Anoche el teatro Prosperidad de Madrid se llenó de kilómetros de Rimmel
a través de la vida de un artista que
durante años ha deleitado a los espectadores de las salas de Chueca con su arte,
y donde junto a ese arte y su propia
vida, nos ofreció lo mejor de él/ella. Estoy hablando de Juanjo Amador o su
Alter Ego, Sunflower, quien desde el escenario de dicho teatro y durante casi
dos horas, en una función única, nos deleitó con lo mejor que sabe hacer:
cantar, reír y emocionarnos. Nos ofreció su verdad sincera, directa y sin
tapujos.
A lomos del tren imaginario de su vida, nos descubrió sus amores y
desamores, frustraciones, éxitos, miedos, tristezas y alegrías. Las pérdidas
que ha dejado en el camino y que como fuego han quedado marcadas para siempre
en su piel y su mente. Cautivó a los
presentes con sus palabras llenas de fuerza, en las que en varias ocasiones las
lágrimas aparecían en sus ojos y mientras resbalaban por sus mejillas, eran contagiadas al público. Un público entregado,
porque desde sus primeras frases, lo atrapó.
Monólogo y música. Las palabras de verdad sobre aquello que mucha
gente guarda celosamente como secretos, pues desvelar la intimidad puede servir
de arma contra la vulnerabilidad de uno mismo, eran sustituidas por temas
musicales que mucho tenían que ver con lo expuesto en esos instante.
Pero Sunflower, Juanjo Amador, pues no los puedo separar en esta ocasión,
ya que ambos se supieron fusionar hasta el punto que la mujer se convirtió en
el hombre y el hombre en la mujer, en esa ambigüedad que sólo el artista, el
transformista, cuando alcanza el punto exacto, provoca y confunde con éxito al
espectador. Como os decía, él/ella, no estuvo solo/a en el escenario. Kike
Navas presentó el espectáculo y nos emocionó con su último tema, como también
lo haría con su guitarra y voz Aurora Guirado y otra gran Aurora, esta vez
Aurora Salinero, nos deleitó con el tema “El transformista”.
En definitiva, durante casi dos horas, y como he dicho al principio,
en un espectáculo exclusivo de única función, los que acudimos al teatro
Prosperidad, disfrutamos una vez más del buen hacer de este artista, de este
transformista, de esta persona llena de humanidad.