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viernes, 26 de diciembre de 2014

CONTESTACIÓN AL TEXTO ESCRITO POR CARMEN RIGALT EN EL MUNDO


Hoy voy a hablaros de un artículo, si se puede llamar así, encontrado en El Mundo, publicado el 23 de Diciembre y escrito por la periodista: Carmen Rigalt en su columna Rigaltísima  y titulado “Las exóticas costumbre del embajador”

Nunca he leído nada de esta señora y desde luego que si sus artículos son tan venenosos como éste, está claro que no volveré a hacerlo. Tal vez ha tenido un mal día, o simplemente desafortunado.
 
Lo más curioso de todo, es que comienza su columna hablando de una boda a la que no ha asistido, pero en cambio, como una gran “periodista, con información de primera mano”, se atreve a criticar. Tras las primeras frases donde no deja en duda su homofobia, entra a trapo contra el embajador, uno de los cónyuges “El embajador francés no es aquel señor de pelo rubio y con cortinilla tipo Oneto que iba tanto a los toros. Ese era el anterior. El de ahora se llama Bonnafont y es un tipo flaco, educado, con pinta de romántico, que nada tiene que ver con los toros. En todo caso, con las gallinas étnicas. Me contó Carmen Duerto, de los Duerto de toda la vida, que las vio en vivo y en directo paseándose por el césped de la embajada como si nada”. Pues ole por el embajador, a estas alturas del siglo XXI, quien anteponga la muerte de un animal  ante la libertad de los mismos, como pueden ser las gallinas étnicas (ejemplo que usted pone), mal vamos, mal vamos Sra. Rigalt. La vida antes que la muerte. SIEMPRE.

Pero las perlas escritas continúan cuando dice: “…no en vano él es hombre de querencias exóticas y tiene el alma impregnada de nostalgia colonial. Esto no es Indochina, sino Serrano esquina María de Molina, y por muchos años” Sorprendido no, lo siguiente Sra. Rigalt.  Posiblemente él, el embajador, sepa mejor que nadie donde vive y si en sus terrenos desea tener gallinas, pollos, conejos, pavos y demás especies de animales, está en su libertad absoluta y total de tenerlos. ¿Quién es usted para atreverse a juzgar lo que otra persona tiene o no en su casa o sus terrenos? Tal vez por su alma “soberana, sofisticada y un mucho provocadora” preferiría entrar en unos jardines engalanados con setos de los cuales broten maravillosas flores dependiendo de la estación. Sin olvidar las fuentes exuberantes con figuras de alabastro y bancos custodiados por árboles que le ofrezcan la sombra mientras le sirven  un café francés. Perdón, disculpe, que usted no es bienvenida a esa finca.  Y por otra parte ¿Discrimina usted acaso zonas de Madrid por el estatus social que en ella habita, para poder vivir de una forma u otra?

Se atreve en su artículo a criticar la forma en que dos personas desean hacer partícipes a sus invitados de su enlace matrimonial. Estas han sido sus gloriosas palabras “Vuelvo a la boda, digo al cumpleboda. El momento sorpresa del día fue cuando “Monsieur l´ambassadeur” anunció que el verdadero motivo de la convocatoria no era para apagar las velas de una tarta sino comunicar a sus amigos que se había casado días atrás con Dany Lalrinsanga, su pareja de muchos años y padre de su hijo Moisés”

Por lo que usted luego cuenta, ya tuvo en su momento un encontronazo con el señor embajador, pues ya se metió con su condición sexual y se intenta defender diciendo  “No pienso renunciar a mi libertad de expresión ni a las palabras bendecidas por la RAE” En primer lugar Sra. Rigalt  hacerle saber que si se escribe una columna seria, en un diario tan serio como es EL Mundo, debería usted usas más la RAE y en segundo lugar me deja estupefacto que enarbole la bandera de la libertad en su especie de artículo y falte el respeto a una condición sexual tan importante y plural como es la homosexualidad, pero es que no queda ahí el insulto, porque se atreve a decir: “No me doblegaré a la dictadura de lo políticamente correcto, y si tengo que describir a un tío, lo haré con las palabras que mejor le cuadren, ya sea negro, homosexual, judío o catalán”. Sra. Rigalt, ¿ha repasado lo escrito antes de publicarlo y reparado en lo dicho? Creo que no. Lea atentamente, por favor: Negro (Racismo) Homosexual (Homofobia), Judío (condición de libertad de culto) y Catalán (Aquí me deja usted intrigado. ¿Vale también madrileño, gallego o andaluz?) Y comienza con la palabra “tío” ¡¿Tío?! Sra. Rigalt, un poco de respeto, por favor. ¿Es usted acaso su sobrina, para utilizar de esa palabra tan “libremente” en un artículo supuestamente serio de un diario tan importante como El Mundo?

