Hoy voy a hablaros
de un artículo, si se puede llamar así, encontrado en El Mundo, publicado el 23
de Diciembre y escrito por la periodista: Carmen Rigalt en su columna
Rigaltísima y titulado “Las exóticas
costumbre del embajador”
Nunca he leído
nada de esta señora y desde luego que si sus artículos son tan venenosos como
éste, está claro que no volveré a hacerlo. Tal vez ha tenido un mal día, o
simplemente desafortunado.
Lo más curioso
de todo, es que comienza su columna hablando de una boda a la que no ha
asistido, pero en cambio, como una gran “periodista, con información de primera
mano”, se atreve a criticar. Tras las primeras frases donde no deja en duda su
homofobia, entra a trapo contra el embajador, uno de los cónyuges “El embajador francés no es aquel señor de
pelo rubio y con cortinilla tipo Oneto que iba tanto a los toros. Ese era el
anterior. El de ahora se llama Bonnafont y es un tipo flaco, educado, con pinta
de romántico, que nada tiene que ver con los toros. En todo caso, con las
gallinas étnicas. Me contó Carmen Duerto, de los Duerto de toda la vida, que
las vio en vivo y en directo paseándose por el césped de la embajada como si
nada”. Pues ole por el embajador, a estas alturas del siglo XXI, quien
anteponga la muerte de un animal ante la
libertad de los mismos, como pueden ser las gallinas étnicas (ejemplo que usted
pone), mal vamos, mal vamos Sra. Rigalt. La vida antes que la muerte. SIEMPRE.
Pero las perlas
escritas continúan cuando dice: “…no en
vano él es hombre de querencias exóticas y tiene el alma impregnada de
nostalgia colonial. Esto no es Indochina, sino Serrano esquina María de Molina,
y por muchos años” Sorprendido no, lo siguiente Sra. Rigalt. Posiblemente él, el embajador, sepa mejor que
nadie donde vive y si en sus terrenos desea tener gallinas, pollos, conejos,
pavos y demás especies de animales, está en su libertad absoluta y total de
tenerlos. ¿Quién es usted para atreverse a juzgar lo que otra persona tiene o no
en su casa o sus terrenos? Tal vez por su alma “soberana, sofisticada y un
mucho provocadora” preferiría entrar en unos jardines engalanados con setos de
los cuales broten maravillosas flores dependiendo de la estación. Sin olvidar
las fuentes exuberantes con figuras de alabastro y bancos custodiados por
árboles que le ofrezcan la sombra mientras le sirven un café francés. Perdón, disculpe, que usted
no es bienvenida a esa finca. Y por otra
parte ¿Discrimina usted acaso zonas de Madrid por el estatus social que en ella
habita, para poder vivir de una forma u otra?
Se atreve en su
artículo a criticar la forma en que dos personas desean hacer partícipes a sus
invitados de su enlace matrimonial. Estas han sido sus gloriosas palabras “Vuelvo a la boda, digo al cumpleboda. El
momento sorpresa del día fue cuando “Monsieur l´ambassadeur” anunció que el
verdadero motivo de la convocatoria no era para apagar las velas de una tarta
sino comunicar a sus amigos que se había casado días atrás con Dany
Lalrinsanga, su pareja de muchos años y padre de su hijo Moisés”
Por lo que usted
luego cuenta, ya tuvo en su momento un encontronazo con el señor embajador,
pues ya se metió con su condición sexual y se intenta defender diciendo “No
pienso renunciar a mi libertad de expresión ni a las palabras bendecidas por la
RAE” En primer lugar Sra. Rigalt
hacerle saber que si se escribe una columna seria, en un diario tan
serio como es EL Mundo, debería usted usas más la RAE y en segundo lugar me
deja estupefacto que enarbole la bandera de la libertad en su especie de
artículo y falte el respeto a una condición sexual tan importante y plural como
es la homosexualidad, pero es que no queda ahí el insulto, porque se atreve a
decir: “No me doblegaré a la dictadura
de lo políticamente correcto, y si tengo que describir a un tío, lo haré con
las palabras que mejor le cuadren, ya sea negro, homosexual, judío o catalán”.
Sra. Rigalt, ¿ha repasado lo escrito antes de publicarlo y reparado en lo dicho?
Creo que no. Lea atentamente, por favor: Negro (Racismo) Homosexual (Homofobia),
Judío (condición de libertad de culto) y Catalán (Aquí me deja usted intrigado.
¿Vale también madrileño, gallego o andaluz?) Y comienza con la palabra “tío”
¡¿Tío?! Sra. Rigalt, un poco de respeto, por favor. ¿Es usted acaso su sobrina,
para utilizar de esa palabra tan “libremente” en un artículo supuestamente
serio de un diario tan importante como El Mundo?
