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miércoles, 6 de agosto de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (RECAIDA Y AUTOENGAÑO)

Sí, ambos van juntos y nada mejor que el ejemplo de la frase que os dejé la semana pasada “No era el momento, ahora tienes que estar más concentrado en tu nuevo trabajo, fuma y ya llegará el instante de dejarlo de verdad”

Todo momento es bueno, os lo aseguro. En esa primera vez me faltó el coraje y la determinación. Sí es verdad que disfrutaba con algunos cigarros que fumaba, y digo algunos, porque de otros ni me enteraba que los había fumado. Seguro que vosotros estáis afirmando estas palabras. ¿Cuántos cigarros encendemos y al dejarlos sobre el cenicero vemos que otro se está consumiendo? ¿Por qué si muchos de esos cigarros no los disfrutamos, ni siquiera les prestamos atención o hemos olvidado, salen de la cajetilla hacia nuestra boca? Por la adicción que cada vez es mayor en nosotros.

Lo que he vivido también y por lo que he escuchado de muchos fumadores, es que cuando han recaído volviendo a fumar de nuevo, ha sido peor, pues el tabaco se toma su venganza. Se precisa más dosis diaria, necesitas fumar más y lo peor de todo, es que lo haces, volviendo de nuevo el autoengaño: “poco a poco, vamos a ir bajando la dosis de aquí a un tiempo” Y no nos engañemos, como no le pongamos narices, ese tiempo no llega nunca.

En esa nueva recaída la nicotina se siente como cuando un partido político adquiere la mayoría absoluta en el congreso: INTOCABLE. Te ha vencido. Ha ganado la partida a tu deseo de dejar de fumar, y con esa fuerza que adquiere sobre tu mente, te posee más de lo que hizo en otros momentos. Se adueña de ti y el cigarro parece un apéndice nuevo de tu mano, y la nicotina se pega a ti como el perfume a disfrutar a partir de ese instante. No, no exagero, no fantaseo, eso y mucho más se vive con la recaída, pues tú mismo te convences que fumar te está ayudando a vencer el estrés y las depresiones, entre otros.

Recaída y autoengaño van unidos, como os decía al principio, porque aun sabiendo que el tabaco es malo, te auto convences de todo lo contrario. Sobre todo los primeros días cada cigarro lo degusta con más ansia, pero como todo, esa sensación deja de existir y vuelve la monotonía y con esa monotonía el no darte cuenta del veneno que está invadiendo tu organismo. Volverás a sentirte cansado, pero se lo atribuirás a otros motivos que nada tienen que ver con el tabaco. Volverás a toser por las mañanas, pero creerás que estás refriado. Cuidarás aún más tu limpieza bucal, pues no deseas que nadie haga referencia al olor que provoca el tabaco en el aliento o ese pequeño rastro que pueda dejar en los dientes, por muy aseado que seas. En definitiva te harás esclavo del tabaco, cuando él está matándote poco a poco, sin ningún tipo de escrúpulo.