Vamos terminando con su columna donde finaliza con una hipocresía del tamaño de las cataratas de Niagara. Felicito al embajador y a su marido por la reciente boda, pero les recuerdo a ambos que el matrimonio es un invento imperfecto, aunque lo adornen. Además, de nada sirve que las mujeres lleven luchando toda la vida contra la división de los roles conyugales si de pronto han venido los gays a rescatar las viejas costumbres con el propósito de jugar a las casitas”

Analicemos a parte este maravilloso e impresionante texto.

Primero.- No sea usted hipócrita a esta alturas del texto, y no la estoy insultando, es una realidad, la columna está llena de odio hacia dicho embajador y la verdad me parece lamentable que un periódico del prestigio de El Mundo haya permitido a uno de sus colaboradores, volcar tanto odio en una reseña. ¿Se atreve a felicitarles después de todo lo dicho? Eso es hipocresía, en cualquier parte del planeta.

Segundo.- Osa afirmar que el matrimonio es un invento imperfecto. ¿Qué pruebas tiene usted para demostrar que es así? No confunda nunca aquellas personas que se casan por amor, a las que lo hacen por intereses o son obligados a contraer nupcias. Afirmar sin demostrar, no es bueno.

Tercero.- El que la mujeres sigan luchando por la igualdad, a mi modo de ver es lamentable, pues nunca debió de existir la división de roles, no ya conyugales, que usted todo lo lleva por lo visto al mismo terreno, sino sociales, culturales, políticas e incluso me atrevo a decir que religiosas. Cualquier mujer le diría cuatro palabras tras leer dicha frase. ¿Roles conyugales? ¿El resto de las diferencias entre hombres y mujeres a usted no le importa? Pues mire, Sra. Rigalt, soy hombre y me encantaría que un día hombres y mujeres estuvieran en el mismo nivel de la balanza social, y como a mí, a muchísimos hombres, algo que parece por lo escrito que a usted lo que le importa son los roles conyugales. 

Y en cuarto y último lugar.- Es usted una atrevida, y me quedo corto en la definición. Los gays no van en rescate de las viejas costumbres con el propósito de jugar a las casitas. Tal vez, y digo tal vez, ya ve que yo no me atrevo a afirmar a la ligera como usted, tuvo alguna carencia en la niñez, algún recuerdo frustrado de la adolescencia o quién sabe si en su madurez ha recibido algún desengaño del cual no se ha recuperado.

Su texto está lleno de odio e ira hacia un embajador que lo único que ha hecho es reunir a las personas que ambos han decidido que estuvieran a su lado,  para comunicarles que se ha casado con la persona a la que ama desde hace años. Y cuando se escribe con tinta envenenada, salen a relucir otras aversiones internas, como demuestra en sus palabras.

Sra. Rigalt, creo que debe dejar a un lado las disputas o no con el citado embajador y retractarse públicamente de este artículo, donde deja entrever que:

Es más normal ir a una corrida de toros que tener gallinas correteando con libertad por una finca.

Que depende en la zona de Madrid que se habite, se debe vivir de una forma u otras. ¿Gallinas en una finca de Serrano? Por favor, que despropósito, eso para los extrarradios. ¿Verdad?

El que es usted homófoba lo deja muy claro, pues ya en su día tuvo un encontronazo con dicho embajador y usted en su defensa enarbola la bandera de la libertad. Disculpe, la libertad es de todos, no sólo suya.

Debe una disculpa muy seria al movimiento LGTB y sobre todo al embajador y su pareja.

Y por último. ¿Jugar a las casitas? Tal vez para usted el matrimonio no tenga ninguna validez, que para usted sea una broma o como bien  ha afirmado “Es un invento imperfecto” Pero recuerde que su forma de pensar no es ley. En el mundo hay miles de millones de personas y usted, lo quiera o no, es una de tantos seres que camina por este planeta. No es usted ni más ni menos que los demás.

Errar es de humanos, retractarse de sabios, y aunque soy sincero, como siempre lo soy, opino que usted de erudita tiene muy poco tras lo leído, pero al menos gánese el subir el primer peldaño.

Formar un hogar y disfrutar de él, no es jugar a las casitas, es vivir en armonía con la persona que eliges hacerlo.

 

A mis queridos lectores les pido disculpas por la extensión de esta reseña y os dejo en enlace del texto escrito por Carmen Rigalt