TÍTULO: ROMEO Y JULIETA
AUTOR: WILLIAM SHAKESPEARE
CRÓNICA - CRÍTICA: ADAN CLARK
No sé exactamente por donde comenzar. No sé siquiera si yo también me he enamorado. Pero lo que seguro, nunca sabré, es de si mi amor tiene el nombre de Romeo, o de Julieta.
AUTOR: WILLIAM SHAKESPEARE
CRÓNICA - CRÍTICA: ADAN CLARK
No sé exactamente por donde comenzar. No sé siquiera si yo también me he enamorado. Pero lo que seguro, nunca sabré, es de si mi amor tiene el nombre de Romeo, o de Julieta.
Tan solo pasé
algunas páginas cuando perdí mis ojos y sin darme apenas cuenta, mis sábanas
eran un telón que extendía Verona en su revuelo.
Embarqué el silencio
de cada verso que cobraba vida en mis labios y al despertar del sueño inerte,
abrían un ajuar de fantasía, lo que solo puede el amor. Una espada que al
desenvainarse profanaba la lógica y la razón.
Hasta
sollozo como si en mis manos yacieran sus cuerpos. Hasta me duele recordar que
he perdido a quienes nunca conocí, a quienes nunca existieron. Hasta el frío se
torna si imagino sus besos tibiando mi piel.
Cuando Javier me ofreció hacer
una crítica y se escapó de mi boca Romeo y Julieta, me arrepentí pronto y sentí
miedo. Sería osado tan sólo imaginar lo que Shakespeare sintió cuando sus
versos tiñeron sus dedos con la sangre del puñal que selló el final eterno de
la obra más grande de amor que jamás hubiéramos podido imaginar. De un amor tan
poderoso como si de la misma Venus y Vulcano se tratara, apoteósico e
indescriptible.
No se trata de interpretar el
texto sino, de sentirlo y dejar que fluya en la brava y cálida tempestad de
nuestra sangre. Dejar que el guión se apodere de nuestro cerebro y su
razonamiento, cual Quijote y navegar en el río Adigio, y naufragar en el mar de
la ilusión. Sentir el abrazo de Romeo, correr porque Julieta te espera.
Es tan poco lo que os puedo decir
y es tanto lo que puedo sentir que mientras escribo éstas letras me encuentro
frustrado. Frustrado porque no sé como hacer estallar mi corazón que inquieto
busca voz y boca propia para gritar sus latidos cuando una y otra, y otra, y
otra vez me escucha recitar como si ensayando estuviera poco antes de que se
abra el telón.
Ebrio de cada acento, de cada
espacio y guión que trenza el romance de la Capuleto y el Montesco que anidan
mis más hermosas fantasías y en las primeras horas de la madrugada en las que
nace éste día, con mucho cariño y hasta fervor, escribo éstas palabras que tocan
su fin cuando os ruego que cabalguen conmigo ésta historia que no concierne,
que no entiende de muerte sino de fe, de vida y gloria; la Gloria del Amor. Y
es que, ¿Qué más es real que el amor en ésta vida? Y, ¿Qué más podemos ser que
amor?; crean en él como el pichón abre sus alas el primer día que emprende
vuelo.
“El amor corre al amor como el niño huye del libro,
y, cual niño que va a clase, se
retira entristecido”
El amor no conoce el
final.