Creo que a estas alturas ya tenemos claro que el tabaco es una
droga, y aunque no esté considerada como una droga dura, sobre todo por estar
autorizada, sí provoca un gran número de enfermedades y muertes al cabo del
año. Dato que no podemos olvidar: Cáncer, enfermedades del corazón, problemas
con el colesterol, bronquitis y enfisemas, enfermedades vasculares y diabetes. En
los hombres la disfunción eréctil, y en las mujeres problemas en el embarazo. Además
la Organización Mundial de la Salud afirma que al año mueren al menos 5
millones de personas por causa del cigarrillo. Suena fuerte, ¿verdad? Pues es
la realidad.
Con la experiencia que he adquirido con el tabaco, desgraciadamente, durante estos años,
lo que tengo claro es que no me vale el que alguien me diga: “Yo sólo fumo unos
5 cigarrillos diarios y me han dicho que esa cantidad no es mala” Claro que es
mala, por supuesto que no tanto como el que fuma una cajetilla al día, pero es
malo.
Hoy hablas de que fumas 5 cigarrillos al día, ¿cuántos fumas los
fines de semana? ¿El doble o el triple? No te engañes, no me vengas con que es
porque estás más con los amigos, tomas tus copas, cenas con ellos, estás más
tiempo en la calle. Simplemente tienes que reconocer que estás enganchado y no
eres consciente de ello. Por otra parte lo peor de todo es que lo que hoy es
una cantidad pequeña, poco a poco irá aumentando y cuando menos te lo esperas
estás en la cajetilla y esa cajetilla dará pasado a otra, y entonces el tabaco
se habrá apoderado de ti, como lo hace con todos los fumadores, quieras o no
quieras reconocerlo; porque al igual que me sucedió a mí, lo ha hecho a través
de los años con millones de fumadores.
Me repetiré, que nuestra mente no va a reconocer que ese aumento va
a ser perjudicial, sino que nos está estimulando sensaciones y “provocando”
bienestar. Otro de los grandes engaños.
Como aumentó la dosis de tabaco en mí, fue de manera exponencial y sin percatarme de
ello. Al principio y como nos ocurre a todos, los cigarrillos estaban asociados
a momentos cotidianos: después de desayunar, después de comer, con un café, tras la cena… Pero esos cigarrillos dieron
paso a otros: Al salir de casa, al salir del cine, esperando a algún amigo en
el lugar donde se ha quedado, en tertulias en las terrazas o en el interior de
un bar (cuando se podía fumar en ellos), durante los conciertos… Y cuando estos
nuevos cigarrillos ya formaban parte de mi vida, mi organismo me pedía más. Si
caminaba durante mucho tiempo, uno o dos cigarros, no faltaban. Si repasaba algún
texto que había escrito, un cigarrillo me hacía compañía. Si me sentaba frene
al ordenador, mientras se cargaban los programas, ¿por qué no otro cigarrillo? Al
menos tenía algo entre las manos. Sí, tener algo entre las manos es uno de los
graves problemas al que se enfrenta el fumador, pues nuestro cerebro lo asocia
con el fumar.
Un ejemplo que tal vez algunos puedan recordar, es cuando dejaban
fumar en los restaurantes. ¿Qué sucedía entre plato y plato, si eras fumador?
Pues que sacabas de forma autómata el cigarro y lo encendías. ¿Por qué? La respuesta
es tan sencilla como que habías dejado de tener los cubiertos entre las manos.
La costumbre de tener algo entre las manos, es parte de esa dependencia
adquirida y con ella el aumento del consumo del tabaco.
Te reto a un ejercicio: Obsérvate y te darás cuenta de lo que hoy te
he contado, te sucede a ti y si tú no quieres darte cuenta de lo que haces, fíjate
en los demás. Comprueba la acción de un fumador en la parada de un autobús o en
zonas donde frecuentemente se queda con la gente (tiene un cigarro entre las
manos) Si estás en casa de un amigo fumador, observa qué hace cuando estáis
viendo la televisión o te está enseñando algo en el ordenador (tiene un cigarro
entre las manos) Si estás en una terraza un periodo, pongamos de un par de
horas, ¿cuántos cigarros fuma un fumador en esas dos horas? Y una vez que hayas
hecho ese ejercicio, hazte estas preguntas
¿De verdad era necesario fumar en esos instantes? ¿Qué te está aportando ese
cigarrillo entre los dedos? No te engañes a ti mismo, porque si quieres dejar
de fumar, nunca lo conseguirás. EL AUTO ENGAÑO, ES NUESTRO PEOR ENEMIGO.