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miércoles, 10 de septiembre de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (UNA NOTICIA INESPERADA)

           Este es el último capítulo a falta del epílogo, y para él he reservado el momento más difícil al que me he tenido que enfrentar, en cuestión de enfermedades. Muchos ya lo sabéis porque lo habéis seguido por otros post.

A finales de Diciembre me tocaban las pruebas anuales y entre ellas la del oído, donde años atrás me habían detectado un pequeño quiste al lado del tímpano. Pues bien, el cirujano me sugirió operar y decidimos quitarlo. Me sometí a las pruebas rutinarias para la operación, entre ellas las placas de tórax y aquí fue donde me llevé la noticia inesperada. Encontraron en el pulmón derecho, además de un enfisema, un nódulo pulmonar. Dos por uno, como las ofertas  en algunos  supermercados. El enfisema no se opera, se trata, y este siempre es provocado por fumar. Dicen los especialistas que un fumador habitual de varios años, al llegar a los 40 tiene todas las papeletas para que en sus pulmones se reproduzcan enfisemas, que son los que te provocan el estar más cansado de lo normal, respirar con dificultad o entre otros, la sensación de ahogarte cuando corres o realizas determinados esfuerzos. Pero para saber sobre ellos, la Wikipedia es una maestra.

 Los nódulos pulmonares no son exclusivos de los fumadores, aunque son más propensos a desarrollarlos. Tras explicarme el neumólogo la gravedad de la enfermedad, me tuve que someter a un montón de nuevas pruebas, entre ellas: Una broncoscopia, un Tac y como prueba de máxima resolución el Pet-Tac y luego las respectivas para ir al quirófano. Todo a gran velocidad, no querían sorpresas innecesarias, así que el 25 de marzo me encontré en la mesa de operaciones, en una intervención muy dura. Me extrajeron una tercera parte del pulmón derecho y dando gracias a Dios que todo se quedó ahí, tras analizar la materia extraída. Pero como me dijo el cirujano: “Javier, dos o tres meses más tarde sin haber descubierto este nódulo y hubiera mutado a cáncer” Ahora me tengo que someter a revisiones cada 6 meses por un periodo de 5 años. Y os aseguro que los días de hospitalización son duros, muy duros, pero el postoperatorio es lento, doloroso y muy molesto durante muchos meses.

Como ya os dije en uno de los capítulos, dejé de fumar el 3 de enero y este susto lo recibí pasado algo más de la mitad el mes. En ese tiempo mi cuerpo ya había reaccionado, me sentía mucho más dinámico, descansado… Todo lo que ya os conté en el anterior capítulo, por lo que si no llega a ser por las pruebas para la operación en el oído, que aún no me han hecho, no me hubiera enterado de lo que tenía.

Ese es el grave peligro que corren los fumadores. Mi compañero de habitación había perdido medio pulmón y en aquella planta, en la que me encontraba, con algunos que hablé, todos eran fumadores y todos habían perdido una parte o incluso un pulmón completo. En la mayoría de los casos, había sido cáncer. En la FJD se realizan dos operaciones a la semana de pulmón, multiplicad y veréis el resultado tan abultado al cabo de un año. Sin olvidar que el cáncer de pulmón es uno de los de más riesgo. Véase la Wikipedia y os daréis cuenta de la gravedad del mismo. Por eso yo doy gracias a Dios de que lo encontraron a tiempo y me han dejado limpio, pero no siempre sucede así, para desgracia de muchos.

Pero el tabaco no sólo provoca el cáncer en el pulmón, sino en la garganta y en otras partes de nuestro cuerpo. Esta es una de las enfermedades graves, pero no podemos olvidar la que antes os mencioné: El enfisema, que en el caso mío me lo quitaron también de paso que eliminaban el nódulo, pero los enfisemas al no operarse, son para toda la vida y cada vez se hacen más grandes, sino se tratan, provocando una respiración cada vez más fatigada y un cansancio mayor a poco que se haga.

Con este capítulo os quería contar una de las experiencias más desagradables que he vivido y producto de ese veneno que un día tomamos entre nuestros dedos y nos resulta tan difícil dejar. Pero os digo a todos: SI YO HE SIDO CAPAZ DE DEJARLO, OS ASEGURO QUE CUALQUIERA PUEDE HACERLO. YO ESTABA MUY ENGANCHADO.   

miércoles, 27 de agosto de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (EL CIGARRILLO ELECTRÓNICO)

Mucho se ha hablado y se seguirá hablando de este producto, que sinceramente es el que considero como una gran solución al dejar de fumar, y  para ello expondré mis motivos incluyendo algunas aclaraciones.