Vamos terminando
con su columna donde finaliza con una hipocresía del tamaño de las cataratas de
Niagara. “Felicito al
embajador y a su marido por la reciente boda, pero les recuerdo a ambos que el matrimonio es un invento imperfecto,
aunque lo adornen. Además, de nada sirve que las mujeres lleven luchando
toda la vida contra la división de los roles conyugales si de pronto han venido
los gays a rescatar las viejas costumbres con el propósito de jugar a las
casitas”
Analicemos a parte este maravilloso e impresionante texto.
Primero.- No sea usted hipócrita a
esta alturas del texto, y no la estoy insultando, es una realidad, la columna
está llena de odio hacia dicho embajador y la verdad me parece lamentable que
un periódico del prestigio de El Mundo haya permitido a uno de sus
colaboradores, volcar tanto odio en una reseña. ¿Se atreve a felicitarles
después de todo lo dicho? Eso es hipocresía, en cualquier parte del planeta.
Segundo.- Osa afirmar que el
matrimonio es un invento imperfecto. ¿Qué pruebas tiene usted para demostrar
que es así? No confunda nunca aquellas personas que se casan por amor, a las
que lo hacen por intereses o son obligados a contraer nupcias. Afirmar sin
demostrar, no es bueno.
Tercero.- El que la mujeres
sigan luchando por la igualdad, a mi modo de ver es lamentable, pues nunca
debió de existir la división de roles, no ya conyugales, que usted todo lo
lleva por lo visto al mismo terreno, sino sociales, culturales, políticas e
incluso me atrevo a decir que religiosas. Cualquier mujer le diría cuatro
palabras tras leer dicha frase. ¿Roles conyugales? ¿El resto de las diferencias
entre hombres y mujeres a usted no le importa? Pues mire, Sra. Rigalt, soy
hombre y me encantaría que un día hombres y mujeres estuvieran en el mismo
nivel de la balanza social, y como a mí, a muchísimos hombres, algo que parece
por lo escrito que a usted lo que le importa son los roles conyugales.
Y en
cuarto y último lugar.- Es usted una atrevida, y me quedo corto en la definición. Los
gays no van en rescate de las viejas costumbres con el propósito de jugar a las
casitas. Tal vez, y digo tal vez, ya ve que yo no me atrevo a afirmar a la
ligera como usted, tuvo alguna carencia en la niñez, algún recuerdo frustrado
de la adolescencia o quién sabe si en su madurez ha recibido algún desengaño
del cual no se ha recuperado.
Su texto está lleno de odio e ira hacia un embajador que lo
único que ha hecho es reunir a las personas que ambos han decidido que
estuvieran a su lado, para comunicarles
que se ha casado con la persona a la que ama desde hace años. Y cuando se
escribe con tinta envenenada, salen a relucir otras aversiones internas, como
demuestra en sus palabras.
Sra. Rigalt, creo que debe dejar a un lado las disputas o no con
el citado embajador y retractarse públicamente de este artículo, donde deja
entrever que:
Es más normal ir a una corrida de toros que tener gallinas
correteando con libertad por una finca.
Que depende en la zona de Madrid que se habite, se debe vivir de
una forma u otras. ¿Gallinas en una finca de Serrano? Por favor, que
despropósito, eso para los extrarradios. ¿Verdad?
El que es usted homófoba lo deja muy claro, pues ya en su día
tuvo un encontronazo con dicho embajador y usted en su defensa enarbola la
bandera de la libertad. Disculpe, la libertad es de todos, no sólo suya.
Debe una disculpa muy seria al movimiento LGTB y sobre todo al
embajador y su pareja.
Y por último. ¿Jugar a las casitas? Tal vez para usted el
matrimonio no tenga ninguna validez, que para usted sea una broma o como
bien ha afirmado “Es un invento
imperfecto” Pero recuerde que su forma de pensar no es ley. En el mundo hay
miles de millones de personas y usted, lo quiera o no, es una de tantos seres
que camina por este planeta. No es usted ni más ni menos que los demás.
Errar es de humanos, retractarse de sabios, y aunque soy sincero,
como siempre lo soy, opino que usted de erudita tiene muy poco tras lo leído, pero
al menos gánese el subir el primer peldaño.
Formar un
hogar y disfrutar de él, no es jugar a las casitas, es vivir en armonía con la
persona que eliges hacerlo.
A mis queridos lectores les pido disculpas por la extensión de
esta reseña y os dejo en enlace del texto escrito por Carmen Rigalt