FOTO: PELAYO ZURRÓN |
Siempre
he dicho que Santi en cada acto que ofrece al público, no solo entrega el
cuerpo, ese ser físico que todos vemos, sino también el alma, que como la brisa
va acariciando a cada uno de los presentes y solo los más sensitivos, lograrán
percibirlo.
“Casta,
Peste y Eternidad” busca ahondar en el Alma para descubrir quienes fuimos y así
aceptar quienes somos. Y si no estamos conformes, atrevernos a exorcizar
nuestros cuerpos purgando el Alma que nos habita para dejar un legado sin estigmas;
responsabilizándonos de la herencia que dejamos a otros cuerpos, solo así, estaremos
practicando “una apología al AMOR”, asumiendo que vampirizamos, que contagiamos
para mantener una estirpe, por venganza o por amor, y que todo esto trasciende.
¿Quién
decide quién debe formar parte de una misma casta, raza, progenie, generación,
prosapia, alcurnia, estirpe, linaje, clase, ralea? ¿Quién es ese Ser que da la
VIDA, pero que también la puede quitar? ¿Quién nos protege? Nadie.
Somos
autómatas, que alimentamos no por piedad ni caridad, sino para
convertirles a nuestra imagen y semejanza para que no lo hagan otras bestias
más poderosas y después nos vengan a derrocar.
FOTO: PELAYO ZURRÓN |
¿A
quién queremos convencer que nuestra sangre es pura, poderosa, sabrosa? ¿Por
qué? ¿Para qué? ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿En quiénes les queremos
convertir? Jesucristo, probablemente, fue uno de los primeros chupasangres que
murió en la estacada.
¿Y
tú cómo quieres morir? ¿Qué cuerpo desearías que habitara tu Alma? ¿Ese que
limpie tus pecados y borre tus estigmas para siempre? ¿Por qué no lo haces tú,
para dejar en paz un legado contagiado de Amor?
Y
si pudieras elegir, ¿quién serías? Un hombre, una mujer, una bestia o tal vez
una flor. ¿Pero las flores tienen cuerpo? Bueno, sí, ¿no? Corola, tallo y raíz.
¿Se podrán habitar las flores? Pero, duran muy poco tiempo, ¿no? Son
decapitadas, regaladas, marchitadas, olvidadas.
¡Ah!
Como nosotros y nosotras, y eso también nos da miedo, ¿verdad?
FIN PRIMERA PARTE