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jueves, 6 de febrero de 2020

SOLO NOS QUEDA BAILAR: CRÍTICA DE CINE

La coproducción entre Suecia y Georgia, SOLO NOS QUEDA BAILAR, está dirigida y escrita por Levan Akin.
 
Merab (Levan Gelbakhiani) es un joven bailarín georgiano quien desde los 10 años está emparejado con Mary (Ana Javakhiskvili) en la Compañía Nacional de Danza de Georgia, como pareja de baile. A la compañía llega un nuevo bailarín, Irakli (Bachi Valishvili) convirtiéndose en el rival de Merab, aunque para Merab no será solo su rival, pues trastocará todo su mundo, un mundo en el que se ha sentido muy cómodo, llegando el momento de liberar los fantasmas a los que le cuesta enfrentarse.
 
Las tres cosas más importantes en Georgia, donde se desarrolla la acción son: La Iglesia Ortodoxa, el canto polifónico tradicional y la danza tradicional nacional. Esta última la practican todos los niños y niñas desde muy pequeños, asistiendo a clases. Akin deseaba acercar la música georgiana tradicional a la nueva, encontrando todo tipo de rechazo al solicitar colaboración a la Ensemble Sukhishilebi, quienes argumentaron que la  homosexualidad no existía en la danza georgiana. “La danza georgiana se apoya en lo masculino, aquí no hay espacio para la debilidad” Serán palabras que comenta el profesor, durante una de las clases.  
 
El guionista y director de cine sueco, Levan Akin, se inició en el mundo del cine como asistente en SVT, la Swedish Broadcasting Network, en diversas producciones cinematográficas; también trabajó en Studio 24 durante la producción del magazine Du Live 2007, un año más tarde dirigiría el cortometraje “Las últimas cosas” y en 2011 su ópera prima “Certain People”. Entre otros trabajos se encuentra “El círculo” 2015 y este año nos presenta “Solo nos queda Bailar”. También ha dirigido episodios de series de televisión como: “Anno 1790” 2011 o “Real Humans” 2012. 
 
En una película de estas características, donde el baile es el núcleo a través del cual se van desarrollando las historias de los personajes, junto al tema de la homosexualidad, no puede faltar la música. En esta ocasión el espectador la escuchará y disfrutará en directo, en la gran pantalla. Los temas interpretados serán: Tbiliso Tbil Gziso// Chemtan Iko Is Minda// Zhuzhuna Tsvima// Lomo Shen Lomis Moklulo// Khma Amoighe Fanduro// Ratchuli// Kudratcha Maro// Tsintskaro// I See Your Eye// Tchralo Pepela// Brindis Feria Sofeli// Final Dance// Ra Lamazia Tusheti// Baghshi Gagitsan. Una banda sonora compuesta por Zviad Mgebry y Ben Wheeler 
 
Música y danza que impregnan la pantalla de poesía, tradición, drama social y deseo de libertad, en un país con fuertes tradiciones ancestrales, culturalmente conservadora y religiosa, lo que provoca  la represión de sus habitantes, a través de los gobernantes y la religión existente. El choque visual entre contemporaneidad y tradición, es lo que Levan Akin desea mostrar en su nueva obra, a través de su personaje principal. Un joven apocado, que sigue las reglas que la sociedad le ha impuesto, sin rechistar, quien disfruta con la danza, aunque no se sienta libre cuando baila, pues posee demasiadas normas. Reglas que su mente y su cuerpo, no asumen como naturales. Una vez  más lo inesperado, puede hacer saltar la chispa y que ese aire fresco que se necesita para despertar, llegue hasta uno. En el caso de Merad, ese detonante será Irakli, al que no verá como un rival a batir, aunque en un principio lo parezca, sino como un aliado, que le ayudará a liberarse de la armadura que lleva consigo y así desatar el volcán que hierve en su interior.
 
Cada pieza de baile, expresa más que los diálogos o los momentos que viven los personajes, fuera de la escuela. La sala de baile y cada una de las ejecuciones en dicho espacio, poseen su propia narración y lectura. Los flirteos que Merad mantiene con su compañera y amiga Mary o los enfrentamientos con su nuevo compañero Irakli, en algunos temas. En cada coreografía hay vida, tristeza, opresión, dolor, fuerza, carácter, alegría y sueños; expresando la sociedad en la que viven y las prohibiciones a las que están sometidos, como también sucede en los instantes vividos en los vestuarios, en donde la hombría se revela frente a los comentarios de comadres.
 
Personajes interpretados con absoluta credibilidad, conectando con el espectador a medida que la tensión va creciendo en el desarrollo de la historia, en un filme dirigido con maestría, por Levan Akin. Destaco sin la menor duda, al joven y debutante Levan Gelbakhiani, que encarna a Merad, un personaje que transmuta a medida que sale de su propia crisálida. En cada una de las expresiones que nos ofrece, nos hace sentir lo que su alma grita y lo que su cuerpo desea sentir, culminando con la última pieza que ejecuta. Un final en el que sintetiza todo el filme y lo dejó ahí, pues si todas las danzas ofrecen una fuerza escénica impecable, el final es totalmente sobrecogedor y sincero. Junto a él, mencionar también las interpretaciones de Bachi Valishvili y Ana Javakishvili.   
 
“La danza georgiana no son solo pasos, es la expresión de la sangre de nuestra nación”

Mi nota es: 8
ESTRENO en ESPAÑA: 7 de Febrero



REPARTO: Levan Gelbakhiani, Bachi Valishvili, Ana Javakishvili, Giorgi Tsereteli, Tamar Bukhnikashvili, Marika Gogichaishvili, Kakha Gogidze, Levan Gabrava, Ana Makharadze, Nino Gabisonia, Mate Khidasheli, Aleko Begalishvili, Nia Gvatua, Lucas Hesling, Ketie Danelia y Giorgi Aladashvili.
PRODUCTORA: AMA Productions// RMV Film// Inland Film// French Quarter Film// Takes Film.
DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: Avalon Distribuidora Audiovisual