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viernes, 2 de marzo de 2018

LA ÚLTIMA BANDERA: CRÍTICA DE CINE

           Richard Linklater dirige y adapta la novela de Darryl Ponicsan, "Last Flag Flying" y secuela de “El último deber” (1973)

          Es el año 2003 y el ex médico de la Marina, Larry Shepherd, conocido como “Doc” (Steve Carell) reúne a sus dos mejores amigos y compañeros en la Guerra de Vietnam. Sal (Bryan Cranston) propietario de un bar y el reverendo Mueller (Laurence Fishburne) para que le acompañen en el entierro de su hijo, quien ha fallecido en la Guerra de Irak.

          Doc no desea que el cuerpo de su hijo sea llevado al cementerio de Arlington, donde se encuentran enterrados todos los héroes caídos en batalla, sino que quiere darle sepultura al lado de la tumba de su esposa. Junto a sus dos amigos, emprenderán un viaje para trasladar el féretro, un viaje que supondrá mucho más que el encuentro después de 30 años, cuando sirvieron en la guerra de Vietnam. 

          Linklater dirige la secuela de “El último deber” que Hal Ashby dirigiera en 1973, con aplomo entre la comicidad y el drama. En un tono afable para una obra que destila resignación y pesar por un país que en ocasiones no es claro con su pueblo, cuando su pueblo lo da todo por su bandera.

        
 

Una adaptación de la novela de Darryl Ponicsan, para una historia aparentemente sencilla, donde los mantras citados por el coronel al saludar a los familiares ante el féretro del muerto en combate, resultan tediosos, sobreactuados y  fríos. Con diálogos enriquecedores a tres bandas, las de los tres compañeros que entre bromas tocarán temas serios y reflexivos; todo, tomando como escenario una parte de un país tan conformista en las apariencias, como rebelde en su interior. Un viaje más allá de lo aparente, de un encuentro con tintes nostálgicos, pues aun habiendo pasado tres décadas sin verse, los lazos que les unieron durante sus vidas en el ejército, no han desaparecido. Es la unidad de los hombres y el apoyo entre ellos, lo que les puede salvar la vida, cuando su país en realidad les envía a la muerte, sin razones evidentes, aunque sí por intereses que más tarde descubrirán, si logran liberar sus mentes. Siempre fieles a esa bandera que ondea en cada rincón del país, esa bandera que consideran les protege del enemigo y a la que siempre respetarán, obedeciendo e incluso sintiéndose orgullosos de morir por ella, bajo el cumplimiento del deber. ¿Qué deber? ¿Quién debe en realidad a quién?
          Steve Carell, Bryan Cranston y Laurence Fishburne, están simplemente magníficos y creíbles junto a sus personajes que exudan melancolía, tristeza y olvido, para ser el espectador el que se posicione y escuche sus comentarios, examinando cada mirada de complicidad, comprendiendo los comportamientos de ex soldados de un ejército en el que sirvieron y recuerdan, entre el horror vivido, como una experiencia de vida, que les marcaría para siempre.

        La fotografía de Shane F. Kelly se presenta como un personaje silencioso pero crítico, que presume y muestra entre excelentes planos, entre magníficas escenas, las imágenes que hablan más que las propias palabras. Los encuadres, el color, los detalles sencillos que no pasan inadvertidos en la gran pantalla. Fotografía que una vez más se alía a la banda sonora, a través de la partitura y batuta de Graham Reynolds para juntos acompañar a sus tres personajes y a los espectadores, hasta el final.

          Recomendable para un público adulto.

          Mi nota es: 8

          ESTRENO en ESPAÑA: 2 de Marzo.

      
    REPARTO: Steve Carell, Bryan Cranston, Laurence Fishburne, J. Quinton Johnson, Richard Robichaux, Dontez James, Jerry Lee Tucker, Kate Easton.

          PRODUCTORA: Amazon Studios/ Big Indie Pictures/ Detour Filmproduction.

          DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: Vértigo Films.