Pues la primera impresión al
pisar suelo americano fue la de expectación. Expectación porque, aunque no
tenía muchas expectativas sobre Nueva York, si tenía curiosidad. Era la primera
vez que hacía un viaje tan largo Madrid-Londres
Londres- Nueva York, y desde entonces, si puedo evitarlo, no pienso
tirarme ocho horas con el culo clavado en un asiento a no ser que una línea
aérea me prometa compañeros de viaje al estilo “Los Amantes Pasajeros”. Porque
el viaje se me hizo largo, pesado, interminable y excesivamente incómodo. La
vuelta fue muchísimo peor, admiro profundamente a la chica que se durmió en
cuanto despegó el avión y despertó ocho horas después.
También he de decir que el grupo
de amigos con el que viajaba no era el adecuado. No les conocía mucho, y me
apunté porque era una oferta que fue difícil rechazar y… porque estos “amigos”
me lo daban todo hecho. Bien, desembarqué en el aeropuerto JFK, y, la verdad no
me impresionó nada del entorno. Eso sí, se respiraba otro aire, algo muy
difícil de describir y que solo se experimenta cuando te trasladas de un
continente a otro. Pero si algo me llamó poderosamente la atención, fue algo
que había en el Taxi que nos llevó hasta el hotel situado – creo – en la calle
34. Había un cartel que decía algo más o menos como que: SI VES A ALGUIEN
DIBUJANDO UN GRAFITI, LLAMANOS Y TE DAMOS 500 DOLARES… y después el teléfono de
la policía. Así que había que abrir bien los ojos, no sea que haciendo de buen
ciudadano me saliera el viaje gratis.
¿Qué es lo que más impacta del
país al turista?
Nueva York – ciudad -, escuché
decir alguna vez, no se puede mantener por sí sola, tienen que desembolsar
dinerito el resto de los Estados para que siga manteniendo su estatus de
capital del mundo, y eso se nota. Se notan los excesos. Y eso es lo que más
impacta. Y no te queda otro remedio que sentirte como Paco Martínez Soria
cuando llega por primera vez desde Zaragoza a Madrid con la gallina en la
jaula. Miras hacia arriba, ves los rascacielos y te sientes pequeño. La ciudad
está llena de los tópicos que hemos visto en las pelis… Y si alguien se piensa
que se va a encontrar a un negrazo de dos metros sentado en la calle con un
portátil imposible escuchando “rap”, pues í, hay uno en cada esquina. Lo que se
ve en las pelis es todo cierto, es todo verdad. Cuando visité la ciudad – solo
estuve cinco días -, me llevé unos pantalones de floripondios que, según me
enteré después, era una prenda que no suelen usar los caucásicos. Y yo, tan
contento con mis pantacas, dándome mis paseos por la Quinta Avenida… ¿Y cuando
me enteré de que había un conflicto cultural entre mis pantacas de floripondios
y yo?... pues cuando el tercer afroamericano me paró para preguntarme que donde
me los había comprado. Incluso unas señoras de color – color negro –, se
empeñaron en hacerse una foto conmigo. Las pobres se debieron pensar que era
autóctono y quisieron inmortalizarme con un producto genuinamente americano, ya
ves tú, con la pinta de turista de libro que tenía.
La verdad es que la cultura
americana es un referente, las cosas como son. Y en mi viaje yo perseguía cosas
muy distintas que el resto del grupo con quien viajaba. En las fotos que
adjunto al cuestionario puede notarse que yo perseguía el Nueva York de Edward
Hooper, de Norman Rockwell y de Warhol. Estoy tan influenciado por el Jazz, por
el cine negro de los años 40, por el Swing, por el Rock´n´roll de los
cincuenta… que la Gran Manzana me decepcionó completamente.
Busqué durante el tiempo que
estuve en la ciudad cualquier reflejo de todo esto y no encontré ni una
miserable juke – box de monedas en ningún bar. Y algo que me llamó la atención
fue que había muchísimas referencias a Los Soprano… Había hasta PinBall de la
serie. Tengo que confesar que los mejores momentos que pasé en la ciudad fueron
los paseos que daba yo solo por Times Square. Me ponía los cascos con Ella
Fitzgerald mientras caminaba y esa era la única manera de contactar con el
Nueva York que tenía idealizado.