Primer punto.- El objeto para vapear puede llevar nicotina o no. Los que llevan nicotina te ofrecen el poder consumirlo al casi 100% o al casi 50% dependiendo de la necesidad de cada uno, y por otra parte los que no contienen nada de nicotina.

Segundo punto.- El cigarrillo electrónico sirve como SUSTITUTO al tabaco que fumábamos de forma convencional y con la pretensión de dejarlo un día en su totalidad, incluido el abandono del electrónico.

El cigarrillo electrónico  por tanto, nada tiene que ver con  el cigarrillo convencional, pues lo único que contiene son esencias de sabor y nicotina (cuando la lleva) pero esto no significa que tomemos el cigarrillo electrónico como los niños pequeños el chupete: NO ES BUENO ABUSAR DE ÉL ¡NO! SI ESTAS ACOSTUMBRADO A FUMAR EN DETERMINADOS MOMENTOS, USA EL CIGARRILLO ELECTRÓNICO DE LA MISMA MANERA, SINO LO PRECISAS, GUARDALO.

Me explico, si fumas una media de 20 cigarros diarios, piensa cuando los fumas (momentos y  situaciones)  y  sustituyes esos cigarrillos, o parte de ellos,  por el cigarrillo electrónico. NO ABUSES DE ÉL, ES UNA RECOMENDACIÓN.

Tercer punto.- Si hemos optado por el cigarrillo electrónico, es para dejar de fumar. Un consejo personal que a mí me vino muy bien, es combinar tabaco y cigarrillo electrónico. O sea. Cuando de verdad necesitaba el cigarro convencional, que normalmente era: después de desayunar, comer, cenar… usaba tabaco, el resto del día el cigarrillo electrónico. Cuando usaba el cigarrillo electrónico daba tres o cuatro caladas y lo guardaba. Con esas tres o cuatro caladas conseguimos vencer  “el mono”

Cuarto punto.- Hemos dicho que la idea es dejar de fumar en su totalidad, pues bien, mis consejos cuando se adquiere el cigarrillo electrónico, si eres bastante fumador, es que escojas las esencias con mayor dosis de nicotina y que aproximadamente sobre el mes, bajes a la mitad.

A la vez que estás usando el cigarrillo electrónico, tienes que empezar a bajar la dosis de tabaco convencional.  En la primera semana puedes bajar tranquilamente a la mitad de lo que consumes y nuca superar la cajetilla  (Si fumas un paquete diario, puedes eliminar el 50% y si consumes más de una cajetilla, no sobrepasar los 20 cigarros). A partir de esa primera semana eres tú el responsable de ir bajando tabaco convencional y nicotina al cigarrillo electrónico.

Aproximadamente al mes fue cuando yo dejé completamente el tabaco convencional y estaba con el cigarrillo electrónico consumiendo el 50% en nicotina. Al mes siguiente las esencias que contenía mi cigarrillo electrónico estaban exentas de nicotina. (Únicamente esencias y glicerina)
En cuanto a las esencias, os aconsejo una que os recuerde a algún sabor que os traiga buenos recuerdos. Por ejemplo. Yo recuerdo de niño comer las famosas bolitas con sabor a anís, pues esa es la sustancia que utilizo, (sabor a anís)  me trae los recuerdo de mi niñez.

Os aseguro amigos que no tuve “mono” en ningún momento. La sensación de bienestar era absoluta y el motivo principal fue psicológico.

El cigarrillo electrónico cuenta con dos factores psicológicos para el fumador muy importantes: Tiene la apariencia de un cigarro tradicional y además expulsa humo.
 
El día en que dejé de fumar fue una mañana al salir del hospital donde había ido a que me realizara una prueba (3 de enero) En la puerta encendí el que sería el último cigarro y me supo fatal, a la tercera calada sonreí y me dije: “Sí, ya está, este es el momento” No he vuelto a coger un cigarro desde aquel día y ya han pasado más de siete meses, y es muy rara la vez que me acuerdo del electrónico
Si al leer este post tenéis alguna duda, mandarme un mensaje y sin ningún problema os contestaré.

