El lado oscuro del corazón,
del argentino Eliseo Subiela, la
reposición de un canto de amor, a la poesía y a la vida.
“…pero
eso sí, en eso soy irreductible, no les
perdono bajo ningún pretexto, que no sepan volar”.
Es el magnífico fragmento que Oliverio, interpretado por Darío Grandinetti recita en la cama tras hacer el amor con una
chica. Fragmento que casi siempre servirá de inicio en una conversación, cuando
conoce a una fémina.
Oliverio es un poeta treintañero que
sobrevive recitando sus poesías en la calle, entre los coches parados en un
semáforo esperando una moneda a cambio, o publicando de mala manera alguna de ellas;
pero el dinero poco le importa más que para sobrevivir. Cuando le echan de una
pensión por no pagar, amablemente se despide y busca otra.
De vez en cuando deja su ciudad Buenos
Aires para viajar a Montevideo, lugar donde un día conoce en un Cabaret de mala
muerte a Ana (Sandra Ballesteros),
una prostituta de la que se enamora.
En su camino estarán presentes sus dos amigos
Erik (Andre Melançon) y Gustavo (Jean Pierre Reguerraz), su ex mujer (Mónica Galán) y quien parece no
despegarse de su sombra, con un acoso constante, la muerte (Nacha Guevara), incluso en un cameo veremos al
propio Mario Benedetti, recitando
sus poemas en alemán.
Si lo que pretendía Subiela era seducir al espectador como
lo hace el protagonista con las palabras surgidas de su mente y emitidas por su
boca, y quedar atrapado en sus redes de imágenes surrealistas, de locales que
nos traen los aromas de los asados, entre atmósferas taciturnas, errantes y de
soledad deseada o forzada, lo consigue.
El lado oscuro del corazón es una
película diferente, una obra para un público adulto que sepa degustar cada
minuto como se merece un buen guiso, sin ser desperdiciado. Una cinta llena de
belleza plástica y poética, con soberbias interpretaciones. Donde la fotografía
de Hugo Colace nos recrea cuadros en
espacios naturales o de interiores claustrofóbicos, que se desvanecen ante
nuestros ojos, como el humo de los cigarrillos o las palabras de soledad, amor,
tristeza, deseo…recitadas por Oliverio, en busca de la mujer que le haga volar Una obra coronada por la banda sonora a cargo de Osvaldo
Montes para transportarnos a una Argentina envuelta en nostalgia infinita,
rodeada de pobreza, pero insultante en creatividad artística y deseos de vivir.
Crítica política y social, pero ante
todo un grito desesperado al amor que se mantiene arraigado a las palabras,
flotando en el espacio y donde los cuerpos desean experimentar para poder
volar, para seguir soñando, para tener un motivo por el que existir.
Esta magnífica película argentina se
estrenó el 28 de mayo de 1993 en España y en esta ocasión su reestreno será el
inicio de una serie de homenajes al director desaparecido. La copia está
completamente restaurada y cuenta con textos además del propio Oliverio Girondo, de Mario Benedetti y Juan Gelman.
La película obtuvo los siguientes
premios en 1992: Mejor Película en el Festival de Monteal. Festival de la
Havana: Mejor Actor y en el Festival de Biarritz Mejor actora y mejor actriz
Cerraré esta reseña con uno de los múltiples
y maravillosos fragmentos del gran guion que la película posee.
“Nunca veas a una puta con la luz del día. Es como mirar una
película con la luz encendida. Como el cabaret a las 10 de la mañana, con los
rayos del sol atravesando el polvo que se levanta cuando barren. Como descubrir
que ese poema que te hizo llorar a la noche, al día siguiente apenas te
interesa”
Recomendable para amantes del cine
Mi nota es: 8,5
REESTRENO en ESPAÑA: 8 de Septiembre
REPARTO:
Darío Grandinetti, Sandra Ballesteros, Nacha Guevara, Mario Benedetti, André
Melançon, Jean-Pierre Reguerraz, Inés Vernengo, Mónica Galán, Marisa Aguilera.
PRODUCTORA:
CO 3 / Transeuropa
DISTRIBUIDORA
en ESPAÑA: Films Buró.