Angélica
Liddell abre la edición 41ª del Festival de Otoño el 9 de noviembre con Liebestod.
El olor a sangre no se me quita de los ojos. Juan Belmonte, una obra sobre la
relación entre el amor y la muerte
A partir del 9 de
noviembre el curso escénico de la Comunidad de Madrid entra en uno de sus
momentos álgidos con la llegada del Festival de Otoño,
que este año alcanza su edición número 41 con 38 compañías, colectivos y
artistas provenientes de 12 países y 6 autonomías españolas. Como afirma su
director Alberto Conejero, “una vez más conviven sin jerarquías el teatro
de texto, el de objetos, el teatro físico, la danza y, este año, con mucha
mayor presencia que en anteriores, la música. Nuestra voluntad es trascender
estas categorías, que la escena sea un lugar para la hibridación, para lo que
escapa de las taxonomías”.
Con 9 estrenos
absolutos, 7 estrenos en España y 34 en la Comunidad de Madrid, el festival se
va a desarrollar en 13 espacios de la capital y en otros 15 de la región. La
primera semana presenta ya 13 espectáculos y, como viene siendo tradición, el
arranque tendrá lugar en los Teatros del Canal, sede principal del festival, en
esta ocasión con una nueva comparecencia de nuestra artista escénica más
celebrada internacionalmente en estos momentos, Angélica Liddell, que
viene a presentar Liebestod. El olor a sangre no se me
quita de los ojos. Juan Belmonte.
Estrenada en 2021 en la
meca del teatro europeo, el Festival de Avignon, Liebestod ha agotado
entradas y ha cosechado encendidas ovaciones tanto en la ciudad provenzal como
en París, Berlín, Bruselas, Praga, Lausanne, Barcelona o Estocolmo. El mítico
torero Juan Belmonte se cruza con Wagner para, como señala Liddell,
“hablar de una historia del teatro que es la historia de mis raíces y la
historia de mis abismos. Se cruzan para darle voz a mi oscuridad y al origen de
mis obras. El cielo cae a la tierra y el infierno sube al trono de Dios. No
estoy tan preocupada por lo que se pueda entender, sino por lo incomprensible,
por el asombro, por la Epifanía ante lo inexplicable. No me interesa la
reproducción de la realidad sino de lo real, es decir, lo invisible”.
Una vez inaugurado el
festival, asistimos a los primeros espectáculos internacionales de una cita que
siempre se ha caracterizado por reunir cada año algunos montajes hechos y
celebrados más allá de nuestras fronteras. Será en esta ocasión con dos piezas
latinoamericanas que comparten la sencillez en su ejecución, sustentada en un trabajo
actoral impecable y en la profundidad de sus planteamientos, que dibujan un
acercamiento a lo mejor y lo peor del ser humano.
Desde Chile llega Villa, de Guillermo
Calderón (Teatros del Canal, 10 y 11 de noviembre), en el año en el que se
está recordando el golpe militar que acabó con el gobierno popular de Salvador
Allende y trajo la dictadura de Augusto Pinochet. Se trata de una obra
estrenada en 2011 que se retoma ahora que el debate sobre la gestión de la
memoria está más candente que nunca. De eso va Villa (título que hace
alusión a Villa Grimaldi, que albergó uno de los centros de detención y tortura
durante la dictadura), de cómo gestionar la memoria, de cómo enfrentarla, de
las contradicciones que supone y los sentimientos que pone en juego. Montaje de
escueta teatralidad, dirigido por el propio Calderón, las tres mujeres
protagonistas, que no se conocen entre sí, son interpretadas por tres actrices
impresionantes, sin que les haga falta aparataje alguno, ni vestuarios, ni
maquillajes, ni escenografías ni espacios sonoros. A pelo, con la crudeza que
el propio tema de la función expone.
