The Rider,
cuenta con guion y dirección de Chloé
Zhao, basándose en una historia real del propio Brady Jandreau.
Brady
Blackburn (Brady Jandreau) vive en
South Dakota, en la reserva de Pine Ridge, junto a su padre Wayne Blackburn (Tim Jandreau) y su hermana
discapacitada Lilly Blackburn (Lilly
Jandreau). Ha sufrido un grave accidente en la cabeza que le imposibilita
volver a su vida, los rodeos.
Tras
salir del hospital buscará la manera de retomar su oficio, aunque lo máximo que puede hacer es
entrenar a los caballos que le encargan. Pero su vida es el rodeo, es lo único
que sabe hacer, desde que su padre lo llevó por primera vez, uno.
Un
filme basado en hechos reales y donde los propios protagonistas del drama, se
interpretan a sí mismos, en un gran acierto por parte de la directora Chloé Zhao, quien conoció al
protagonista, del que sería su segundo largometraje tras “canciones que mis
hermanos me enseñaron” 2015, en la reserva de Pine Ridge. Le intrigó la
conexión tan especial que mantenía con los caballos y la forma en que los
entrenaba y tras conocerse, Chloé aprendió a montar a caballo, a mover el
ganado y las raíces del rodeo. En definitiva, la vida de un vaquero, historia
que tras el accidente que sufriría Brady, decidió que fuera la de él, tras proponérselo.
El
Western nos vuelve a visitar a la gran pantalla, pero de nuevo con ese toque
moderno dentro de esa Norte América profunda, muy profunda. Un filme de
superación intentando enfrentarse a la vida, fuera de su círculo. Un círculo
cuyo mundo han sido los caballos o los toros. De los montadores de broncos o
jinetes de toros, como ellos lo llaman.
Una
historia triste, donde el trabajo escasea, las deudas se amontonan y el dolor persiste. El emprender la búsqueda
de un futuro, tras perder su presente,
el refugiarse en su hermana, que le adora y quien con su deficiencia mental,
dará más de una respuesta a su hermano. La frustración de no poder hacer
aquello para lo que nació, los encuentros con su mejor amigo, su hermano, como
le gusta llamar a Lane Scott, jinete
de toros y que se quedó parapléjico tras un accidente.
Si el Oeste americano tuviera un corazón
emocional como el humano, se encogería ante esta historia tan bien dirigida,
emotiva y desgarradora. Exponiendo toda la belleza de sus grandes llanuras, sus
colinas y los cañones, que entre otros,
presenta el extenso y duro estado de
Dakota del Sur. Un filme que por instantes, juega con una narración al más puro
estilo de documental de ficción y por la naturalidad que ante nuestros ojos,
desfilan los fotogramas. Todo tiene su tiempo, no hay prisa por contar lo que
nos está narrando con tanta delicadeza y se agradece. Una historia que se enriquece con la
magnífica fotografía de Joshua James
Richards, en la cual, en ocasiones, las imágenes silencian a las palabras,
por importantes que estas sean.
La
familia Jandreau, está impresionante interpretándose a ellos mismos, tan
contenidos y creíbles. Pero me voy a quedar con ese emotivo, soñador, romántico
de la tierra que pisa y amante de los caballos que cabalga, Brady Jandreau y quien me robó en parte
el alma, su hermana Lilly. No es de extrañar, que cuando él está junto a ella,
se perciba tanta paz.
“Sabes, Lilly, creo que
Dios nos da un propósito a cada uno de nosotros. Para el caballo, es correr por
las praderas, para un vaquero, es montar”
Mi nota es: 9
ESTRENO en ESPAÑA: 21 de Septiembre
REPARTO: Brady Jandreau, Tim
Jandreau, Lilly Jandreau, Cat Clifford, Terri Dawn Pourier, Lane Scott, Tanner
Langdeau, James Calhoon, Derrick Janis.
PRODUCTORA:
Caviar Films/ Highwayman Films
DISTRIBUIDORA
en ESPAÑA: Caramel Films España