Este es el último capítulo a falta del epílogo, y para
él he reservado el momento más difícil al que me he tenido que enfrentar, en
cuestión de enfermedades. Muchos ya lo sabéis porque lo habéis seguido por
otros post.
A finales de Diciembre me tocaban las pruebas anuales y
entre ellas la del oído, donde años atrás me habían detectado un pequeño quiste
al lado del tímpano. Pues bien, el cirujano me sugirió operar y decidimos
quitarlo. Me sometí a las pruebas rutinarias para la operación, entre ellas las
placas de tórax y aquí fue donde me llevé la noticia inesperada. Encontraron en
el pulmón derecho, además de un enfisema, un nódulo pulmonar. Dos por uno, como
las ofertas en algunos supermercados. El enfisema no se opera, se trata, y este siempre es provocado por
fumar. Dicen los especialistas que un fumador habitual de varios años, al
llegar a los 40 tiene todas las papeletas para que en sus pulmones se
reproduzcan enfisemas, que son los que te provocan el estar más cansado de lo
normal, respirar con dificultad o entre otros, la sensación de ahogarte cuando
corres o realizas determinados esfuerzos. Pero para saber sobre ellos, la
Wikipedia es una maestra.
Los nódulos
pulmonares no son exclusivos de los fumadores, aunque son más propensos a desarrollarlos. Tras explicarme el neumólogo la gravedad de la enfermedad, me tuve que someter a un
montón de nuevas pruebas, entre ellas: Una broncoscopia, un Tac y como prueba
de máxima resolución el Pet-Tac y luego las respectivas para ir al quirófano.
Todo a gran velocidad, no querían sorpresas innecesarias, así que el 25 de
marzo me encontré en la mesa de operaciones, en una intervención muy dura. Me
extrajeron una tercera parte del pulmón derecho y dando gracias a Dios que todo
se quedó ahí, tras analizar la materia extraída. Pero como me dijo el cirujano:
“Javier, dos o tres meses más tarde sin haber descubierto este nódulo y hubiera
mutado a cáncer” Ahora me tengo que someter a revisiones cada 6 meses por un
periodo de 5 años. Y os aseguro que los días de hospitalización son duros, muy
duros, pero el postoperatorio es lento, doloroso y muy molesto durante muchos
meses.
Como ya os dije en uno de los capítulos, dejé de fumar el
3 de enero y este susto lo recibí pasado algo más de la mitad el mes. En ese
tiempo mi cuerpo ya había reaccionado, me sentía mucho más dinámico, descansado…
Todo lo que ya os conté en el anterior capítulo, por lo que si no llega a ser
por las pruebas para la operación en el oído, que aún no me han hecho, no me
hubiera enterado de lo que tenía.
Ese es el grave peligro que corren los fumadores. Mi
compañero de habitación había perdido medio pulmón y en aquella planta, en la
que me encontraba, con algunos que hablé, todos eran fumadores y todos habían
perdido una parte o incluso un pulmón completo. En la mayoría de los casos, había sido cáncer. En la FJD se realizan dos operaciones a la semana de pulmón, multiplicad
y veréis el resultado tan abultado al cabo de un año. Sin olvidar que el cáncer de pulmón es uno de los de más riesgo. Véase la Wikipedia y os daréis cuenta de la gravedad del mismo. Por eso yo doy gracias a Dios de que lo encontraron a tiempo y me han dejado limpio, pero no siempre sucede así, para desgracia de muchos.
Pero el tabaco no sólo provoca el cáncer en el pulmón,
sino en la garganta y en otras partes de nuestro cuerpo. Esta es una de las
enfermedades graves, pero no podemos olvidar la que antes os mencioné: El
enfisema, que en el caso mío me lo quitaron también de paso que eliminaban el nódulo,
pero los enfisemas al no operarse, son para toda la vida y cada vez se hacen más
grandes, sino se tratan, provocando una respiración cada vez más fatigada y un cansancio mayor a poco que se haga.
Con este capítulo os quería contar una de las
experiencias más desagradables que he vivido y producto de ese veneno que un día
tomamos entre nuestros dedos y nos resulta tan difícil dejar. Pero os digo a
todos: SI YO HE SIDO CAPAZ DE DEJARLO, OS ASEGURO QUE CUALQUIERA PUEDE HACERLO.
YO ESTABA MUY ENGANCHADO.