HOLA A TODA LA GRAN FAMILIA DE ESTE BLOG.
Desde hace ya un tiempo, algunos amigos, lectores y
seguidores, me vienen comentando por diversas redes sociales y sobre todo en
mensajes privados que por qué no hago una breve historia sobre mi gran afición
a la escritura.
Hasta la fecha me
costaba entrar en dicha materia, pero después de pensarlo mucho he decidido
relataros un poco toda esta gran aventura que me llevó un día a escribir mi
primer cuento. Los inicios muchos los conocéis porque los he mencionado en algunas
entrevistas y donde está claro que la piedra angular, la gran columna que
consiguió que un día mi mente se abriese al gran y maravilloso mundo de la
imaginación y de la cultura, fue mi madre.
Presentar a mi gran madre, como artífice de todo aquel
mundo de ensueño en el que me sumergió desde muy niño; Carlota de nombre, es
tan sencillo como lo era ella misma, pero tan complejo como el tremendo mundo
cultural con el que se enriqueció sin practicar ningún arte de forma real, pero
sí disfrutando, mostrando y educando.
Gran lectora, siempre la veía con un libro entre las manos, en
aquellas tardes, sentada frente a la ventana de la cocina, mientras en los
fogones se preparaba la cena para esa noche, eso cuando no estaba jugando con
mi hermano o conmigo, o leyéndonos alguna historia.
Gran aficionada al teatro. En mi
pequeña ciudad obra que se representaba a modo aficionado, o llegaba en verano
con motivo de las festividades de la Patrona a los teatros de la ciudad, ella
siempre tenía su entrada en la mano con tiempo de antelación. Sus padres ya les habían educado en este gran
arte del teatro, a ella y a sus hermanos.
Gran aficionada a la música clásica. Recuerdo
que siempre en mi casa sonaban aquellos temas en radios antiguas que en
ocasiones perdían el dial, y la mayoría de las veces, aquel canal elegido, era
música clásica, aunque luego como las mujeres de aquel tiempo, cantara también
por Manolo Escobar, Marifé de Triana y otros de la época, mientras realizaba las labores de la casa.
Mis recuerdos me llevan al salón, donde en el sillón
sentada frente a la televisión en blanco y negro veía el Estudio 1 (Teatro), creo que se emitía los lunes, o en los programas concurso me deslumbraba como contestaba
más rápida que muchos de los concursantes. Cuantas veces la decían: “Apúntate a
un concurso, lo ganarías” y ella respondía, siempre sonriendo. “No, que va,
para eso hay que saber mucho y si yo contesto, es porque estoy en casa sin
nervios y cómoda”.
Mi ciudad, Torrelavega, al ser tan próspera en aquellos
años 60 y 70 contaba con varias galerías de arte. Pues creo que nunca nos
perdimos ninguna exposición. A mí hermano todo aquello no le gustaba, pero yo
lo disfrutaba con ella. Lo que ella sabía me lo explicaba y cuando no tenía
conocimiento del tema, el programa del
galerista, me lo relataba y así ambos aprendíamos lo que aquel autor deseaba
plasmar con sus óleos, dibujos, acuarelas…
Amante también del
cine, al gran cine de aquellos tiempos.
Junto a ella descubriría las imágenes en movimientos que se provocaban
en el mundo mágico de la pantalla en blanco en aquellas salas oscuras. Juntos reíamos, llorábamos, nos emocionábamos
y cuando terminaba la película, me decía que el cine era para divertirse, pero
que todo era fantasía. Junto a ella recorrí los grandes cines que tenía mi
ciudad: “Concha Espina” “Garcilaso” “Avenida” que además también eran teatros.
Le encantaba bailar y lo hacía más que bien,
demostrándolo en las bodas y otros eventos. Y sí, vale, todos podréis decir, ¿qué
va a decir él? Era su madre. Pues no, lo mismo que puedo decir que mi madre era
la cultura total en el hogar, quien me enseñó a escribir con unos 4 años y a
despertar la imaginación, mi padre era un auténtico patán.
Una mujer modesta, moderna y llena de virtudes y no es
porque fuera mi madre, pues quien la conoció y la recuerda, creo que puede dar
muestra de ello. Generosa con todo el mundo, siempre despertaba una gran
sonrisa y tenía ese tiempo, que hoy nadie parece tener, para hablar, conversar
y estar en contacto con el mundo real.
Y así, de esta manera y siendo muy niño, es como fui
descubriendo el gran amor al arte en general, sin pensar jamás por aquel
entonces, que un día una de mis grandes aficiones sería la literatura y sobre
todo un autor publicado.
La semana que viene os contaré, como mi madre abrió las
ventanas de mi imaginación.