Y desde Argentina
llega Experiencia II: Encuentros breves con
hombres repulsivos (Centro de Cultura Contemporánea
Condeduque, 10-12 de noviembre), una versión teatral de algunos de los relatos
contenidos en Entrevistas breves con hombres repulsivos del escritor
norteamericano David Foster Wallace, que escribe y dirige el maestro Daniel
Veronese con dos grandes actores argentinos: Marcelo Subiotto y Luis
Dziembrowski. Se trata de la segunda pieza de las llamadas Experiencias
Veronese que desde 2019 se vienen desarrollando en la sala Timbre 4 de
Buenos Aires, todas ellas con una estructura sencilla: dos sillas, una mesa y
dos actores. En este caso, la pieza apuesta por desentrañar la condición
masculina contemporánea en los encuentros con mujeres, donde los hombres dan
rienda suelta, sin acritud, al cinismo, la sobreprotección y la infantilización
de la mujer, la condescendencia, la intimidación, las pequeñas y grandes
violencias, el egoísmo y la resistencia e incapacidad de mirarse a sí mismos
con ojos críticos.
La música tiene este
año una gran presencia a través de varios ejercicios híbridos que dan como
resultado artefactos escénicos como Amadora, que
reúne palabra, cuerpo y música con un marcado acento femenino (Teatros del
Canal, 11 y 12 de noviembre). Composiciones de Miren Iza, alma del grupo
Tulsa, dramaturgia y dirección de María Velasco, coreografía de Josefina
Gorostiza e interpretación de Socorro Anadón, Carmen Mayordomo y Celia
Bermejo. Juntas para elevar un sentido homenaje a la madre como concepto y a
las madres como heroínas de andar por casa, siempre a merced del deseo ajeno,
siempre dispuestas. Hay otros dos ejes temáticos relacionados en este
espectáculo: el dolor, compañía silenciosa que estigmatiza a la mujer, y los
roles que se le asignan en la representación social tradicional.
También buscando la
fusión entre palabra y música para hablar y reivindicar lo femenino, la
actriz Eva Rufo se reúne con el músico Enrico Barbaro para
presentar el 11 de noviembre en Réplika Teatro Yo deseo (recital electrónico de
inconfesiones femeninas). Se trata de un compendio de
textos poéticos desde los márgenes del mundo oficial masculinizado, viajando de
Safo a Sor Juana Inés, pasando por Li Ye, Wallada, Hildegarda de Bingen,
Hadewijch de Amberes, Hafsa Al-Rakunía, Beatriz de Día, Christine de Pizan,
Florencia Pinar, Teresa de Ávila, Louise Labé, Gaspara Stampa o Aphra Behn. Sus
voces dialogarán en este recorrido con las de autoras contemporáneas como Ana
Frank, Gloria Fuertes, Alejandra Pizarnik, Idea Vilariño, Gioconda Belli, Ana
Rossetti, Aurora Luque, Anne Carson o Elena Medel. En el centro, el
descubrimiento del propio cuerpo, la contemplación de la belleza del ser amado,
la excitación, el encuentro sexual, la separación y la ausencia, todo ello
desde la posición activa y deseante, en primera persona.
Réplika Teatro se
inunda así de poesía en este primer fin de semana del Festival de Otoño, porque
tras Yo deseo acoge Pictura Fulgens: a través del fulgor,
una celebración performativa que cuenta con la poeta, escritora y creadora
escénica Violeta Gil como maestra de ceremonias. Durante las pasadas
tres ediciones del Festival, bajo el título genérico de Pictura Fulgens,
se llevaron a cabo una serie de experiencias en las que poetas jóvenes
dialogaron con obras de arte de los museos del Prado, Reina Sofía y Thyssen.
Ahora se reúnen sus poemas en un libro y sus autores en esta fiesta otoñal que
se desarrollará a lo largo de todo el domingo 12 de noviembre desde las 13h. y
con entrada libre.
Y de la fiesta
multitudinaria al recogimiento íntimo de Una casa en la montaña,
obra escrita y dirigida por el dramaturgo catalán Albert Boronat, que
junto a los actores Javier Beltrán y Sergi Torrecilla, genera un
encuentro con un grupo de 20 personas para compartir comida, bebida y compañía
y convocar el gesto más esencial y ancestral del teatro: contar historias. En
concreto, aquí se cuenta la historia de dos hombres reunidos en una solitaria
casa en mitad de una montaña, como reza el título. No sabemos nada de ellos,
pero hay algo que sí se sabe: que uno de ellos debe acabar con el otro. Una
obra que, en palabras de su autor, “hace explotar la expectativa convirtiéndose
en una máquina en la que cualquier evento es posible”. La pieza tendrá lugar
los días 11 y 12 de noviembre no en un espacio teatral al uso, sino en un
rincón del Salón de Baile del Círculo de Bellas Artes, que felizmente vuelve a
ser sede del Festival de Otoño después de varios años de ausencia.