P.D. MUY IMPORTANTE, NO ADQUIRÁIS PRODUCTOS QUE NO ESTÉN HOMOLOGADOS Y QUE LAS ESENCIAS SIEMPRE HAYAN PASADO LOS CONTROLES Y LOS REGISTROS. ACUDID A LOS ESTABLECIMIENTOS ESPECIALIZADOS, ELLOS ADEMÁS DE ACONSEJAROS, HARÁN UN SEGUIMIENTO DE VUESTROS AVANCES, SI ASÍ LO QUERÉIS.

miércoles, 20 de agosto de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (BUSCANDO NUEVAS SOLUCIONES)

Deseaba dejar de fumar pero no quería volver a pasar por lo que sucedió en la primera ocasión. Siempre me había dicho a mí mismo que no habría tres intentos, como se duele decir. No, la segunda sería la definitiva, y ahora comenzaba a estar de nuevo preparado para la acción.

Primero.- Había conseguido ser consciente de que el tabaco estaba dañando mi organismo y me estaba auto convenciendo de la necesidad de dejarlo. A cada cigarro que prendía lo miraba y decía frases como: “Muy pronto pasarás a la historia” “Cuando decida dar la última calada, no habrá marcha atrás”  Intentaba con cada inhalación percibir su verdadero sabor. Comencé a sentir por primera vez que el cigarrillo quemaba mis labios e incluso como irritaba mi garganta. En definitiva, como decía al principio de este punto. Estaba siendo CONSCIENTE de lo que el cigarro me provocaba.

Segundo.- Observaba las cosas que me rodeaban y entonces me di cuenta por primera vez, que algunas manchas y marcas amarillentas en la ropa blanca, eran producto de la nicotina, al igual que el color de las paredes de la habitación habían mutado a un tono ambarino. Me percaté más  que nunca que al limpiar los muebles, el paño se ensuciaba de ese color amarillo nicotina. En definitiva OBSERVABA por primera vez, lo que el tabaco no me dejaba ver.

Tercero.-  Deseaba  con todas mis fuerzas encontrar el momento, la solución, pero de nuevo los miedos me invadieron. Creo que os he dicho que soy persona nerviosa y que en muchas ocasiones un cigarrillo me calmaba en una determinada situación. En ese tiempo en que DESEABA dejar de fumar, no pasaba precisamente por mí mejor situación y temía caer.

Pero tenía tres de las palabras claves para enfrentarme al vil veneno, era: CONSCIENTE, OBSERVABA Y DESEABA. Sí, estaba siendo consciente del mal que el cigarrillo me causaba y ya no me engañaba ni dejaría  que lo volviera hacer. Observaba a mí alrededor sopesando en una balanza las zonas donde fumaba y aquellas en la que no había síntomas de nicotina y deseaba, sí, deseaba más que nunca terminar con el tabaco.

Como muchos amigos me decían: “No podemos entender como siendo tan inteligente para tantas cosas, eres tan borrico con el tabaco”  Desde luego, no es que me considere inteligente, ni mucho menos, pero por supuesto que no cabía la menor duda,  de que era un auténtico borrico con aquel vicio.

Y entonces busqué una solución. No deseaba volver a tomar pastillas como la primera vez. No quería ni parches, ni chicles ni nada que tuviera nicotina. Con todos mis respetos para las farmacéuticas, si la nicotina es mala, por mucho que digan que esos productos están controlados y creados para que el ex fumador no padezca el síndrome de abstinencia, uno continua metiéndose de una manera u otra, nicotina al cuerpo. Y entonces, sucedió,  un día visitando a un amigo en el comercio que trabajaba vi la solución. Mi amigo mantenía entre sus manos un cigarrillo electrónico. Le pregunté sobre él y me dirigí a un comercio especializado, allí recibí toda la información y no lo dudé, me compré mi cigarrillo electrónico.

Como este post se puede hacer muy largo y os quiero hablar de este producto sin reservas, lo dejaremos para la próxima semana.

 

 

 

miércoles, 13 de agosto de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (BAJANDO LA DOSIS)



Sí, ya estaba enganchado, en realidad más que enganchado. El primer año vivido en Madrid resultó más estresante de lo que esperaba, y eso que partía con la ventaja de que ya conocía la ciudad y me encanta vivir en Madrid. Pero todo había comenzado de forma muy diferente a la esperada, aunque afortunadamente conté con la gran ayuda de mi mejor amiga y como la denomino cariñosamente, mi musa terrenal: Gemma, donde viví en su casa, junto a ella y su hijo durante más de un año y medio. Una gran experiencia.

