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domingo, 19 de agosto de 2018

QUÉ MALA SUERTE TENGO PA TÓ: CRÍTICA DE TEATRO


Manolo Medina y Javier Vallespín regresan a los escenarios con los personajes creados en “Dos hombres solos, sin punto com… ni ná” que recordemos estuvo sobre las tablas de los escenarios españoles (Valencia, Bilbao, Sevilla, Palma de Mallorca, Málaga, Madrid…) durante más de 10 años, despertando grandes carcajadas entre los miles de espectadores, que pudieron disfrutarla.

          Ahora, y de nuevo de mano de la productora Teatro Sí de Jerez, regresan con “Qué mala suerte tengo pa tó” con una duración de dos horas, donde buscan seguir haciendo reír, que falta nos hace.

          La trama nos sitúa en el nuevo apartamento al que ambos se han tenido que mudar por petición de Javier, debido a las habladurías del vecindario de que Manolo y él, eran pareja de hecho, por el excesivo amaneramiento de Manolo. Solo le pone una condición, que el nuevo hogar tenga una decoración muy varonil, muy varonil… Muy varonil, pues ya con los lunares del abanico que Manolo usa y el delantal,  es suficiente para que la gente siga pensando mal.

          Si bien en la obra anterior, Manolo y Javier, pasaban como compañeros de piso heterosexuales, la pluma tan exagerada de Manolo, le delata. En realidad siempre le ha delatado y en esta historia, donde los dos personajes siguen con sus roles de compañeros, aun más. Javier es quien trae el dinero a casa y Manolo quien cuida del hogar, Manolo, entre otras muchas cosas que tiene en su cabeza, piensa en la forma de decir a Javier que es gay.

          De nuevo los clichés de la heterosexualidad y homosexualidad, serán el detonante de los diálogos cargados de humor, entre la ironía, la provocación pícara y el doble sentido. No faltarán los momentos serios e incluso en aquellos que “discuten” por temas determinados.

          Manolo vuelve a estar brillante, hablando como si no hubiese un mañana y dejando intervenir a Javier, casi en los instantes que precisa para respirar. Un Javier resignado como compañero de piso conociendo bien las luces y las sombras de su partner; aguantando estoicamente las improvisaciones y con agilidad mental, para responderle; aunque en ocasiones ni ellos mismos, pueden reprimir las risas. Sin la menor duda, son  el ying y el yang.

          Mis felicitaciones por volver a hacernos reír, nada más necesario en los tiempos que vivimos. Por esa complicidad que ambos destiláis y que queda reflejada en el escenario y por seguir manteniendo un humor sano y blanco, aunque algunos chascarrillos sean muy populares.

          Tras el paso fugaz por Madrid, la obra continúa desde el 5 de Julio hasta el 22 de Septiembre en Málaga en el Teatro de la ESAD, Escuela Superior de Arte Dramático.

El primer fin de semana de Octubre en Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, concretamente en Vecindario.

Del 2 de octubre al 9 de octubre, viajarán a México para poner en pie la obra de “Dos hombres solos, sin punto com… ni ná” con actores mexicanos.