Mandy
está basada en una historia escrita por Panos
Cosmatos, quien comparte guion con Aaron
Stewart-Ahn, en un filme desorbitadamente surrealista y difícil de clasificar.
Entre
los títulos de créditos iniciales, veremos a un grupo de hombres cortando árboles,
entre ellos se encuentra Red (Nicolas Cage) quien vive apartado de la
civilización en una cabaña junto a su amada Mandy (Andrea Riseborough), de aspecto pálido y facciones huesudas.
Mandy
es una amante de la lectura y un día mientras pasea leyendo, se cruza con una
furgoneta donde van los miembros de una secta, liderada por Jeremiah Sand (Linus Roache), este se fija en la
muchacha saltando todas las alarmas del deseo por ella. Solicitará la ayuda de
los moteros de la noche, cuyos cerebros están gravemente alterados por el uso
de las drogas, habiendo perdido la razón y haciéndoles inmunes al dolor, hasta
el grado que el dolor para ellos, se convierte en placer. Estos moteros del infierno, raptarán a Mandy y Red.
Panos, con su segundo largometraje tras
“Beyond the Black Rainbow” 2010, donde ya se perfilaba como un director
incómodo y muy personal, nos somete a un extraño y duro viaje sensorial
obligándonos a agudizar los sentidos del oído y la vista, hasta el límite que
cada uno pueda ofrecer, en el más puro sadomasoquismo narrativo. Cosmatos se
toma la licencia de cubrir la primera hora, presentándonos las obsesiones de
Jeremiah Sand, por Mandy y cuando ve que ni drogándola consigue los favores de
la chica, ante los ojos de Red, la prende fuego; es entonces cuando entrando en
la última hora, caeremos junto al protagonista, al abismo del infierno, donde
el dolor se vuelve gozo, donde la sangre corre como ríos, donde las
mutilaciones, vísceras, hachazos, cuchilladas, cabezas rodando y todo aquello
imaginado e incluso inverosímil, se acompañará de instrumentos variados, entre
hachas creadas para la ocasión, cadenas, ballestas y motosierras; todo ello entre colores
estridentes y una banda sonora que va turbando con cada nota, nuestros oídos,
de la mano del maestro, Jóhann Jóhannsson.
Lo
primero que me vino a la cabeza, tras los primeros minutos de metraje, fue que
estábamos ante un cómic filmado. Diálogos cortos y sencillos con largos espacios
de silencio, mientras las imágenes nos van sumergiendo en un laberinto
incómodo, hasta caer en los más bajos instintos éticos y morales. Una gran riqueza
de planos, maravillosamente filmados por Benjamin
Loeb, dotando a la fotografía de encuadres saturando los colores,
distorsionando las imágenes, desdoblando los cuerpos y rostros e iluminando
cada escena de forma milimétrica, en un alarde de psicodelia pura y dura. La
percepción de Cosmatos sobre lo visual, es mágicamente perturbadora y
magistralmente cautivadora. Nos crea la sensación de haber sido drogados, justo
en el momento en que la sala se queda a oscuras.
Para
finalizar, resumir el filme como un viaje delirante, propio de una alucinación
bajo los efectos de las drogas más duras que tal vez no se hayan inventado,
donde lo visual roza la perfección, plano a plano o viñeta a viñeta, pues por
instantes, como he comentado, parece que estamos ante un cómic filmado. Un
filme, no apto para todos los públicos, ni para todos los paladares.
ESTRENO en ESPAÑA: 9 de Noviembre.
REPARTO: Nicolas
Cage, Andrea Riseborough, Linus Roache, Bill Duke, Richard Brake, Hayley
Saywell, Line Pillet, Ned Dennehy y Clément Baronnet.
DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: Surtsey Films.