En ese primer año el tabaco invadió todo mi ser. Me sentía cabreado, molesto, estresado. Fumaba a todas horas. Cuando el trabajo me lo permitía tenía un cigarro encendido entre los dedos. En casa, fuera de casa, al salir de los supermercados, paseando, en todo momento el cigarro estaba entre mis dedos y por supuesto, la mayor parte de ese tiempo era cuando escribía. En aquel 2005 me sumergí en el gran sueño que llevaba pensando mucho tiempo, comenzar la trilogía que ya hoy por hoy es una realidad en las librerías y seguramente muchos habéis escuchado hablar de ella: La trilogía de Tras las puertas del corazón. Dedicaba unas siete horas diarias a la escritura y la investigación para la obra, y en ese tiempo mi habitación se iba inundando de humo que se mantenía flotando en el ambiente, sin percatarme de ello. Sólo cuando Gemma venía a llamarme para algún asunto, me lo advertía. Ya no podía ni quería prescindir del tabaco, me sentía muy a gusto con él, aunque tosiera, me resfriara, carraspeara, mi mal aliento lo tuviera que eliminar con más cepillados de dientes e incluso elixires.

En casa de Gemma nadie me amonestaba por fumar, pues ella también lo hacía. No sería hasta cuando dejé aquella casa y me vine a vivir al centro, cuando mi compañero actual de piso, me comentaba constantemente que fumaba demasiado, y que en mi habitación vivía en un mundo de humo. Pasaba de sus palabras. ¿Qué mejor que un cigarro entre las manos cuando revisaba lo que había escrito, o estaba leyendo un libro o viendo la televisión, o de nuevo escribiendo? Era mi compañero de fatigas, hasta que un día me di cuenta que empezaba a estar más cansado y fatigado de lo normal y decidí no sólo bajar la dosis, sino cambiar a tabaco de liar, una marca, que omitiré su nombre, dicen que es tabaco puro sin otras sustancias.

Los cigarrillos que me liaba con la máquina eran mucho más pequeños que los que venden en las cajetillas y empecé además a pasar de dos cajetillas a una, y la alegría me la llevaba cuando comprobaba que algunos días no rebasaba de los 20 cigarros. De nuevo en mi mente algunos días se fraguaba la idea de volver a dejar de fumar. Todo a mi alrededor así parecía desearlo: mis amistades, mi compañero de piso, los bares en los cuales ya no se puede fumar y cortar una tertulia en su interior para salir a fumar me parecía muy poco educado, aunque algunas veces lo hiciera... Sí, en parte me estaba cansando del dichoso vicio que ya no me estimulaba como en tiempos pasados y que además empezaba a ser consciente del daño que me provocaba. Lo dejaba caer en algunas conversaciones, pero nadie me creía, todos sabían de mi adicción al tabaco y que yo dejara de fumar, sería casi un milagro.





miércoles, 6 de agosto de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (RECAIDA Y AUTOENGAÑO)

Sí, ambos van juntos y nada mejor que el ejemplo de la frase que os dejé la semana pasada “No era el momento, ahora tienes que estar más concentrado en tu nuevo trabajo, fuma y ya llegará el instante de dejarlo de verdad”

Todo momento es bueno, os lo aseguro. En esa primera vez me faltó el coraje y la determinación. Sí es verdad que disfrutaba con algunos cigarros que fumaba, y digo algunos, porque de otros ni me enteraba que los había fumado. Seguro que vosotros estáis afirmando estas palabras. ¿Cuántos cigarros encendemos y al dejarlos sobre el cenicero vemos que otro se está consumiendo? ¿Por qué si muchos de esos cigarros no los disfrutamos, ni siquiera les prestamos atención o hemos olvidado, salen de la cajetilla hacia nuestra boca? Por la adicción que cada vez es mayor en nosotros.

Lo que he vivido también y por lo que he escuchado de muchos fumadores, es que cuando han recaído volviendo a fumar de nuevo, ha sido peor, pues el tabaco se toma su venganza. Se precisa más dosis diaria, necesitas fumar más y lo peor de todo, es que lo haces, volviendo de nuevo el autoengaño: “poco a poco, vamos a ir bajando la dosis de aquí a un tiempo” Y no nos engañemos, como no le pongamos narices, ese tiempo no llega nunca.

