El
cineasta Eugenio Martín, Nocturna de Honor 2019
Figura clave del cine
español de género, el director de películas míticas como El precio de
un hombre (1966) o la cinta de culto de fantaterror español Pánico en el
Transiberiano (1972) recibirá a sus 94 años el reconocimiento a su
trayectoria en la VII edición del Festival Internacional de Cine Fantástico
Nocturna Madrid.
El cineasta Eugenio
Martín, conocido en el mundo anglosajón como Gene Martin, sorprendió en 1966
con la película El precio de un hombre, una novedosa simbiosis entre la
tradición del western americano y las influencias del cine italiano. Su
largometraje fue entonces reconocido de “interés artístico especial” y convirtió
a su protagonista, el actor Tomás Milián, en un icono del género, siendo hoy
una de las películas favoritas de Quentin Tarantino.
Eugenio Martín será
homenajeado el día 26 de octubre en la VII edición de Nocturna Madrid “por su
aportación al fantaterror español y por su capacidad de rodar con la misma
elegancia y responsabilidad películas, de diversos géneros”, explica Sergio Molina,
director del festival.
El veterano cineasta ha
abarcado en su extensa filmografía desde el cortometraje documental, hasta el
cine fantástico y de terror, el spaghetti western, la comedia musical y las
películas con tinte español más significativas de finales de los 60. En 1972
dirige Pánico en el Transiberiano, uno de sus films más destacados a nivel
internacional, que hasta hoy es considerado como una obra de culto. Al año
siguiente, Una vela para el diablo (1973), censurada en su día y recientemente
restaurada por el Festival de Cine Clásico de Granada (Retroback).
También entre sus
trabajos más reconocidos destacan Tengamos la guerra en paz o la serie para
televisión Juanita la Larga. “Tenía un material dramático de primera. Para mí
lo más importante es contar una buena historia, no importa el género”, explica
sobre su trayectoria Eugenio Martín.
Nacido en Ceuta, se
trasladó a Granada con su familia cuando era un adolescente y fundó en esa
ciudad el primer cineclub de su historia, junto con intelectuales de la época
como José Martín Recuerda, Elena Vivaldi o Gregorio Salvador. Más tarde
ingresaría en Madrid en el Instituto de Investigaciones y Experiencias
Cinematográficas con su primer corto rodado en 35 milímetros y con música de
Ernesto Halffter, Viaje romántico a Granada (1954) -basado en los grabados que
los viajeros del XIX hicieron de la Alhambra-, formándose en la misma escuela
que los cineastas Berlanda o Saura.
Eugenio Martín también
trabajó como ayudante en la película Simbad y la princesa (1958), rodada en
parte en el monumento nazarí y la provincia andaluza, y estableció los pilares
de la que serían sus primeras películas, Los corsarios del Caribe -una historia
de piratas sin pretensiones que acabó triunfando en las salas de media Europa-
y Despedida de soltero (ambas de 1961), una cinta con la que el cineasta
fracasó y tuvo que aceptar ser ayudante en producciones extranjeras, a la
sombra de directores internacionales como Michael Anderson (1984) o Nicholas
Ray (Rey de reyes), para continuar en el mundo del cine. Después llegarían
películas de autoría propia como Hipnosis (1962) y Duelo en el Amazonas (1964).
Por delante de su
cámara han pasado Pepe Isbert, Christopher Lee, James Mason, Julio Iglesias,
José Luis López Vázquez, Gracita Morales o Lola Flores -que logró ser la
primera mujer galardonada con el Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo
por Una señora estupenda (1967). Martín afirma que nunca quiso decantarse por
un estilo, y siempre se ha mantenido flexible ante cualquier posibilidad: “Me
he sentido igual de cómodo haciendo un thriller que una comedia, una película de
misterio que una de aventuras. Me considero una especie de juglar porque me
dedico a narrar las historias que otros han inventado”, explica con humildad.
Una virtud que, según sus biógrafos Carlos Aguilar y Anita Haas (Eugenio
Martín: un autor para todos los géneros), destaca en su personalidad y en su
forma de trabajar.
Entre su filmografía
también figuran Las leandras (1969), La vida sigue igual (1969), El hombre de
río malo (1971), No quiero perder la honra (1974), “españoladas que forman
parte de las películas alimenticias que hay que hacer para comer y que no
tienen nada de malo", explica Eugenio Martín. Aunque, lo que siempre ha
querido hacer es cine de autor.
“La evolución de
Eugenio Martín siempre ha sido coherente con la industria cinematográfica y su
línea en el tiempo, y también muy personal porque siempre ha sabido aportar su
estilo”, dice de él Reinaldo Pereira, subdirector de Nocturna Madrid. “Sé que
no todas mis películas son buenas, pero entre más de veinte, cinco o seis sí lo
son. Y he podido hacer las historias que quería”, asegura Martín, quien
sobrevivió artísticamente a la dictadura franquista, a la censura, e incluso a
la autocrítica.
Eugenio Martín recibirá
el reconocimiento a su larga trayectoria del Festival Nocturna Madrid con el
Premio Nocturna de Honor, un homenaje que anteriores ediciones han recibido
cineastas como Narciso Ibáñez Serrador, Jorge Grau o Caroline Munro.