La forma del agua,
una obra imprescindible dirigida por Guillermo
de Toro, con guion propio junto a Vanessa
Taylor. Una película con alma propia, que impregna toda la sala desde sus
primeras imágenes.
La obra nos sitúa en 1963, en Estados
Unidos, durante la Guerra Fría, la carrera militar y la espacial, en dos
escenarios principales como son el edificio donde vive Elisa (Sally Hawkins) y un laboratorio secreto
dentro de unas instalaciones de alta seguridad del gobierno.
Elisa es muda, pero no sorda, trabaja
en el laboratorio como mujer de la limpieza, junto a otras compañeras, entre
ellas Zelda (Octavia Spencer), la
única que parece comprenderla y quien habla sin cesar durante las horas de
trabajo. Un día el coronel Richard Strickland (Michael Shannon) trae a las instalaciones un ser que ha encontrado
en una zona de Sudamérica, un hombre anfibio (Doug Jones), para ser estudiado. Desde el momento en que Elisa
descubre a la criatura, surgirá una atracción especial hacia él.
Guillermo del Toro nos vuelve a
sumergir, y nunca mejor empleada en esta ocasión la palabra sumergir, en un
nuevo cuento, una historia entre el romanticismo
con mayúsculas y algunas referencias a películas de monstruos como "La Cosa del pantano"; pero con su firma indiscutible y como tributo al arte que él tanto
ama. El cine.
Una obra donde la tristeza acompaña a
la ensoñación, a la soledad, al silencio, al miedo a envejecer, a la homofobia, al acoso en
el trabajo, al racismo, al ser diferente, a la soberbia, al despotismo, a la
esperanza, a la amistad… pero sobre todo, al amor. La forma del agua es un
canto al amor, a ese amor soñado o añorado, a ese amor protector, a ese amor
deseado, a ese amor de verdad y nada ñoño. A ese amor con mayúsculas. Una obra bellamente narrada, dejando
brotar los sentimientos más puros sin ningún rubor y donde la tristeza que
flota en el ambiente, es abrazada por el humor negro que despierta sonrisas y
algunas carcajadas.
Del Toro ha creado una pieza que
respira clasicismo, partiendo de la dirección artística a cargo de Nigel Churcher, para transportarnos a
los años 60, en ese ambiente retro de películas de otros tiempos, incluso en la
visión que se tenía, sobre el futuro. Es sin duda un maestro de lo visual, como
ha demostrado con obras como “El laberinto del Fauno” o la reciente “La cumbre
escarlata” y sabe dotar a las imágenes de lo que las palabras no dicen o no
deben pronunciar; para ello se apoya en la fotografía de Dan Taustsen, con quien ya trabajó en su anterior película y en la
soberbia banda sonora del maestro, Alexandre
Desplat.
Un filme, que si bien toda la puesta
en escena está medida al milímetro, cada decorado, cada plano meticulosamente
iluminado, cada rincón visualizado, cada escena, donde todo tiene importancia,
desde aquello que se ve en primer plano a lo que está tras él, sin olvidar los efectos de sonido; la fuerza de esta obra radica, en el espectacular casting
actoral que posee. Sally Hawkins y Octavia Spencer están impresionantes. Richard
Jenkins en un papel con múltiples capas, todas interesantes por descubrir. Doug
Jones es el hombre anfibio, más humano que los propios, que no olvidaremos tan fácilmente; pero tal vez,
quien más impacta, por la dureza de su personaje, por lo despreciable y
engreído que resulta, será: Michael Shannon.
Guillermo del Toro ha firmado una obra que estoy
más que seguro que dentro de unos años, sus múltiples lecturas serán más reconocibles, sobre todo, si el ser humano
no recupera su humanidad y se sigue dejando arrastrar por un futuro incierto. Considero a La forma del agua, una de esas obras
maestras, con las que Hollywood tanto disfruta y venera a partes iguales, con los cinéfilos.
Mi nota es: 9
ESTRENO en ESPAÑA: 16 de febrero.
REPARTO: Sally Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Octavia Spencer, Richard Jenkins, Michael Stuhlbarg, Lauren Lee Smith, David Hewlett, Nick Searcy, Morgan Kelly, Dru Viergever, Maxime Grossman, Amanda Smith, Cyndy Day, Dave Reachill.
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