En esa nueva recaída la nicotina se siente como cuando un partido político adquiere la mayoría absoluta en el congreso: INTOCABLE. Te ha vencido. Ha ganado la partida a tu deseo de dejar de fumar, y con esa fuerza que adquiere sobre tu mente, te posee más de lo que hizo en otros momentos. Se adueña de ti y el cigarro parece un apéndice nuevo de tu mano, y la nicotina se pega a ti como el perfume a disfrutar a partir de ese instante. No, no exagero, no fantaseo, eso y mucho más se vive con la recaída, pues tú mismo te convences que fumar te está ayudando a vencer el estrés y las depresiones, entre otros.

Recaída y autoengaño van unidos, como os decía al principio, porque aun sabiendo que el tabaco es malo, te auto convences de todo lo contrario. Sobre todo los primeros días cada cigarro lo degusta con más ansia, pero como todo, esa sensación deja de existir y vuelve la monotonía y con esa monotonía el no darte cuenta del veneno que está invadiendo tu organismo. Volverás a sentirte cansado, pero se lo atribuirás a otros motivos que nada tienen que ver con el tabaco. Volverás a toser por las mañanas, pero creerás que estás refriado. Cuidarás aún más tu limpieza bucal, pues no deseas que nadie haga referencia al olor que provoca el tabaco en el aliento o ese pequeño rastro que pueda dejar en los dientes, por muy aseado que seas. En definitiva te harás esclavo del tabaco, cuando él está matándote poco a poco, sin ningún tipo de escrúpulo.

 

 

miércoles, 30 de julio de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (PRIMER INTENTO DE DEJAR DE FUMAR)

Uno de los miedos a los que el fumador se enfrenta cuando tiene la idea de dejar de fumar, es la aparición del síndrome de abstinencia. Éste aparece raudo y veloz a las pocas horas después de interrumpir el consumo de nicotina. Lo que es lo mismo, cuando en el periodo de 6 a 12 horas, no has cogido un nuevo cigarro entre los dedos,  alcanza su máximo entre el primer y el tercer día, y tiene una duración media de 3 a 4 semanas. Por lo que el fumador, tras saber todo esto, se lo piensa dos veces.

Son muchos los factores que rodean al síndrome de abstinencia y aunque aquí los voy a enumerar, quiero que seáis conscientes de que no todos los sufren, y que además sea como sea, se vence la situación si uno tiene un poco de motivación.

Entre los síntomas orgánicos más comunes en la abstinencia de un fumador adicto se encuentran: Dificultad para conciliar el sueño, disminución del rendimiento psicomotor, dificultad para concentrarse, somnolencia, dolores de cabeza… Y a esto tenemos que añadirle malestar emocional en general, con estados depresivos leves, desmotivación, irritabilidad, impaciencia, etc.

Estos síntomas provocan que muchas personas tiren la toalla en el transcurso del proceso e incluso antes de comenzarlo. Desde hace unos años las farmacéuticas tienen decenas de productos para paliar ese síndrome, algunos han sido positivos en muchas personas, en otras por el contrario no les ha hecho el menor efecto, y es que el motivo principal a mi entender, está en nuestra mente.

En el primer trimestre del 2005 decidí dejar de fumar, primero porque no estaba pasando por un buen momento económico, (estaba desempleado)  y luego porque ya empezaba a notarme más cansado de lo normal, los resfriados eran más frecuentes y la carraspera aparecía de vez en cuando. Me aconsejaron unas pastillas farmacéuticas. Recuerdo de ellas tres cosas principalmente: Su alto precio, los efectos secundarios que padecí, (algunos desagradables)  y que había que seguir fumando mientras se seguía el tratamiento de dos meses. Un tratamiento con receta médica,  aunque lo pagases por completo. A finales del primer mes empecé a sentir cierto asco cuando fumaba y antes de terminar el tratamiento, ya había dejado de fumar. Pero algo no funcionó, tal vez yo. Si por una parte estaba deseando dejar de fumar, por otra me estaba negando, porque el tabaco lo consideraba un placer. En definitiva, no estaba del todo preparado y el punto álgido  llegó cuando decidí irme a vivir a Madrid por la oferta de trabajo que me habían hecho. Cada día que no fumaba me acordaba y los iba sumando (llevo 5 días, llevo 6 días, llevo una semana…) Era una tortura y además mi llegada a Madrid tuvo un punto estresante y no lo dudé, volví a coger un cigarro entre las manos pasados 6 meses desde que lo había dejado. Por una parte me sentí relajado, por otra parte reconocí que había cometido un error, pero mi cerebro me ofreció una opción: “No era el momento, ahora tienes que estar más concentrado en tu nuevo trabajo, fuma y ya llegará el instante de dejarlo de verdad”

A estas alturas de la historia diréis. ¿Para qué coño estoy leyendo esto, si él no pudo conseguir dejar de fumar? No te impacientes compañero de viaje, en este libro, todo tiene un motivo en la vida y el mío lo he pagado de forma muy seria, pero he aprendido una gran lección de salud.

