Mostrando entradas con la etiqueta EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (LA SUMA DE OTRAS SUSTANCIAS). Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (LA SUMA DE OTRAS SUSTANCIAS). Mostrar todas las entradas

miércoles, 25 de junio de 2014

EL TABACO DESDE MI EXPERIENCIA (LA SUMA DE OTRAS SUSTANCIAS)

 En el principio de los ochenta corrían tiempos de cambios y nadie deseaba quedarse atrás, cuando en realidad, en algunas cuestiones lo estabas haciendo sin ser consciente de ello; pero eres joven, con toda la vida por delante y con esos años de libertad que la democracia traían para todos, y no piensas más allá de lo justo. Si antes, en la época del dictador existían las drogas como el Costo o la Marihuana, sustancia que como sabéis se unen al tabaco, yo lo desconozco, pues en realidad las drogas, fueran del carácter que fueran y su mundo, nunca me han interesado, pero no negaré que las probé. Esas llamadas drogas blandas (Costo y Marihuana) que unidas al tabaco nos hacían vivir situaciones más divertidas y desinhibidas. La verdad que yo eso no lo necesitaba, nunca he precisado ni las drogas, ni el alcohol para divertirme, todo lo contrario, las primeras me provocaban sueño y hambre, salvo en una ocasión que en una fiesta en Palma de Mallorca me pasé en el consumo de los dichosos porros y la bebida y terminé bastante perjudicado. Aún recuerdo que al despertarme al día siguiente, me odié por el estado en que estaba. Me dolían hasta las pestañas, por lo que tras aquel viaje de una semana con amigos, me dije que no volvería a mezclar el tabaco con otras sustancias, y así fue, pero el dichoso tabaco seguía formando parte de mi vida.

La pastosidad de la que os hablaba en el capítulo anterior que sentía en la boca y el mal olor que se pegaba a mi piel y a la ropa, desapareció en mí. Entraba en otra parte de la espiral de los escalones que el tabaco buscaba alcanzar en mi organismo, y para ello, sutilmente decidió seguir engañándome. Tal vez tú, que está leyendo estas líneas digas: “a mí eso no me pasa” Claro que te pasa, nos ha pasado a todos. El olfato va perdiendo las propiedades que lo caracterizan,  porque en nuestras fosas nasales se va alojado la nicotina y otras sustancias. ¿Habéis probado alguna vez a limpiaros con un pañuelo de papel las fosas nasales tras haber fumado dos o tres cigarros, de forma profunda? Hacedlo y veréis el resultado. El pañuelo tornará a un color amarillento más o menos fuerte, dependiendo de lo que caléis el cigarrillo y también de la marca que fumáis. Y aunque ese color amarillento sea liviano, os puedo asegurar que en las paredes internas de vuestra nariz se van depositando las dichosas sustancias venenosas día tras día. Poco a poco, tomándose su tiempo, para que tú consciencia no sea capaz de percibirlo y llegar el momento en que estés totalmente acostumbrado, hasta el punto que el olor que una flor desprendía y tú olías a cierta distancia, ahora tienes que acercártela a la nariz para sentir su aroma. Pero creerás que los motivos que ha generado ese acercamiento, son otros y no paras a detenerte que lo está provocando ese cilindro al que prendes fuego una y otra vez.

Pero sobre estos temas iremos también aunando más adelante, porque todo es una gran cadena, que al principio no parece tener importancia y luego ya no hay quien se libre de ella. Bueno, sí, claro que se puede uno librar.

En este capítulo os quería hablar en particular, de esas otras sustancias que unimos al tabaco. Imaginaos, si ya el tabaco de por sí, tiene cientos de sustancias, algunas desconocidas y todas perjudiciales para nuestro organismo, une además una droga más y el cóctel está servido. Si el tabaco ya es dañino, la fusión con las drogas destruirá incluso neuronas de nuestro cerebro.