La francesa Céline Sciamma, escribe y dirige, Retrato de una mujer en llamas. Un filme feminista, con claros matices de reivindicación, sobre el papel de la mujer en la historia.
Estamos en 1770, Marianne (Noémie Merlant) llega a una isla del Reino Unido, contratada para pintar a una joven Héloïse (Adèle Haenel), que recientemente ha dejado el convento, para casarse. El cuadro será el regalo de bodas de su madre a su futuro marido, pero Héloïse no sabe que Marianne tiene ese cometido, sino el de dama de compañía, pues su madre, la condesa (Valeria Golino), la tiene engañada, además de no permitirle salir sola de la mansión.
Sobre las normas del castillo y tener que buscar la manera de pintar a Héloïse sin que ella sea consciente, será informada por Sophie, la sirvienta (Luàna Bajrami), una joven que se convertirá en cómplice de Marianne y Hèloïse, pues entre ellas surgirá algo más, que una amistad.
Estamos en 1770, Marianne (Noémie Merlant) llega a una isla del Reino Unido, contratada para pintar a una joven Héloïse (Adèle Haenel), que recientemente ha dejado el convento, para casarse. El cuadro será el regalo de bodas de su madre a su futuro marido, pero Héloïse no sabe que Marianne tiene ese cometido, sino el de dama de compañía, pues su madre, la condesa (Valeria Golino), la tiene engañada, además de no permitirle salir sola de la mansión.
Sobre las normas del castillo y tener que buscar la manera de pintar a Héloïse sin que ella sea consciente, será informada por Sophie, la sirvienta (Luàna Bajrami), una joven que se convertirá en cómplice de Marianne y Hèloïse, pues entre ellas surgirá algo más, que una amistad.
El equilibrio en las voces, la suave fotografía y la ausencia de banda sonora sustituida por el crepitar de la leña en las chimeneas o el viento en el exterior, induce a que escuchemos, observemos y silenciemos, ante este filme poético y sensual, a través del cual sus protagonistas nos invitan a traspasar el umbral de su intimidad, en una época donde el tiempo se desvanece, entre la luz de las velas.
La guionista y directora francesa, Céline Sciamma, estudió cine en La
Fémis, ahora rebautizada como Escuela Nacional Superior de Oficios de la Imagen
y Sonido, contando con el profesor Xavier Beauvois. Su trabajo de fin de estudios
fue con el guion y dirección de “Lirios de agua” 2007, obteniendo un
gran éxito; a este filme le siguieron el cortometraje “Pauline” 2008, “Tomboy”
2011, un drama que ganó numerosos premios internacionales y “Girlhood” 2014. Ahora llega con esta maravillosa película, “Retrato de una mujer en
llamas”. Una realizadora, que en su corta filmografía, se ha hecho un
nombre muy importante en su país. Como curiosidad, ella también es la diseñadora de
vestuario en todas sus películas.
Una obra que se disfruta plano a plano, sin prisas, a través de una fotografía que desde su inicio, nos recuerda a cuadros fuera de un museo. Una fotografía baja de color, salvo cuando Claire Mathon, desea resaltar los tonos de los vestidos. Nos ofrece encuadres llenos de belleza y sutileza, creando intimidad y sensualidad, así como la propia iluminación, que se filtra por recovecos, crea sombras en las paredes desnudas y se fija en los rostros, llenándolos de luz. Todo es armonía, hasta llegar a ese largo plano final que contiene la única pieza musical clásica. Un filme que nos habla de arte y de amor, en otros tiempos. Escucharemos fragmentos del mito de Orfeo y Eurídice, en el libro que lleva consigo Marianne, o los temas musicales del coro de mujeres frente a la hoguera y de Vivaldi, en el cierre. Un filme clásico, en toda la extensión de la palabra.
Una obra que se disfruta plano a plano, sin prisas, a través de una fotografía que desde su inicio, nos recuerda a cuadros fuera de un museo. Una fotografía baja de color, salvo cuando Claire Mathon, desea resaltar los tonos de los vestidos. Nos ofrece encuadres llenos de belleza y sutileza, creando intimidad y sensualidad, así como la propia iluminación, que se filtra por recovecos, crea sombras en las paredes desnudas y se fija en los rostros, llenándolos de luz. Todo es armonía, hasta llegar a ese largo plano final que contiene la única pieza musical clásica. Un filme que nos habla de arte y de amor, en otros tiempos. Escucharemos fragmentos del mito de Orfeo y Eurídice, en el libro que lleva consigo Marianne, o los temas musicales del coro de mujeres frente a la hoguera y de Vivaldi, en el cierre. Un filme clásico, en toda la extensión de la palabra.
Sciamma vuelve a
ofrecernos un filme minimalista, en el cual los elementos más importantes son
la madera y las telas. Maderas visibles en los muebles, suelos, puertas o marcos que
soportarán los lienzos sobre los que Marianne pintará y telas, que ocultan
espacios y secretos, que cubren ventanas, muebles o el piano que sonará tímidamente
bajo los dedos de Marianne, sin olvidarnos del vestuario que representa un tiempo
pasado, con vestidos pesados y numerosas capas que cubrían prácticamente todo
el cuerpo de la mujer, salvo los siempre sensuales escotes o parte de los brazos.
Una película en donde el
romanticismo susurra, dejando a las miradas que hablen. Pues serán esas miradas
directas, lascivas, misteriosas e interrogativas, junto a los gestos de
aproximación, quienes cortarán y agitarán las respiraciones, bajo una intensidad conmovedora. Pocas
palabras se precisan, cuando los cuerpos se entienden. Una historia de amor que prende entre las paredes del castillo, siendo alimentada por el viento y el mar, siempre bravo.
Hay muchos momentos que
se quedan retenidos en nuestra mente y que seguramente cada espectador tendrá
los suyos propios. Personalmente me quedo con el instante que Hèloïse le dice a
Marianne que quiere ir a misa y estar un rato a solas. Marianne le comenta, algo
así como: “disfrutarás de un momento de libertad” a lo que ella le responde: “¿La
libertad es estar sola?, o en uno de esos instantes en los que Hèloïse está sentada sobre el taburete y le pide Marianne que se acerque, la pintora acepta y cuando está junto a
ella, casi cara a cara, Hèloïse con voz seductora le comenta: “Piensa que yo
también te veo desde aquí”
Las exquisitas, aunque también se podrían definir como pasionales interpretaciones de Adèle Haenel y Noémie Merlant, son las columnas vertebrales de esta delicada historia, en la cual ambas demuestran la capacidad absoluta para poder desnudar en cuerpo y alma, a sus personajes. Una desnudez que será desvelada, a quien de verdad corresponda.
Las exquisitas, aunque también se podrían definir como pasionales interpretaciones de Adèle Haenel y Noémie Merlant, son las columnas vertebrales de esta delicada historia, en la cual ambas demuestran la capacidad absoluta para poder desnudar en cuerpo y alma, a sus personajes. Una desnudez que será desvelada, a quien de verdad corresponda.
Mi nota es: 8,5
ESTRENO en ESPAÑA: 18 de Octubre
PRODUCTORA: Arte France Cinéma, Hold Up Films y Lilies Films.
DISTRIBUIDORA en ESPAÑA: Karma Films.