El sábado 31 de mayo, fue el día Internacional sin Tabaco, y se me
ha ocurrido hablaros de este producto tóxico y de los daños que provoca en el
ser humano. Os voy a hablar desde mi experiencia y vivencias durante casi 30
años que he estado fumando, y en donde en el cigarrillo creía haber encontrado
un compañero en las tertulias, en los momentos íntimos, durante la lectura de
un buen libro o viendo una película en la comodidad de mi hogar, incluso pensé
que él me protegía ante el estrés o los nervios que a uno le pueden atacar
cuando está en una situación determinada. Todo muy lejos de la realidad, os lo
aseguro, y durante estos capítulos os intentaré explicar como esa realidad
estaba muy lejos de la verdad.
No pretendo escribir un libro de auto ayuda, pues creo que la
verdadera ayuda sale de nosotros mismos. Sí, somos lo suficientemente fuertes
como para lograr muchas cosas de las que nosotros nos creemos incapaces. Estamos
dotados de un cerebro privilegiado. Es cierto también, que los consejos nunca
nos vienen mal. El ser humano desde el comienzo de su existencia, está
acostumbrado a recibir consejos e información, que luego él mismo procesará y llevarà a su propia cotidianidad. Ese es mi objetivo. NO quiero,
en ningún momento, que me veáis como un ex fumador, o sí, pero no de esos que
están dando la brasa todo el día a los fumadores. NO, yo he sido fumador y sé
muy bien cuanta rabia da que alguien venga a decirte lo malo que es el tabaco.
Todos sabemos que es malo, que dentro de ese cilindro de papel, hay miles de
sustancias nocivas, muy peligrosas para nuestro organismo; somos conscientes de
ello, pero nos gusta fumar. Esa es la frase que más repetimos: NOS GUSTA FUMAR.
Y también otra frase que yo decía mucho: ME RELAJA. Y era cierto, me encantaba
fumar, me relajaba, al menos eso creía. Me sentaba frente al ordenador, y yo que soy escritor,
disfrutaba con un cigarrillo entre los dedos, viendo el humo que como una
cortina suave se interponía entre lo escrito en el monitor y mis ojos. Percibía
ese sabor característico que la marca de tabaco que yo había elegido, se
interrelacionaba directamente con mi paladar y mi cerebro reconocía. Esos instantes
los vivía como parte de mi vida y no deseaba prescindir de ellos por mucho que
me dijeran lo malo que era fumar. Total, en los últimos meses había bajado la
dosis, por lo tanto, también estaba contribuyendo a estar mejor. Craso error el
mío, que bobo pensar que porque había bajado de casi tres cajetillas a menos de
dos, ya no me iba a afectar lo que fumaba.
Pero en fin, consciente o no de ese error, cada mañana al despertarme me
levantaba encendiendo un cigarrillo y al acostarme, terminaba apagando otro en
el cenicero, y envuelto en una nube humo me quedaba dormido.
Esta es una pequeña introducción que he querido presentaros, me
gustaría que en el viaje que pretendo emprender me acompañéis, e incluso que
intervengáis con vuestros mensajes que iré publicando bajo cada una de las
entradas. Quiero contaros mi experiencia, deseo transmitiros como vivía con el
tabaco, el susto que este me ha dado no hace mucho tiempo y sobre todo, como
vivo ahora sin él. Pero repito, no quiero que veáis estas líneas como de auto
ayuda, NO, no es mi pretensión, pero si lo que os relate, os sirve, como ya ha
pasado con algunos amigos para dejar de fumar, sinceramente, me sentiré muy
complacido, pues habré contribuido a que otra persona, por muy desconocida que sea
para mí y por muy lejos que pueda estar de mi ciudad, haya dado un paso hacia
su salud personal.
Escribiré un capítulo semanal, pues no quiero que el blog se
convierta de repente en un monotema. Será todos los miércoles y como os he
dicho, podéis dejar vuestros comentarios o preguntas.
Recibid un cordial saludo y disfrutad de la vida en su plenitud.