También convocando la
intimidad y la cercanía, desde Dinamarca llega un montaje delicioso apto para
toda la familia, una tentativa sobre el clásico Alice in Wonderland (Alicia en el País
de las Maravillas) a cargo de la veterana compañía
danesa Asterions Hus. Con interpretación, dramaturgia y coreografía de Tilde
Knudsen y dirección de Peter Kirk, el montaje de la obra de Lewis
Carroll ha tenido la colaboración fundamental de la diseñadora de vestuario
inglesa Susan Marshall, ya que, como explica Knudsen, “usamos el vestuario y
las formas geométricas como punto de partida en un proceso divergente que ha
dotado a la actuación de una fuerte expresión visual”. Basado en piezas
modulares y en las sencillas formas circulares, triangulares y cuadradas, el
vestuario es tan estrafalario y cambiante como el propio país de cuento al que
llega Alicia siguiendo al conejo. Será en el Espacio Abierto Quinta de los
Molinos los días 11 y 12 de noviembre.
Menos inocente pero
igualmente transformador, el trabajo de la compañía Teatro de los
Invisibles nos lleva a poner la mirada sobre un colectivo al que casi
nadie mira y cuando se le mira se hace con miedo, desconfianza y mucho
prejuicio. Estamos hablando de la obra Contención mecánica,
que llega al festival como parte de la colaboración que se viene desarrollando
desde 2020 con la muestra hermana SURGE Madrid, también organizada por la
Comunidad de Madrid. Contención mecánica (Teatro del Barrio, 10 y 11
de noviembre) es un proyecto de teatro documental y artes vivas que nace para
denunciar la violencia psiquiátrica, poniendo el foco en una práctica que sigue
siendo habitual en las unidades de psiquiatría y servicios de urgencia del
estado español: atar a las personas a la cama haciendo uso de correas. Una
privación de la libertad que se mueve en el umbral de lo legal o, cuando menos,
en el de la impunidad y el silencio.
Finalizamos este repaso
a la primera semana del 41º Festival de Otoño con las cinco obras que podrán
verse en algunos municipios de la Comunidad de Madrid. El 8 y el 12 de
noviembre, La Rueda Teatro Social presenta en Fuenlabrada y Parla,
respectivamente, Quiero
colapsar a tu lado, una tragicomedia sobre el frágil momento que
vive el planeta, con dirección escénica de Rakel Camacho. Por su parte, la
compañía andaluza de danza contemporánea Marcat Dance llega a
Torrelodones el 10 de noviembre con El bosque, una
inmersión en un mundo desconocido, tan luminoso como oscuro, tan terrorífico
como maravilloso, dualidad común a tantas realidades humanas. Así mismo, en
Alcalá de Henares tendrá lugar el estreno, el 11 de noviembre, de Estudios elementales,
de Luz Prado y Jesús Rubio Gamo, aproximación entre danza y
música de la mano de dos virtuosos, ella del violín, él del movimiento, en un
encuentro que sella el deseo de ambos de caminar y crear juntos.
Este año escucharemos
teatro español en el bello idioma portugués de la mano de la Companhia de
Teatro de Braga, que el 11 de noviembre presenta en Soto del Real la obra A
língua em pedaços,
de Juan Mayorga, lúcida y contemporánea visión dramática de la figura de
Teresa de Jesús. Y el teatro de objetos, también muy presente este año en el
festival, empieza a asomar con Donde siempre, siempre,
de Lupe Estévez, una artista multidisciplinar capaz de dar vida a diversos
personajes a partir del trabajo con lana cardada. Una maravilla pensada para
público adolescente y adulto que podrá verse el 11 de noviembre en Collado
Mediano.