Quienes me conocen saben que el fútbol y yo no somos muy amigos, porque la verdad, entiendo poco de este deporte. Pero cuando de la selección se trata, sale de mí la furia contenida y no comprendida hacia este deporte.
He disfrutado, como creo que todos los españoles, de cada uno de los encuentros y el de ayer contra Alemania, consiguió que se disparara el corazón, sobre todo, cuando en mitad de toda aquella jugada, la cabeza de Puyol se disparó como un cañón y lanzó el balón con tal fuerza, que como han dicho algunos amigos míos, fuimos todos los españoles los que le impulsábamos hacia el final de la red.
Estamos en la final y deseo a la selección que se alce con la gran copa, que disfruten en el terreno de juego, que nos hagan vibrar como lo han hecho con tantas jugadas y que nos quedemos afónicos gritando en aquellos lugares desde donde veamos, cada uno de los españoles, dicho encuentro. Que las banderas ondeen al viento, que las trompetas resuenen y que la energía de cada español, esté presente en los jugadores de la selección que han llevado la roja a lo más alto.
Ganemos o perdamos, hemos hecho historia y espero y deseo, que esa historia se corone con la copa, que nos la merecemos.
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