Estamos en el año 2008,
el año que Pekín acogió Los Juegos Olímpicos. Se nos muestra como el tranquilo
y silencioso desierto del Gobi es atravesado por un autobús con pasajeros,
cuando de pronto aparece una manada de perros salvajes que provocan que el
autobús vuelque y los viajeros tengan que salir por la luna frontal del
vehículo. Entre ellos se encuentra el ex convicto Lang (Eddie Peng). Al llegar al destino escuchan por megafonía que un perro negro y delgado ha estado rondando el
pueblo y que se cree que tiene la rabia, pues ha atacado a varias personas; si
alguien lo encuentra, debe avisar a las autoridades y se le recompensará. Lang se
sorprende que el pueblo esté medio abandonado y en uno de sus paseos se
encuentra con Xin, el perro negro, del que todos hablan.
Guan
Hu,
se graduó en la Academia de Cine de Pekín en 1991, convirtiéndose en el
director más joven del Estudio de Cine de Pekín. Ha destacado por ser una voz
importante de la sexta generación de directores chinos. Debutó en la dirección
con “Suciedad” 1994 y continuó con “Violonchelo en un taxi” 1996, Adiós a
nuestro 1948” 1999, “Ojos de una belleza” 2002, “Vaca” 2009, “Diseño de la muerte”
2012, “El chef, el actor, el sinvergüenza” 2013, “Señor Seis” 2015, “Corre por
el amor” 2016, “Mi gente, mi país” 2019, “Los ochocientos” y “El sacrificio” 2020 y este año nos trae su
“Perro negro” 2024.
Black Dog no es una
película para todos los públicos, ni siquiera para los amantes de los perros,
pues su narración y puesta en escena van por otros derroteros. Nos recuerda al
cine de autor con ese estilo tan personal y característico de décadas pasadas y
que aún, de vez en cuando gusta enfrentarse con él en la gran pantalla,
buscando ser sorprendidos, meditar y dejarnos llevar, como sucede en esta ocasión.
Con esa cámara silenciosa, palabra esta que seguramente utilizaré en más de una
ocasión, pues el silencio humano es una de las características del filme.
Cámara que se ofrece
voluntaria para guiarnos por ese pueblo en decadencia, perdido en algún lugar
del desierto del Gobi y en el que sus habitantes parecen formar parte intrínseca
del entorno, a la espera de desaparecer en cualquier momento, sin que nadie les
reclame, como sucede con el zoo, que solo posee un tigre y un par de aves.
Todos miran, todos murmuran e incluso algunos se acercan a preguntar al recién
llegado, pues el resto apenas se alteran, salvo quienes están esperando a Lang,
para cobrar su venganza. Un pueblo casi fantasma que se ahoga en el olvido.
El filme nos presenta a
dos personajes muy diferentes, el humano de nombre Lang, que está disfrutando
de libertad condicional por buena conducta y que nada más llegar a su pueblo
natal, tiene que fichar en la policía, siendo informado de que tendrá que
presentarse todos los días y por otra parte, el animal residente en el lugar,
al que todos quieren dar caza; un galgo negro que atiende al nombre de Xin y
cuyo primer encuentro entre los dos resulta de lo más significativo, pues ambos
marcan el mismo territorio. Con este ritual, los dos machos irán entrando en
contacto, hasta afianzar su amistad. Xin y Lang son dos seres solitarios, olvidados,
dos machos alfa independientes, que no por ello dejan de precisar amor,
compañía y amistad. En un mundo desértico en el que la naturaleza parece muerta,
ellos reclaman su lugar y hasta el ser escuchados, antes de que se les juzgue y
se dicte sentencia.
Con lo más elemental Guan Hu y su compañero en la escritura
del guion, Rui Ge, retratan una
sociedad, un espacio y un país con claros y abruptos contrastes. Como ejemplo,
la sola imagen de un cartel que anuncia la proximidad de Los Juegos Olímpicos
en Pekín, es suficiente para que nuestra mente evalúe y considere la realidad
del país frente a la imagen que se ofreció y, aún en ese estado de desolación y
nostalgia, habitado por personajes taciturnos; la violencia y el ansia de
venganza, siguen latentes. El mal nunca descansa, aunque se desee reparar con
los errores del pasado.
Black Dog busca compensar
el drama que nos va aplastando en la butaca, como el calor a los habitantes del
lugar, con pinceladas de un humor que se me antoja triste o con los instantes
que parecen respirar acción: El tener que rendir cuentas por el pasado o al
organizar las batidas en busca de los perros que han sido abandonados por sus
dueños, tras marcharse de la ciudad, por temor a que enfermen de la rabia. Es
en estos momentos en los que Guan, quien maneja la cámara con una delicadeza
absoluta, colocándola a lomos del viento cálido, se apoya en la fotografía tosca
y agreste de Weizhe Gao, quien no
busca embellecer las escenas, sino mostrarlas con la cruda realidad, así como
la banda sonora, casi invisible, pues es la naturaleza, como ocurre en la vida
real, quien ofrece su propia partitura.
En resumen, Black Dog
bebe de ese cine contemplativo, de esa ventana abierta al mundo que te invita a
detenerte, mirar a través de ella y observar cuanto sucede en esa parte del
mundo, por sencillo que nos pueda parecer. Hay algo o mucho en este filme que
nos hechiza y relaja los sentidos, mientras que en otros se dibujan sonrisas en
nuestros labios, por lo que contemplamos ante las reacciones de esos dos personajes,
unidos por el destino. Un vagabundo de cuatro patas y un humano que parece
buscar refugiarse en la soledad y el silencio, tal vez como acto de contrición
y redención o quizás…
Mi nota es: 7
ESTRENO EN ESPAÑA: 4 de
julio
REPARTO: Eddie Peng,
Tong Liya, Jia Zhangke, Zhang Yi, Hong Yuan, Zhao Yi, Jing Liang y Vision Wei.
PRODUCTORA: The Seventh Art Pictures// Huayi
Brothers// Momo Pictures.
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Surtsey Films.
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