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lunes, 25 de abril de 2016

TODO ES MENTIRA: CRÍTICA TEATRAL.

         El jueves pasado pude disfrutar de una comedia fresca, divertida, alocada y espontánea “Todo es mentira, en el siempre acogedor y elegante Teatro Lara.
Es la versión teatral del film homónimo de Álvaro Fernández – Armero, que gira alrededor de tres parejas que no son sinceras desde el comienzo y que esa falta de complicidad hacia la relación creará situaciones disparatadas, inesperadas y que pondrá entre las cuerdas a algunos o a todos los personajes, dependiendo del momento, dependiendo de la situación y…

Historias de amor que en parte hemos vivido en nuestra carne o en la de nuestros amigos y donde la juventud, esa etapa mágica que se escapa de nuestras manos antes de lo deseado, evoluciona entre las situaciones cotidianas, mentiras que no lo son y las verdades que no se desean escuchar o admitir, porque hacerlo, significaría que se ha dado ese paso inevitable en el desarrollo del ser humano: La madurez.

“Todo es mentira” nos hace comprender entre risas, nos hace reflexionar entre carcajadas, nos hace añorar aquel tiempo pasado en el que el futuro nos parecía lejano y que cuando llegó, no fuimos conscientes de que éramos parte de él, y por tanto, lo que creímos nuestro mundo, se esfumó; aunque siempre ha existido el que se ha negado a ese cambio. Un texto lleno de aciertos por parte de su creador Álvaro Fernández – Armero, que convierte esta obra, en una constante carcajada con la inteligencia de dejar tempos, para el descanso y la atención.

Quino Falero, director entre otras obras de “Tres” (otra gran pieza teatral que recomiendo), dirige de forma magistral y con un gran ritmo "Todo es mentira". El escenario siempre está vivo, con un equilibrio que roza el desconcierto en algunas escenas y donde la brillantez de Nano Usieto en el diseño de los audiovisuales y decorados, algunos de los cuales hasta hace un tiempo, imposibles de pensar dentro de un teatro. La obra se refuerza, por una parte con la composición musical de José Mora y por la otra, con el diseño de luces y escenografía de The Blue Stage Family.
Esta vez he querido dejar al elenco de actores para el final, porque sin ellos no sería posible esta soberbia comedia. Están todos en su lugar, son tan creíbles que si pudieras,  tras finalizar la obra, te irías con ellos de copas. Porque Tamar Novas (Pablo) Manuela Velasco (Lucía) Vanesa Rasero (Lola) Juan Renedo (Ariel) Rebeca Roldán (Alicia) Silvia Maya (Natalia) y Óscar Sinela (Claudio) desbordan energía, simpatía, empatía y magia para recrear a cada uno de sus personajes. Mis felicitaciones a cada uno de ello.

Una vez más se agradecen las nuevas ideas y generaciones dentro del mundo del teatro contemporáneo, disfrutando de las técnicas audiovisuales e incluso de un vocabulario y una puesta en escena por parte de los actores, directores y guionistas, más arriesgadas, más naturales y deseadas por ese público que busca distraerse durante una hora y media, e identificarse con lo que está viendo en ese espacio entre las luces y la oscuridad. Entre los silencios y las palabras.  La tranquilidad y la algarabía.

Mis felicitaciones a  todo el resto del equipo, del que pocas veces uno se acuerda: Ayudante en la dirección: Fernando Miranda. Adaptación de la obra: Luis Galán. En la dramaturgia final: Álvaro Tato. El vestuario de: Mayka  Chamorro. Maquillaje y peluquería: Chema Noci. Cartel diseñado por: Sergio Bethancourt y las fotos del mismo son de: Sergio Parra, por último la prensa y comunicación las lleva: Josi Cortés y todo ello no podría ser posible sin la producción que en esta ocasión está a cargo de: La Escena y La Candela. Y como no, las instalaciones del Teatro Lara y todo su personal.
     Muy recomendable para todos los amantes del teatro en general y de la comedia en particular.

MI NOTA PARA LA OBRA  ES: 8,5
Gracias por provocar tantas risas.