Desde los primeros
fotogramas de “Techo y Comida” nos damos cuenta por una parte, que estamos ante
una nueva película de drama social y por otra, nos enfrentamos a un thriller
sencillo técnicamente hablando y con una puesta en escena sin más pretensiones,
que la historia que nos desea contar.
Juan Miguel
del Castillo, asume en su ópera prima las funciones de director, guionista y
montaje. Tal vez un exceso para ser su primera obra, aunque entendible si nos
damos cuenta de la falta de recursos económicos, con los que ha contado para
sacarla adelante.
En “Techo y Comida” Juan Miguel
nos narra la historia de una joven madre soltera, Rocío (Natalia de Molina) que
se enfrenta a la vida sin recursos e intentando sacar adelante a su hijo de
ocho años, Adrián (Jaime López) Desde esos primeros planos, palpamos el
sufrimiento en el que vive esa mujer, en el silencio amargo de no querer
mostrar su realidad a los vecinos y el no tener con quien compartir sus
pesares. Ese silencio se filtra en toda la obra, pues incluso Juan Miguel
prescinde de toda banda sonora sinfónica, para recrear con mayor austeridad y
realidad, los acontecimientos en los que se verá envuelta Rocío. Será entonces
cuando entren en juego otros sonidos, como son los del vecindario, las pisadas,
el chirriar de las puertas, las respiraciones, los crujidos de las sábanas, los
llantos…
Sin ningún
tipo de duda, lo mejor de toda la película es la soberbia interpretación de
Natalia de Molina. Borda el personaje de esa mujer coraje que nos la creemos desde
principio a fin, junto a su hijo en la ficción, el jovencísimo Jaime López, que
enamora a la cámara y a los espectadores con sus gestos inocentes, sus palabras
infantiles y sus miradas profundas, que
buscan respuestas a lo que no le cuentan.
Un exceso, a
mi juicio, es el uso de la cámara al hombro, donde por momentos ese ligero
movimiento, distrae de la tensión que debe ser proyectada al espectador. Se
agradece que además Juan Miguel haga un montaje que no sobrepasa la hora y
media de metraje y con ello crear una dirección contenida y ajustada a la
realidad de lo que observamos, y de los sentimientos que no desea que se
desborden, pero sí que entren como flechas en nuestros corazones.
Lo peor es que cuando salimos del cine, creemos que no
hemos estado en él, sino viviendo una
situación más del día a día en esta España que parece condenada a seguir
sufriendo el calvario de la crisis, mientras otros se enriquecen.
Mi puntuación es: 6,5
Reparto:
Natalia de Molina, Jaime López, Mariana Cordero y Mercedes Hoyos.
Fotografía:
Rodrigo Rezende y Manuel Montero.
Montaje
– Guión y Director: Juan Miguel del Castillo.
MERECIDÍSIMO EL GOYA A LA MEJOR ACTRIZ 2016. FELICIDADES