Lo que sí he descubierto es que cuando uno de verdad quiere dejar de fumar, tiene que tener: Una motivación (normalmente es nuestra salud, respirar mejor, no agotarnos tan rápidamente, no toser cada mañana…) Distracción frente al hábito de coger el cigarrillo entre las manos (Os hablaré más delante de ese objeto que a mí particularmente me ha ayudado muchísimo y de su correcta utilización) Ser consciente de lo que vamos ganando a medida que no fumamos… Pero iremos por partes.

miércoles, 23 de julio de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (APARIENCIA Y OTROS)

  La semana pasada hablábamos del aumento de la dosis. Ese aumento del consumo además de las enfermedades ya expuestas, provoca en nuestro ser una sensación de suciedad. La piel huele distinta, los dientes se amarillean al igual que los dedos con que sujetamos el cigarro, el aliento se transforma en desagradable y la ropa va contaminando el ambiente en nuestros armarios.

¿Os habéis detenido a mirar las paredes del lugar donde fumáis? Si eran paredes blancas, observad que ahora son amarillas, y sino sus techos, que rara vez no se pintan de blancos.

Os contaré una pequeña realidad que yo he vivido. Debido a mis años de estudio fuera de casa, me acostumbré a tener todo lo necesario en mi habitación, y eso incluía una televisión y el ordenador. El efecto que el tabaco provocaba en las paredes no era perceptible a mis ojos, ya que la estancia en ese piso de estudiantes no superaba el año. Cuando de nuevo volví a mi casa y comencé a trabajar, la costumbre adquirida en mi época de estudiante no la olvidé y mi habitación era lugar de descanso para todo: Leer, estar frente al ordenador, ver la tele y dormir, y por supuesto fumar. Pasados los años, observas pero omites en tu mente, que las paredes se están volviendo amarillas, pero como he dicho, lo ignoras.

Actualmente vivo en un piso compartido desde hace casi 7 años y aquí viene  uno de los momentos más desagradables que he vivido con el tabaco:

Cuando dejé de fumar decidí pintar y arreglar mi habitación por completo. No deseaba tener ninguna muestra de que allí alguien había fumado como un cosaco. El cambio sucedió cuando volví del hospital (historia que ya os contaré) y gracias a la ayuda un buen amigo (Carlos Corbacho). Pinté todo, y salvo el armario, el resto lo cambié. Decidí también sustituir las cortinas por un estor. Entonces se me ocurrió hacer una prueba y tomé un barreño grande y lo llené de agua caliente, fui introduciendo una de las cortinas de mi habitación y la sorpresa fue algo repugnante. El agua fue tornando a un color amarillo que pasó a anaranjado en segundos y adquirió una ligera pastosidad, suave, pero si hacéis el experimento, fijaos que así es. Se lo mostré a mi compañero de piso y al igual que pensé yo en aquel momento, él me dijo: Imagínate que todo eso es provocado por lo que expulsabas cuando fumabas, ahora piensa en lo que no soltabas al espacio y se iba pegando en tus pulmones. Haced la prueba y lo veréis vosotros mismos.

Pensad también que esa contaminación está en los ambientes donde se permite fumar,  afectando a los no fumadores. La contaminación del cigarrillo va más allá, pues de sobra es conocido que una colilla no es biodegradable y tirada en una playa, en un río, en la calle…  está contaminando y con ello ocasionando un mayor daño al ecosistema, y para finalizar y no por ello menos importante, los riesgos que ocasiona el descuido de algunos fumadores no apagando bien sus cigarros y que cada año provocan incendio.

