La coproducción entre Marruecos, Francia, Bélgica y Dinamarca, El Caftán Azul está dirigida por Maryam Touzani compartiendo guion con Nabil Ayouch. “El caftán tiene que ser capaz de sobrevivir a la persona que lo lleva. Pasa de madres a hijas. Resiste el paso del tiempo”
Halim (Saleh Bakri) y Mina (Lubna Azabal) son un matrimonio marroquí que regentan una tienda tradicional de caftanes hechos a mano, en el casco antiguo de Salé. Mina está enferma pero no quiere ir al hospital, pues sabe que lo suyo es incurable y no desea empeñarse económicamente. Halim por su parte, realiza escapadas a los baños públicos para mantener relaciones con otros hombres. Junto a ellos nos encontramos con Youssel (Ayoub Messioui), un joven aprendiz que está enamorado de Halim.
La actriz, guionista y directora, Maryam Touzani, se graduó en la Universidad de Londres en Comunicación y Periodismo en 2003, regresó a su país natal, Marruecos, donde comenzó a trabajar como periodista cultural, especializándose en cine del Magreb. Sus primeros trabajos cinematográficos los desarrolló como guionista. Se inició en la dirección con el documental “Quand ils dorment” 2012, para continuar con el cortometraje “Aya wal bahr” 2015 y antes de debutar en el largometraje de ficción con “Adam” 2019, trabajó a las órdenes de Nabil Ayouch como actriz en “Razzia” 2017. Ahora nos ofrece “El Caftán Azul” 2023.
Según la descripción de la wiki, el caftán es una prenda de algodón o seda abotonada por delante, con mangas, que llega hasta los tobillos y se viste con una faja. Podemos encontrar caftanes en el antiguo imperio otomano, los batik del Sureste Asiático, rusos y por supuesto, los que vemos en este filme, procedentes de Marruecos. Existen numerosos estilos y diseños, dependiendo de las ciudades de origen: Tetuán, Fez, Rabat, Salé y Marrakech y pueden estar elaborados en brocado, terciopelo, seda y otros tipos de tejidos, desde los más sencillos a los más ricos. Por último, comentaros que pueden ser utilizados en ocasiones informales y formales, dependiendo de las telas con las que están confeccionados y su diseño. Como siempre, más información en nuestra gran amiga y enciclopedia, Wikipedia.
En el año 2020 Touzani nos ofreció su ópera prima “Adam”. Un filme modesto, intimista y lleno de encanto con el que nos sorprendió y conquistó. Quizás ante el éxito obtenido, repite la fórmula, pues si cabe, la nueva obra respira más intimismo y austeridad. Se apoya de nuevo en tres actores y en pequeños espacios como la tienda, la trastienda y la casa en la que vive el matrimonio. Si bien el tema principal de Adam fue la familia y la maternidad, en esta ocasión, el caftán azul, versará sobre la familia vinculada con la homosexualidad y la enfermedad, a través de un trío muy bien avenido, despertando entre ellos grande dosis de humanidad y la necesidad imperiosa de sentirse queridos.
Mina y Halim llevan 25 años de matrimonio, ella sufre una enfermedad incurable y conoce la inclinación sexual de su marido. Él, libera su tensión sexual en los baños públicos y ama profundamente a su mujer, con quien siente una deuda afectiva. Una pareja que ha aprendido a convivir con carencias suplidas por el amor, el respeto y la complicidad que se dispensan y entre ellos, Youssel, el recién llegado, sabiendo que lo suyo es un amor imposible, buscará crear lazos de amistad con ambos. Una historia, que a medida que transcurre el metraje, el espectador se va encariñando con los tres por igual, pues simplemente resultan adorables en un mundo lleno de codicia, envidias y malas artes. Un filme frágil, delicado y de una rabiosa actualidad, en el cual la veracidad demoledora que exudan sus tres personajes, traspasa la pantalla, entre magníficas interpretaciones. Un filme con tantas capas como puede contar una cebolla y simbolismos como los colores en los tejidos, principalmente el rosa y el azul, pues ambos tonos reciben un trato muy diferente; la seducción durante la escena del baile resguardados por las paredes del hogar o la invitación a comer.
Rodada en interiores, con una luz tenue que aspira y consigue traspasar el alma y estimular los encuadres, acercándonos a la cotidianidad, al día a día en el trabajo, a los instantes destinados a la oración, a la higiene, al descanso, a la reflexión o las conversaciones que mantienen en la intimidad. Minuciosos primeros planos que atrapan cada detalle de la laboriosa confección del caftán o las elaboraciones gastronómicas, cuando somos invitados a sentarnos, de forma invisible, en la mesa. Un filme que aboga por el amor y amistad en medio de la resignación, el dolor, la enfermedad, el regocijo de la esencia frente a las tentaciones de la carne y las risas a carcajadas que liberan las tensiones y acercan los corazones. Miradas tiernas, cómplices y cargadas de una sexualidad latente. Todo ello retratado con suma elegancia por Virginie Surdej, con quien ya trabajo en su anterior película, mientras la banda sonora recae en Kristian Eidnes Andersen. Notas en una partitura que se filtran sigilosas entre las respiraciones, los rincones, los largos silencios, las caricias siempre bien recibidas, la entrega o la pasión. En resumen, un trabajo confeccionado con la precisión y dedicación de una maestra, que deja al espectador de nuevo, con ganas de seguir disfrutando de su arte.
Mi nota es: 8,5
ESTRENO EN ESPAÑA: 10 de marzo.
REPARTO: Saleh Bakri, Lubna Azabal y Ayoub Messioui.
PRODUCTORA: Les films du nouveau monde// Ali n´ Productions// Snowglobe Films.
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Karma Films.