La coproducción entre
Lituania, Suecia y España, SLOW,
está escrita y dirigida por Marija
Kawtaradze. “¿Qué significa ser un hombre?”
Elena (Greta Grineviciute) trabaja de
profesora en una escuela de danza contemporánea. Dovydas (Kestutis Cicenas) es intérprete de lengua de signos, al que
contrata Elena para sus clases dirigidas a jóvenes sordos, quienes tienen
previsto acudir a un campamento en el que demostrarán sus cualidades. Ambos
parecen conectar desde el principio, pues aunque Elena tiene fama de que las relaciones
largas no son lo suyo, con Dovydas todo resulta más fácil y diferente; no es un
joven como los demás, en él se encierra toda una historia por descubrir.
La guionista y
directora, Marija Kawtaradze,
realizó sus estudios de cine en la Academia Lituana de Música y Teatro entre
los años 2010/14. En esos años dirigió 5 cortometrajes: “Paskutinis zmogus, su
kuriuo as kalbejau” 2010, “Youngblood” y “Normal People Don´t Explode
Themselves” 2013, “Man Dvim Keli” y “Parketo skutejai” ambos en 2014 e “Igloo”
2015. Su primer largometraje llegó con “Summer Survivors” 2018 y ahora nos
ofrece “Slow” 2023.
¿Qué significa ser un
hombre?, cuestión con la que Dovydas no solo
interroga a Elena en un momento determinado, sino que lanza al público
asistente a la sala; llevándonos con este dilema, en parte, hacia la frase que reza en el cartel de la película “Una
historia de amor sin sexo” y es que sin duda, hoy en día, nos resultaría
extraña una relación de pareja entre dos personas, sean del sexo que sean, en
donde la sexualidad no formase parte de ese concepto universal y tantas veces
mitificado que es el amor. Todo comenzará a aclararse cuando Dovydas, informa a
Elena y por ende al espectador, que es abiertamente asexual. A partir de este
punto de inflexión, el espectador curioso se acomoda y entrega todos los
sentidos a lo que está por venir en la gran pantalla.
Una historia tan sutil,
como el batir de las alas de una mariposa, expresión que ya me habréis leído en
otra ocasión pues la utilicé para un filme tan frágil y fuerte, como el que nos
concierne ahora. Una narración delicada en su escritura en medio de diálogos
que nos llevan a la reflexión y con nervio, en la dirección. La joven directora
lituana, Marija Kawtaradze, disocia
con suma elegancia y un romanticismo exento de cursilería, el amor desde un
enfoque nunca visto en la gran pantalla, al menos por quien os está escribiendo.
Analiza una de las múltiples facetas del querer, una de tantas desconocidas por
el ser humano y que bien sea por educación, convencionalismos o creencias
religiosas, solo se despiertan en las mentes de los más inquietos o en quienes
están abiertos a experimentar nuevas sensaciones, emociones y percepciones. Si
el ser humano nace libre, el amor que galantea con él, con mayor motivo.
Cuatro son las grandes
columnas que sustentan este filme: Las dos primeras recaen sobre los hombros,
las manos y la mente de Marija, firmando un correctísimo guion, en el que nada
sobra ni falta y una dirección tan equilibrada que estremece, en medio de los perfectos
ángulos, la etérea iluminación y la
disposición de la cámara que en ocasiones parece que vaya a traspasar la fina
línea de la intimidad de sus personajes entre travellings, cámara en mano,
planos cortos o primeros planos; pero siempre acertando a dejar el aire
suficiente, para que eso no suceda. Kawtaradze
se apoya en la fotografía de Laurynas
Bareisa, quien recrea postales granuladas, que nos recuerdan otros tiempos
y otra manera de hacer cine, dando importancia a los momentos de silencio
mientras capta y nos regala instantáneas que pasan por las más tiernas miradas,
las más sosegadas sonrisas, las caricias más vaporosas hasta alcanzar a leer
los pensamientos más personales. La tranquilidad es la constante que junto a la
naturalidad, rubrican toda la obra. Con su segundo largometraje, Marija, estampa su firma en el libro de
oro de las grandes directoras.
Los otros dos pilares
los forman las sensacionales interpretaciones de Greta Grineviciute y Kestutis Cicenas, encarnando a esta joven
pareja tan dispar y cuyos polos se atraen de forma excepcional, para hablarnos
de las relaciones de pareja, de los conflictos familiares, la libertad de
elección, el apoyo de los padres y los traumas; de los miedos y la soledad, la
diversidad y la inclusión, de lo espiritual frente a lo carnal e incluso
haciendo crítica sobre las normas establecidas. Alma y cuerpo, siempre
presentes y fusionándose con sus trabajos, que parecen condicionar sus
personalidades. La fuerza, la pasión, la vitalidad que desprende Elena a través
de la danza en contraste con la quietud, la sutileza, la presencia y la paz
que Dovydas, transmite, con la
interpretación del lenguaje. Ambos nos atrapan en sus mundos de formas muy
diferentes pero ante todo, exhalando armonía.
Mi nota es: 8,5
ESTRENO EN ESPAÑA: 19
de enero.
REPARTO: Greta
Grineviciute, Kestutis Cicenas, Pijus Ganusauskas, Laima Akstinaite, Vaiva
Zymantaite, Tove Skeidsvoll, Dominykas Vaitiekunas, Mantas Barvicius, Rimante
Valiukaite, Ugne Siauciunaite, Mantas Stabacinskas, Dovile Silkaityte, Egle
Poskeviciute, Gediminas Rimeika, , Nijole ,Meskyte Misiuniene, Matas
Dirgincius, Pau Colera, Isabel Naveira, Vidas Bizunevicius, Erika Jocyte,
Matthew Woodcock, Olga Kuzmina Davliasevic, Agniete Lisicknaite, Martynas Styra
y Dainius Armanavicius.
PRODUCTORA: M-Films// Frida Films// Garagefilm
International// Film Stockholm.
DISTRUBUIDORA EN
ESPAÑA: Surtsey Films.