Por tu amor. Por tu cariño. Por
tu dedicación. Por tu sonrisa. Por tus palabras. Por tus abrazos. Por tus caricias.
Por velar mis sueños. Por cuidarme. Por alimentarme. Por la educación que me
ofreciste. Por enseñarme a caminar. Por mostrarme la vida. Por tu paciencia.
Por jugar conmigo sin pensar en el tiempo. Por iniciarme en el arte de la
comunicación hablada y escrita. Por hacerme reír. Por tu complicidad. Por mostrarme
el camino correcto. Por entregarme tu verdad. Por hacerme entender la
diferencia entre el bien y el mal. Por preocuparte de mis salidas y respirar
aliviada a mí regreso. Por los miedos que sentiste mientras estaba alejado de
ti. Por mi formación como hombre. Por hacerme comprender las responsabilidades
que todos tenemos ante la vida. Por acompañarme cuando estaba enfermo. Por tus
enfados que no conseguías que te durasen. Por todas las horas que pasaste
respondiendo a mis preguntas y nunca esquivaste ninguna, ni me diste respuestas
incompletas. Por vigilarme desde la distancia. Por asegurarte que nada me
faltaba. Por tu calor humano. Por tus palabras silenciosas y tus miradas
cargadas de matices. Por fundar en mí los principales valores de respeto hacia
el ser humano y la naturaleza. Por darme la vida. GRACIAS MADRE. Aunque ya no
estés a mi lado desde hace años, porque la enfermedad te separó de forma cruel
cuando más te necesitaba, siempre te llevo en mi corazón, en mi mente y nunca
te olvidaré. Tu esencia, tu energía, tu vida, son parte de la mía, porque
dentro de ti estuve y de todo me llevé un poco, cuando salí de tu vientre.
GRACIAS MAMÁ por tantos momentos
maravillosos que aún pasados los años, rememoro como si fueran ayer.
GRACIAS MAMÁ por tu sonrisa eterna
que me hacía sentir tan feliz.
GRACIAS MAMÁ estés donde estés,
sabes que mi alma suspira por no poder verte ya, percibir el olor de tu piel y
sentir el abrazo envolvente de tus brazos.
SÉ QUE LO
SABES, PERO SIEMPRE LO DIRÉ: TE AMO MAMÁ.