¿Cuál fue la primera impresión al
bajar del avión?
Bajar del avión no fue tan
diferente de llegar a cualquier otro aeropuerto. Desde allí tomé un autobús
hasta la estación central de Shinjuku y eso sí que fue toda una experiencia. Tiene
más de 50 salidas diferentes en varios niveles distintos. El mapa del metro es
como un plato de spaghetti de colores y los nombres de las estaciones me parecían
virutas de chocolate. El calor era sofocante y me resultó complicado encontrar
alguien que hablara inglés y que estuviera dispuesto a pararse un rato a dar
indicaciones a un extranjero.
¿Qué es lo que más impacta del país
al turista?
Para mí lo más impactante es la
educación de los japoneses. Que en un McDonalds puedan dejar tu cámara de fotos
o el móvil encima de la mesa mientras vas al baño y que al volver siga en su
sitio. El silencio en el metro aunque sea hora punta. La perfecta organización
de los millones de personas moviéndose de forma prácticamente sincronizada.
¿Qué ciudades visitaste y cuál es
la que más te gustó?
Solamente he visitado Tokio. Una
población con 13 millones de habitantes da mucho juego y tengo por costumbre no
viajar por viajar así que de momento, cada vez que he vuelto, no he sentido la
necesidad de salir de esta megaciudad.
Actualmente en Tokio se
yuxtaponen tradición y modernidad de una forma a veces abrupta. Es fácil
encontrar unos típicos baños públicos japoneses junto a una tienda de tecnología
punta o en el mismo restaurante varios ejecutivos vestidos de riguroso traje
negro junto a extravagantes adolescentes disfrazados de su personaje favorito
del manga.
¿Cuál es el comportamiento de los
autóctonos hacia el turista?
En general son algo: recelosos de
relacionarse con “gaijin” (extranjeros) Al principio pensé que era un
comportamiento xenófobo, pero enseguida puede comprobar que es algo más
relacionado con la timidez. Son extremadamente vergonzosos y si no están
seguros de hablar perfectamente inglés o de poder darte lo que les pidas, lo
van a pasar muy mal, así que es lógico que prefieran evitar el contacto. No
obstante en las zonas más turísticas la gente con la que uno se puede encontrar
es absolutamente abierta y amigable.
Háblanos de su gastronomía.
La comida japonesa es
extremadamente popular, supongo que no hay nadie que no la conozca. Yo podría
comer todos los días algo de sushi, ramen o empanadillas. En general es una
comida más ligera y menos grasa que la occidental, lo cual a mí me encanta. Si
al invitarte a su casa te preguntan si te gusta el sushi, aconsejo preguntar
primero qué tipo de sushi. No es lo mismo degustar un trocito de atún que
comerse un calamar crudo.
¿Aconsejarías el viaje a tus
amistades? ¿Por qué?
El viaje es absolutamente
recomendable. Por mucho que hayamos oído hablar de Tokio, la experiencia
sensorial que la ciudad puede ofrecer, es inolvidable.