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miércoles, 17 de octubre de 2018

BURNING: CRÍTICA DE CINE


Lee Chang-Dong, director de la fabulosa “Poesía” 2010, nos ofrece Burning, con guion compartido con Jungmi Oh y basándose en la historia de Haruki Marakami.

Jongsu (Ah - In Yoo) es un repartidor de mercancías. Una mañana al entrar en un gran centro comercial, una chica le saluda, Haemi (Joug-seo Jun) y al salir le entrega un boleto para un sorteo. Sorteo en el que gana un reloj de chica que le regalará a Haemi. Durante una conversación ella le comenta que se han criado en el mismo barrio. Él no la reconoce y ella le tranquiliza argumentando que es normal, que se ha hecho la cirugía estética.  Haemi le pide un favor, que cuide de su gata, mientras ella realiza un viaje a África; él acepta, pues se siente atraído por ella.

Pasados unos días, Haemi llama a Jongsu para que vaya al aeropuerto a recogerla, pues ya está de vuelta de vacaciones. Tras saludarse, Haemi, le presenta a un compañero de viaje, Ben (Steven Yeun),  un joven millonario    que  conduce un Porsche y vive en un piso de lujo.

El surcoreano Lee Chang-Dong, nos expone a un extraño ejercicio de suspense y terror psicológico; entre el amor, la soledad, la libertad sexual, los celos, la agresividad, las familias separadas, la falta de trabajo, las críticas sociales y políticas, las obsesiones, la riqueza, el poder, las frustraciones y las venganzas, entre algunas de las múltiples lecturas que nos podemos encontrar a lo largo de sus 148 minutos de metraje.  Todo tejido con meticulosidad en torno a  un triángulo  que navega entre la amistad, el deseo y la intriga. ¿Quién es quién y cuáles son las cartas a jugar con el destino?

Es propio, salvo algunas excepciones, que el cine oriental se caracterice más por lo que muestra que por lo que dice, aunque hay que saber captar al vuelo algunas frases para poder hilar fino y no quedarse fuera de la historia. Una narración de una gran fuerza visual y sensitiva, donde Ben, uno de los protagonistas, invita a Jongsu que perciba su corazón golpear como un tambor, en el interior de su pecho. Una clara referencia a que esa sensación, le hará sentirse vivo, excitado... alerta. Una obra perversamente erótica, maliciosamente maquinada, visualmente potente y angustiosamente excesiva, en sus largos silencios y tiempos.

Interpretaciones celosamente coreografiadas hasta en las carreras a las que se somete Jongsu buscando el invernadero que supuestamente va a quemar Ben, tras confesarle que tiene un vicio: quemar un invernadero abandonado cada dos meses y que ya es tiempo de quemar otro. Jongsu, no es consciente de que el invernadero no es físico, sino una metáfora en el gran  “juego” al que está siendo sometido. Los tres personajes están perfectamente interpretados, hasta el punto que duelen, desesperan, amas y odias.

Fotografía impecable, poética y triste a cargo de Kyung-Pyo Hong, entre pinceladas de intensas puestas de sol, reflejos sobre cristales de los personajes e incluso de objetos como la televisión, de noches de nieblas teñidas de azul y mañanas cargadas de colores. De contrastes entre la ciudad y el campo. La verdad entre mentiras no descubiertas. Entre la alegoría y  la realidad.

“-¿Puedo preguntarte qué haces para ganarte la vida?”… -“Por decirlo fácil, “juego””

         Mi nota es: 8

ESTRENO en ESPAÑA: 19 de Octubre
         REPARTO: Yoo Ah – In Yoo, Steven Yeun, Jong-seo Jun y Gang Dong-Won

PRODUCTORA: Pine House Film/ NHK/ Now Films

DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: Vértigo Films España.