sábado, 2 de marzo de 2013

AZORIN: UN ESCRITOR COMPROMETIDO DE LA GENERACIÓN DEL 98

Tal como hoy, hace 43 años nos abandonó uno de los grandes escritores de la generación del 98. José Augusto Trinidad Martín Ruiz. Tal vez su nombre no les suene a muchos, pero si lo dejamos en su seudónimo “Azorín” creo cualquier amante de la literatura se recordará de alguna de sus obras.

Azorín nació en Alicante, Monóvar, el 8 de junio de 1873 y murió en Madrid el 2 de marzo de 1967. Junto a Baroja y Maeztu fue uno de las tres cabezas principales de la generación del 98. En 1893 publicó un folleto, la crítica literaria en España, con el seudónimo de “Cándido” y en 1894 con el seudónimo de “Ahrimán” su primer libro “Buscapiés”.

Estudió bachillerato en el Colegio de Escolapios en Yecla, Murcia, de donde era su padre, militante en el Partido Liberal-Conservador; donde llegó a ser alcalde y diputado. Ejercía de abogado en Monóvar y poseía una importante hacienda. Azorín se crió en una familia tradicional burguesa y acomodada. Fue el mayor de sus nueve hermanos.

Entre 1888 y 1896 cursó estudios de derecho en Valencia, donde se interesaba por el krausismo y el anarquismo y se entrega a febriles lecturas literarias y políticas.

Tras sus trabajos en periódicos como: La Educación Católica de Petrer, El Defensor de Yecla, El Eco de Monóvar, El Mercantil Valenciano e incluso en El Pueblo, periódico de Vicente Blasco Ibáñez, casi siempre con críticas teatrales de obras de fuerte contenido social. Elogiando las obras de: Ángel Guimerá, Benito Pérez Galdós y Joaquín Dicenta, muestra sus inclinaciones anarquistas. Traducirá el drama La intrusa de Maurice Maeterlinck, entre otras obras y en 1895 Azorín publicará sus dos primeros ensayos: Anarquistas literarias y Notas sociales, en las que presenta al público sus principales teorías anarquistas.

En 1896 se establece en Madrid donde colabora en periódicos y revistas, fue crítico y traductor y colaboró con El País (1896) donde fue despedido. Al año siguiente trabajaría para El Progreso recibiendo el apoyo de Leopoldo Alas. Poco a poco su nombre comenzó a sonar hasta llegar a escribir para publicaciones hispanoamericanas, como El diario de la Marina de la Habana, siempre firmando con seudónimos.

No sería hasta 1904, cuando adopta su seudónimo definitivo “Azorín” publicando su trilogía: La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo.

Su actividad política comenzará en 1905, al colaborar en ABC. Antonio Maura y sobre todo el ministro Juan de la Cierva y Peñafiel, se convierten en sus máximos valedores y entre 1907 y 1919 sería 5 veces diputado, y dos breves temporadas subsecretario de Instrucción Publica (1917 y 1919) Tras una larga trayectoria en la prensa madrileña se incorpora a la Vanguardia como escritor literario, donde escribiría cerca de 200 artículos.

Viajó incansablemente por España y ahondó en la lectura de los clásicos del Siglo de Oro.

En 1924 fue elegido Miembro de Real Academia Española.

Durante la primera Guerra Mundial se refugió en Francia y luego, desde 1936, al estallar la Guerra Civil Española tomó como residencia París, regresando a España gracias a la ayuda del ministro de interior, Ramón Serrano Suñer, a quien en 1955 dedicó su obra: El pasado.

En 1946 se le otorgó la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.

Sus obras se dividen fundamentalmente en dos grandes apartados: Ensayo y novela, aunque también escribiría obras teatrales…

Me centraré, para terminar en sus novelas, que se pueden dividir en cuatro etapas:

La primera etapa: Muestra predominio de los elementos autobiográficos, tomando como protagonista a Antonio Azorín (del cual toma el seudónimo) personaje de ficción que se convierte en la conciencia de su creador. Entre ellas destacan: La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904)

En su segunda etapa, Azorín reflejará a través de sus personajes sus propias inquietudes: La fatalidad, la obsesión por el tiempo, el destino, etc. Entre esas obras encontramos: Don Juan (1922), basada en la conversión cristiana del mito. Doña Inés (1925)

A la tercera etapa corresponden: Félix Vargas (1928) Superrealismo (1929) y Pueblo (1939) todas ellas marcadas por el vanguardismo y por el drama personal y cosmológico inspirado en el gran poeta austroalemán Rainer María Rilke.

La cuarta etapa y tras un silencio profundamente marcado por la guerra civil, Azorín vuelve a la narrativa con El escritor (1941), María Fontán (1943) y La isla sin aurora (1944)

Su forma de escribir, tan peculiar, se caracterizaba por el impresionismo descriptivo, por el uso de una frase corta y de sintaxis simple, por el menudeo de un léxico castizo y por las series de dos adjetivos unidos por una coma.

En sus últimos años vivió muy recluido en sus lecturas y paseos solitarios, así como su afición al cine, convirtiéndose en un asiduo incansable y comentador.

Quienes lo conocieron hablaban sobre él que era un hombre tímido, cortés, bondadoso y con cierta ironía inocente.

Se casó con Julia Guinda, quien lo acompañó inseparablemente a lo largo de tantos años de meditación y labor.

 

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