lunes, 29 de abril de 2024

EL MAL NO EXISTE: CRÍTICA DE CINE

El mal no existe, está escrita y dirigida por Ryûsuke Hamaguchi. “Un poco de contaminación, no afectará al agua”

Desde el inicio vemos como Takumi (Hitoshi Omika) y su hija Hana (Ryô Nishikawa) viven en armonía con el  entorno natural que les rodea, un pueblo cercano a Tokio. Él lleva a la Hana a caballito mientras le va explicando las diversas especies de árboles  que se encuentran en el camino, así como el lugar en el que viven los ciervos en libertad. Mientras la niña disfruta de la naturaleza, él se dedica a cortar leña, recoger agua de un arroyo o realizar trabajos para sus vecinos. Una vida tranquila y sin sobresaltos hasta que un día aparecen Takahasi (Ryuji Kosaka) y Mayuzumi (Ayaka Shibutani), dos representantes de una empresa que pretenden crear un Glamping en el espacio en el que se ubica el abrevadero y lugar de paso de los ciervos. El pueblo se pone en alerta, pues saben que la llegada masiva de foráneos romperá el equilibro natural y contaminará el arroyo ante la necesidad de instalar una fosa séptica, que depure las aguas residuales, que causaría dicho camping.

El guionista y director, Ryûsuken Hamaguchi, se  graduó en la Universidad de Tokio. Se unió al Grupo de Estudios Cinematográficos e ingresó en el Laboratorio de Estética y Artes de la Facultad de Letras. Trabajó como asistente de dirección y asistente de dirección de programas de televisión. Completó su formación matriculándose en el programa de maestría de la Universidad de las Artes de Tokio. Su película de graduación fue “Passión”2008. Debutó con el mediometraje “Like Nothing Happened” 2003 y en el largometraje con “Solaris” 2007 para continuar con su película de graduación “Passión” 2008 y proseguir con “Eien ni Kimi wo aisu” 2009, “The Depths” 2010, “Shinmitsusa” 2012, “Happî awâ” 2015, “Netemo sametemo” 2018, “La mujer del espía” 2020, “Drive My Car” 2021 y “El mal no existe” 2023. También cuenta con los mediometrajes “Bukimi na mono no hada ni sawaru” 2013, “Tengoku wa nada Tôi” 2016 y los documentales: “The Sound of Waves” 2011, “Nami no koe: Shinchimachi”, “Utau hito” en 2013 y “Nami no koe: Kessennuma” 2014.

Según comentó Hamaguchi, durante una rueda de prensa, el origen de “El mal no existe” partió de una idea del compositor Eiko Ishibashi, con quien había trabajado en su anterior proyecto “Drive My Car”. El proyecto de Ishibashi consistía en que el director rodara una serie de imágenes que le servirían de acompañamiento a un concierto en vivo que estaba preparando. El resultado de la unión de ambos maestros ha culminado en esta nueva película. Un canto a la vida, a la naturaleza, a la identidad y al respeto del medio ambiente. Un filme contemplativo en el que la imagen y la música se fusionan cobrando gran parte del protagonismo y dejando en segundo término, no por ello menos importante, una historia crítica sobre el daño que el hombre es capaz de provocar a la naturaleza y con ello, llevarla a la destrucción, con el único propósito de contentar e enriquecer a los poderosos mientras el pueblo, como siempre, sufre las consecuencias.

El filme nos habla de los problemas reales que tiene nuestra sociedad, entre ellos el calentamiento global y por consiguiente la falta de agua y con ello el riesgo de incendios, para terminar en la desforestación. Una cadena que no termina, pues no podemos olvidarnos de un tema tan en boga como la masificación turística a estas zonas rurales en las cuales los habitantes de las grandes ciudades, buscan el balón de oxígeno que la madre naturaleza les otorga durante los fines de semana o vacaciones, no siendo conscientes, en su mayoría, de los destrozos que ocasionan, pues luego regresan a su mundo de asfalto y hormigón.

Decía que estamos ante un filme contemplativo y añado, excesivamente pausado. Es cierto que no es lo mismo vivir en una gran ciudad que en el campo. El campo no nos exige esa rapidez a la que en ocasiones nos vemos obligados a llevar a cabo en las ciudades e incluso, al estrés que esta genera y además, no olvidemos que Ryûsuke, ha acomodado su nueva obra a las pautas que demandaba la banda sonora de Eiko Ishibashi, quien nos balancea entre sus notas con suavidad mientras Yoshio Kitagawa, con su bucólica fotografía, nos invita a que miremos por esa ventana abierta a la naturaleza. Contemplemos como los rayos del sol se filtran entre las ramas de los árboles, ramas que se cruzan entre ellas  formando las copas y cuyo movimiento solo depende del viento reinante, en ocasiones tan sutil, que parece inexistente. Nos detengamos a observar como la nieve cubre los campos, los ciervos viven en libertad o escuchar el sonido del arroyo. En resumen, ser testigos de la vida abriéndose camino con tranquilidad si el hombre no interfiere y Hamaguchi, se lo toma al pie de la letra, hay instantes que nos da la sensación que se ha olvidado de mover la cámara, pues algunos planos son excesivamente largos, sin que nada acontezca o lo que sucede, es imperceptible a nuestra vista; lo que sí está presente, durante todo el metraje, es el equilibro existente entre los habitantes del pueblo y la naturaleza.

Por otro lado, además de lo ya mencionado, nos habla de las relaciones de pareja, del matrimonio, las redes sociales, la pandemia y sus efectos o la soledad. Cuenta con un guion bien elaborado, con interesantes diálogos que nos llevan a la reflexión, ajustándose a las correctas interpretaciones de sus actores. Para terminar, confesar que he disfrutado de esta experiencia, pues de vez en cuando me gusta someterme a este tipo de ejercicios personales, sonoros y visuales. En cuanto al origen del título, prefiero que seáis vosotros quienes lo descubráis.

Mi nota es: 7,5

ESTRENO EN ESPAÑA: 1de mayo

MUSICA: Eiko Ishibashi

FOTOGRAFIA: Yoshio Kitagawa

REPARTO: Hitoshi Omika, Ryô Nishikawa, Ryûji Kosaka, Ayaka Shibutani, Hazuki Kikuchi, Hiroyuki Miura, Yoshinori Miyata, Taijirō Tamura y Yûto Torii.

PRODUCTORAS: Neopa Co// Fictive

DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Caramel Films.

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