard Ulliel, Paul Hamy, Damien Bonnard, Pascal Greggory, Diogo Dória, Lisa Hartman, Alexis Manenti, Lionel Tua, Elvire, Susana Alfonso Lopes

PRODUCTORA: Coproducción Francia-Portugal/ 10:15! Productions/ O Som e a Fúria/ OSS – 100 Films et Documents.

DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: Capricci Cine Distribución.