UNA PRUEBA
Una prueba sencilla para comprobar lo que mancha un cigarrillo. Si eres fumador, coge un trozo de algodón y cuando vayas a expulsar el humo, hazlo en él,  cuando termines de fumar el cigarrillo, introduce el trozo de algodón en un vaso con agua y déjalo un rato. Luego, aprieta el algodón hasta que elimine todo el agua que ha absorbido. El resultado es con un cigarrillo, multiplícalo por los que fumas y recuerda, que dentro de tu cuerpo, se queda una cantidad superior a la que expulsas al exterior.
 

 

 

miércoles, 16 de julio de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (AUMENTO DE CONSUMO)

Creo que a estas alturas ya tenemos claro que el tabaco es una droga, y aunque no esté considerada como una droga dura, sobre todo por estar autorizada, sí provoca un gran número de enfermedades y muertes al cabo del año. Dato que no podemos olvidar: Cáncer, enfermedades del corazón, problemas con el colesterol, bronquitis y enfisemas, enfermedades vasculares y diabetes. En los hombres la disfunción eréctil, y en las mujeres problemas en el embarazo. Además la Organización Mundial de la Salud afirma que al año mueren al menos 5 millones de personas por causa del cigarrillo. Suena fuerte, ¿verdad? Pues es la realidad.

Con la experiencia que he adquirido con el  tabaco, desgraciadamente, durante estos años, lo que tengo claro es que no me vale el que alguien me diga: “Yo sólo fumo unos 5 cigarrillos diarios y me han dicho que esa cantidad no es mala” Claro que es mala, por supuesto que no tanto como el que fuma una cajetilla al día, pero es malo.

Hoy hablas de que fumas 5 cigarrillos al día, ¿cuántos fumas los fines de semana? ¿El doble o el triple? No te engañes, no me vengas con que es porque estás más con los amigos, tomas tus copas, cenas con ellos, estás más tiempo en la calle. Simplemente tienes que reconocer que estás enganchado y no eres consciente de ello. Por otra parte lo peor de todo es que lo que hoy es una cantidad pequeña, poco a poco irá aumentando y cuando menos te lo esperas estás en la cajetilla y esa cajetilla dará pasado a otra, y entonces el tabaco se habrá apoderado de ti, como lo hace con todos los fumadores, quieras o no quieras reconocerlo; porque al igual que me sucedió a mí, lo ha hecho a través de los años con millones de fumadores.

Me repetiré, que nuestra mente no va a reconocer que ese aumento va a ser perjudicial, sino que nos está estimulando sensaciones y “provocando” bienestar. Otro de los grandes engaños.

Como aumentó la dosis de tabaco en mí,  fue de manera exponencial y sin percatarme de ello. Al principio y como nos ocurre a todos, los cigarrillos estaban asociados a momentos cotidianos: después de desayunar, después de comer, con un café,  tras la cena… Pero esos cigarrillos dieron paso a otros: Al salir de casa, al salir del cine, esperando a algún amigo en el lugar donde se ha quedado, en tertulias en las terrazas o en el interior de un bar (cuando se podía fumar en ellos), durante los conciertos… Y cuando estos nuevos cigarrillos ya formaban parte de mi vida, mi organismo me pedía más. Si caminaba durante mucho tiempo, uno o dos cigarros, no faltaban. Si repasaba algún texto que había escrito, un cigarrillo me hacía compañía. Si me sentaba frene al ordenador, mientras se cargaban los programas, ¿por qué no otro cigarrillo? Al menos tenía algo entre las manos. Sí, tener algo entre las manos es uno de los graves problemas al que se enfrenta el fumador, pues nuestro cerebro lo asocia con el fumar.

Un ejemplo que tal vez algunos puedan recordar, es cuando dejaban fumar en los restaurantes. ¿Qué sucedía entre plato y plato, si eras fumador? Pues que sacabas de forma autómata el cigarro y lo encendías. ¿Por qué? La respuesta es tan sencilla como que habías dejado de tener los cubiertos entre las manos.

La costumbre de tener algo entre las manos, es parte de esa dependencia adquirida y con ella el aumento del consumo del tabaco.

