Si hablo de una película donde el prólogo o arranque de la misma se convierte en un
pequeño cortometraje llevado al exceso de la aventura y la acción de forma espectacular y brillante, y luego los
títulos de crédito están acompañados por una magnífica canción con imágenes insinuantes
de chicas desnudas y pistolas sofisticadas, seguro que muchos saben que estoy
hablando de James Bond 007, licencia para matar.
Spectre es la última entrega de la saga de James Bond interpretada por
Daniel Craig y dirigida por Sam Mendes.
Cuando digo la última, es porque creo que Bond, James Bond, nos deja después de
décadas disfrutando de sus excentricidades, de inventos futuristas, de caídas
imposibles, de finales que terminaban en escenas inocentes de cama con besos castos, de chicas bond que se paseaban de forma morbosa e
insinuantes, por la gran pantalla y ante los ojos del agente. Hemos babeado con coches que a todos nos
gustaría conducir y cuando los destruía, le maldecíamos por no inmutarse. Envidiábamos
que fuera capaz de llevar un coche, un avión, un helicóptero, una lancha motora…
Con James Bond hemos viajado por todo el mundo, creo que ninguna de las
ciudades importantes del planeta, se ha quedado sin ser filmada desde aquel “Dr.
No” interpretado por el gran Sean Connery en 1962, hasta llegar a este “Spectre”
Y todo eso y más, sin despeinarse, sin que sus trajes inmaculados se mancharan,
presentando su carisma personal de seriedad y frialdad británica.
Spectre es una película que se deja ver, aunque a mi juicio su duración
es excesiva, pues hay momentos en que la película flaquea y tiendes a dar la cabezada,
por el contrario, hay otros instantes en que lo estás disfrutando. Todo se
perdona, si en efecto es el último Bond.
¿Por qué digo que es posiblemente el último James Bond? Primero porque su
actor principal ha dicho que no quiere volver a interpretar a dicho personaje y
para ello los guionistas han sido muy hábiles, aunque no lo suficientemente inteligentes. Spectre nos lleva
al pasado. Spectre recuerda a los muertos y no sólo en ese magnífico comienzo, sino en la iconografía de fotografías en las paredes que tiene que contemplar Bond en un momento determinado. Spectre nos habla de los 00 (No
olvidemos que James Bond es 007, por delante de él hay 6 y por detrás, al menos
en la cinta se comenta de un 009) Nos
habla del futuro y Bond quiere descansar, quiere dejar de ser “Licencia para
matar”. Se ha humanizado hasta el punto, de declararse como asesino, cuando se
presenta ante una mujer. Bond quiere ser uno más, amar sin condiciones y sin
estar al filo del límite. Pero James
Bond es generoso con el público y antes
de decir adiós, nos tiene preparado un gran apoteosis final con esta película, una historia donde
sentado en la butaca, muchas imágenes me han recordado a otros Bond, como la
bajada por las escaleras en París con el coche (“Panorama para Matar” 1985) o
las múltiples escenas en el aire: Helicópteros, avionetas o propulsarse al
exterior, esta vez desde el coche y caer en paracaídas.
Escenas imposibles, momentos imborrables y situaciones ilógicas donde nos
hace pensar si Bond además de ser un agente encubierto, también es un gran
prestidigitador ¿Se le puede perdonar porque es James Bond?
Yo diría que en la época que estamos no, un rotundo no. Todo eso y mucho más lo
hemos visto desde la década de los 60, pero entonces éramos más ingenuos y el exceso de imágenes apoteósicas,
nos hacían olvidar los fallos. Hoy el público exige y no voy a hablar aquí de
los grandes gazapos que hay en la cinta.
Siempre he sido un gran admirador de este agente con licencia para matar,
pero sinceramente, después de San Connery y Roger Moore, James Bond perdió
mucho, perdió su magia, perdió su carisma y perdió la credibilidad, aunque
hay que reconocer que Daniel Craig, ha estado muy a la altura.
La dirección es muy correcta, aunque como he comentado le sobra metraje.
La banda sonora de Thomas Newman resulta perfecta, incluyendo
la canción del principio. La fotografía de Hoyte Van Hoytema, impecable y en cuanto a los aspectos
técnicos, podrían haberse esmerado un poco, hay fallos gordos y seguro que ellos lo
saben.
Nada podemos decir en cuanto al personaje, nació para ser James Bond,
pero como todos los seres humanos y él lo era dentro de la ficción, ha
envejecido y lo peor de todo es que algunos se han negado a que de verdad
descanse, como él lo ha solicitado en esta película. Ese momento que no desvelaré
final, me alienta que esta vez, será el adiós de James Bond ante las pantallas.
Todos recordaremos su gran y mítica frase: Mi nombre es Bond, James Bond.
Recomendable a nostálgicos de la serie, pero mi puntuación es un 6, por
los recuerdos que me llevo, desde mi adolescencia.