El 15 de agosto,
es una fiesta de carácter nacional religioso católico, donde se festeja la
Asunción de la Virgen María.
Tras nueve años
sin pisar mi ciudad en estas fechas, por fin hoy he vuelto a ver a la gran
patrona de Torrelavega: La Virgen Grande, que se festeja en este día. Una talla
que sigue conservando sus leyendas y el motivo de porqué se llama así.
Lo que sí se
sabe con certeza, es que cuando se fundó la casa de la Vega en la Edad Media,
se construyó una capilla, en el lugar que hoy está la Iglesia. Una capilla
propia donde los vasallos oían misa los días festivos bajo la advocación de
Santa María de la Vega, dedicada a la Asunción de la Virgen.
En un principio
esta capilla se destinó en exclusiva a los señores de la Torre y más tarde pasó
al pueblo.
La imagen de la
patrona de la ciudad, no corresponde a los cánones de una figura majestuosa
severa y matronal, sino al de una mujer juvenil y encantadora, sentada en un
banco, coronada, de mirada dulce y acogedora, con un gesto familiar e íntimo.
Ofrece el fruto de la manzana al niño Jesús que sostiene entre sus piernas,
cuya cabeza sobresale entre las líneas suavemente onduladas de su ropaje. Esta
talla era inferior a la actual y de ahí viene el nombre de Virgen Grande,
aunque siga siendo una talla pequeña, pero de gran belleza y emotividad.
El nuevo templo
se inauguró el 15 de agosto de 1964, edificado en el solar de la antigua
iglesia de la Consolación y sobre la ruinas de la Torre de la Vega, núcleo del
señorío de la Casa de la Vega.