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martes, 13 de julio de 2010

REFLEXION TRAS LA BORRACHERA DE LA ROJA


Durante un mes, como ya he dicho, he disfrutado del juego de nuestra selección. Aún no siendo un amante de este deporte, la selección siempre ha sido mi debilidad, pero durante estos días, también he observado un fenómeno que me ha llenado de orgullo, como sucedió durante el europeo. Cientos de balcones, ventanas, coches, motos y sobre cuerpos de hombres y mujeres,exhibían y hacían ondear con total libertad la bandera española. Una bandera, proscrita por muchos, otorgándola un significado que no la corresponde. Fijaos en ella, nada tiene que ver con aquella otra, que sí nos trae recuerdos oscuros. Pero ahora vivimos en una España moderna, con una bandera moderna, democrática y de todos.
Cada comunidad, tiene la suya propia y me parece de recibo, honrarla, que por algo es propia, pero no nos olvidemos, que una, es símbolo de todo un país, aunque los más radicales, opinen lo contrario.
España, o esta piel de toro, como cada uno quiera llamarla, es rica en su cultura, en sus creencias, en su gastronomía, en sus fiestas y en la forma de vivir y sentir.
Como cántabro, viviendo en Madrid, siempre he disfrutado de cada lugar al que he ido y me ha gustado nutrirme de esa cultura que se adhiere a uno entre sus calles, pueblos y palabras que se escuchan. Los acentos, los idiomas, los dialectos. Cada forma de expresión y comunicación.
Mi tierra Cántabra es una hermosa tierra, pero la totalidad de España, lo es aún más.
Nada debemos prohibirnos y de nada debemos avergonzarnos. Somos un pueblo envidiado por todos aquellos que nos visitan, porque no es egocentrismo, pero no he visto en ningún país, divertirse y ver la vida, como lo hacemos nosotros.
Amemos el territorio en el que vivimos y por el que sentimos, defendámoslo con orgullo, pero no nos olvidemos, que todos pertenecemos a un trozo de tierra, pequeña en su extensión y que forma parte de este gran globo terráqueo que es nuestro planeta