La coproducción entre
Francia, Suiza, Japón y Alemania, Sidonie
en Japón, está dirigida por Élise
Girard compartiendo guion con Maud
Amelie y Sophie Fillière. “Escribir
es lo único que queda cuando ya no tienes nada”
Sidonie Perceval (Isabelle Huppert) prepara una maleta mientras observa las
fotografías que adornan parte del espejo de su habitación. En el propio
aeropuerto duda si viajar a Osaka, pero
finalmente decide tomar el vuelo, pues la esperan con motivo de la reedición de
su primer libro como escritora, 40 años después de su publicación. En el
aeropuerto la espera su editor Kenzo Mizoguchi (Tsuyoshi Ihara), quien se encargará de todas sus necesidades
durante su estancia, incluso pone a su servicio a una intérprete, Noriko
Tamaguchi (Yuko Hitomi). Desde el
primer día, comienza a percibir y ver cosas extrañas, como que las ventanas
estén abiertas o a su marido Antoine Perceval (August Diehl), sentado sobre unas maletas, mirándola fijamente.
La encargada de prensa,
guionista y directora, Élise Girard,
es secretaria de prensa para los cines Acción y sus inicios en la dirección
comenzaron en la televisión con “Sólo los indómitos (o la aventura de los cines
de acción) 2003 y “Roger Diamantis o la vida real” 2005 para saltar a la gran
pantalla con “Belleville Tokio” 2011, “Pájaros divertidos” 2017 y este año nos
presenta “Sidonie en Japón” 2023.
Estamos ante un film
que duele desde el mismo instante en que nos detenemos en las miradas y
expresiones de Sidonie, encarnada por una excepcional Isabelle Huppert. Su belleza y elegancia quedan, en parte,
solapadas por el fantasma del pasado que va pegado a ella, adivinando su alcance
a medida que se nos revela, en medio de las preguntas que le realizan durante
el curso de las entrevistas a las que acude como la escritora invitada, sus extrañas
visiones en la soledad de los espacios por donde deambula, principalmente en la
habitación y sus momentos de reflexión sobre la vida, el amor y la muerte, con
su editor Kenzo Mizoguchi, interpretado
por un contenido y magnífico Tsuyoshi
Ihara, bien en la parte trasera del coche o en sus largos paseos entre
museos, escalinatas o el cementerio en el que se encuentra enterrado el
escritor Jun`ichirō Tanizaki. Dos
actores absolutos para una obra rica en silencios, miradas, deseos, pesares,
sueños y preguntas colmadas de matices, sin olvidar las claras diferencias
culturales.
Una narración cuyas
raíces se alimentan de la pérdida, del amor, de los recuerdos que les
atormentan y de las cadenas que no pueden o no desean romper por miedo a caer
en la soledad más profunda, no siendo conscientes, de que ya viven con ella;
así como del dolor y el afecto que aflorando, hacen latir el corazón del guion.
Un dolor que ahoga los sentimientos y que en un momento determinado Kenzo
advierte a la escritora, que en Japón los sentimientos nunca se exponen en
público, pues forman parte de la intimidad del individuo.
Sidonie en Japón exhibe
con cierto pudor una historia melancólica que tiende al renacer emocional, ante
la necesidad de volver a sentir y amar. El descubrir las grandes diferencias
entre Japón y occidente e incluso la vida de los oriundos de esa tierra del sol
naciente; aquellos que se arraigan a sus costumbres, conservando su historia en
grandes museos o el amor por los jardines en los cuales florecen los cerezos o
habitan los ciervos en libertad, respirando vida y tranquilidad en contrate con
los que pueblan la ciudad moderna, estresante y bulliciosa. Es indiscutible el
amor que la directora profesa por este país.
La historia transita
con lentitud entre planos excesivamente largos, asépticos y vacíos de extras;
algo que resulta chocante, más estando en un país tan superpoblado como Japón.
Un aeropuerto vacío al igual que las calles, las carreteras, los museos e
incluso el hotel; solo hay una pequeña escena, casi al final de la película,
rodada en la ciudad ofreciendo la vida tal y como se entiende. ¿Un capricho de
la directora? ¿El deseo de crear un mundo en el que nadie distraiga a sus
protagonistas?
A destacar, además de
lo comentado y lo que me reservo para no desvelar más, la exquisita fotografía
e iluminación que nos ofrece Céline
Bozon, tanto en interiores como exteriores y la taciturna banda sonora de Gérard
Massini, compuesta prácticamente al piano salvo, llegando al final, algo
que me resultó acertadísimo, en donde da espacio a otros instrumentos para
resaltar los cambios tras las reflexiones de estas almas heridas, que el
destino ha decidido proteger y acercar, desconociendo el motivo.
Mi nota es: 7,5
ESTRENO EN ESPAÑA: 13
de septiembre
MUSICA: Gérard Massini
FOTOGRAFIA: Céline
Bozon
REPARTO: Isabelle
Huppert, Tsuyoshi Ihara, Agust Diehl, Yuko Hitomi, Yusuke Kitaguchi, Aurore
Catala, Keiko Hara, Hiroko Yûka, Masumi Fukushi, Shinya Yoshinaga, Yasushi
Handa, Miyo Takayasu y Tomoko Abe
PRODUCTORA: 10:15! Productions// Film-In-Evolution//
Lupa Film// Box Productions// Mikino.
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Surtsey Films.
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