Te reto a un ejercicio: Obsérvate y te darás cuenta de lo que hoy te he contado, te sucede a ti y si tú no quieres darte cuenta de lo que haces, fíjate en los demás. Comprueba la acción de un fumador en la parada de un autobús o en zonas donde frecuentemente se queda con la gente (tiene un cigarro entre las manos) Si estás en casa de un amigo fumador, observa qué hace cuando estáis viendo la televisión o te está enseñando algo en el ordenador (tiene un cigarro entre las manos) Si estás en una terraza un periodo, pongamos de un par de horas, ¿cuántos cigarros fuma un fumador en esas dos horas? Y una vez que hayas hecho ese ejercicio, hazte estas  preguntas ¿De verdad era necesario fumar en esos instantes? ¿Qué te está aportando ese cigarrillo entre los dedos? No te engañes a ti mismo, porque si quieres dejar de fumar, nunca lo conseguirás. EL AUTO ENGAÑO, ES NUESTRO PEOR ENEMIGO.

miércoles, 9 de julio de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (DEPENDENCIA)

Lo que empezó siendo un juego, un momento social con los amigos y sobre todo querer demostrar que eres mayor que la edad que verdaderamente uno tiene, (no sé por qué razón todos los tíos tenemos esa puñetera manía en nuestra adolescencia) se va convirtiendo día a día en una dependencia y todo por no saber que la nicotina, uno de los componentes del tabaco, genera la adicción rápidamente.  Sí, a diferencia de otras drogas que pueden llegar a provocar (cannabis)  o que es fácil que lo hagan (Cocaína) El tabaco y la heroína lo generan directamente, por eso es tan difícil dejar de fumar y más a medida que va pasando el tiempo y aumentamos el consumo.

No sé si sabéis que tras una inhalación de un cigarrillo, la nicotina tarda poco menos de 10 segundos en llegar al cerebro, y aunque la nicotina se absorbe rápidamente, sus efectos agudos desaparecen en unos pocos minutos, ese es el motivo de que los fumadores precisamos encender un nuevo cigarro al poco tiempo. Necesitamos evitar el síndrome de la abstinencia y el volver a sentir entre nuestros dedos un nuevo cigarrillo. Y aquí llega una de las primeras mentiras a las que nos enfrentamos y deseamos que los demás nos crean: “YO no siento que mi consumo de tabaco sea una adicción, para mí es más un hábito y además me gusta fumar. Si quiero lo puedo dejar”.

Mentira. Si queremos lo podemos dejar, está claro, pero en esos instantes no lo deseamos. Estamos enganchados, estamos dependiendo del tabaco, estamos DROGADOS, y nos gusta esa sensación. Ha pasado de ser un hábito a una dependencia total, y el principal motivo es la nicotina que consumimos con cada cigarrillo además de otras sustancias que contiene el tabaco que la potencian para que sea más intenso y efectivo.

Es curioso que una de las preguntas que nos hacemos la mayoría de los fumadores y cuya  respuesta está al alcance de todos, buscando en cualquier página de Internet, no  lo hagamos, y es la que ahora me solicitan algunas personas. ¿Cuánto tiempo pasa desde que la nicotina deja de estar presente en nuestra sangre? Pues muy poco, en una media hora no hay nicotina en nuestra sangre, ese es el motivo principal por el que pasado ese tiempo, nuestro organismo nos está pidiendo un nuevo cigarrillo y que si ese tiempo lo estiramos mucho, se provocará el llamado “mono” y por este último estado “el mono” pocos quieren pasar, dejándolo como siempre aparcado para un momento mejor, momento que se alarga en el tiempo y en mucha ocasiones, cuando ya ha generado una enfermedad grave en el interior de nuestro cuerpo. Cuando desgraciadamente llega ese momento, es cuando juramos y perjuramos por qué hemos sido tan idiotas y no lo hemos dejado antes. No es cuestión, amigos míos de lamentarse cuando hemos llegado a ese estado, sino el curarnos cuanto antes, pero ya me estoy volviendo a adelantar.


Ahora, cuando han pasado estos meses miro hacia atrás y me digo ¿Cómo pude estar enganchado a un vicio que destrozaba mi cuerpo interior y exteriormente y no era capaz de dejarlo? Algunos podrían decir que por ignorancia, pues no amigos, no soy ningún ignorante, simplemente me dejé atrapar por un vicio, una DROGA AUTORIZADA POR EL ESTADO pero que es UNA DROGA QUE MATA, que al estado, por mucho que diga, no le interesa quitar del mercado, ni prohibir en su totalidad, por los altos beneficios que le reporta. SI, NUESTRA SALUD A CAMBIO DE DINERO PARA SUS ARCAS.

HOY HE SUBIDO UNA FOTO DURA, PERO ES LA REALIDAD. ASÍ ESTÁN NUESTROS PULMONES AL CABO DE UNOS AÑOS CONTAMINÁNDOLO.