Hablar de Los Reyes Magos de Oriente resulta tan complicado como
sencillo. Complicado porque existen algunas contradicciones, dependiendo del
lugar de donde procede la información, así por ejemplo en el Evangelio de Mateo,
(en el único que se recoge) no se hace
nunca mención a que fueran reyes, que fueran tres y mucho menos habla de sus nombres, lo único que
menciona Mateo, es que eran “magos” Que fueran tres, se piensa que está relacionado con los
obsequios que recibió el Niño. El resto de las “afirmaciones”, se agregaron
varios siglos después.
En el Evangelio del Pseudo Tomás del siglo II, Evangelio apócrifo, se
comenta que poseían un vínculo familiar
y que llegaron junto con tres legiones de soldados, provenientes de Persia,
Babilonia y Asía. Y posiblemente, entre
otras tantas, la más polémica de todas
ha sido la ofrecida por Benedicto XVI, donde comenta que los Reyes Magos no
venían de Oriente, sino de Tartessos y que los historiadores la ubican entre
Huelva, Cádiz y Sevilla. Tras esta, a mi juicio, disparatada idea de la cual
podéis encontrar información en internet, el secretario general de la
Conferencia Episcopal, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, intentó dar una
explicación a las palabras del Papa, que pienso no convencieron a nadie, porque
si las palabras del Papa Benedicto XVI ya resultan descabelladas, el argumento de
monseñor por buscar una solución a ellas, aún es más surrealista.
Para no cansaros, terminaré este resumen de la historia de los Reyes
Magos comentando que la primera vez que se habla de los nombres de los mismos, es en el siglo V a través de dos textos: En el
“Excerpta latina bárbari” y en el “Evangelio
apócrifo de armenio de la infancia”
Y sencillo porque sinceramente, con estos personajes poco me importa la historia, poco me interesa quienes fueron, de dónde vinieron, si eran reyes o plebeyos, si eran magos o labriegos, si eran tres o cien, e incluso lo que ofrecieron o no al niño Jesús (Con todos mis respetos hacia Jesús de Nazaret). Lo que verdaderamente me importa desde que tengo uso de razón, es que a millones de niños y a millones de adultos nos siguen emocionando año tras año y muy pocos se resisten a su magia, a esa magia que les envuelve, lleven barbas postizas, pelucas imposibles, estén maquillados, sus trajes no correspondan con la indumentaria de aquellos tiempos, quienes los encarnen sean hombres, mujeres, adolescentes o niños; vecinos, políticos, amigos o actores.
Y sencillo porque sinceramente, con estos personajes poco me importa la historia, poco me interesa quienes fueron, de dónde vinieron, si eran reyes o plebeyos, si eran magos o labriegos, si eran tres o cien, e incluso lo que ofrecieron o no al niño Jesús (Con todos mis respetos hacia Jesús de Nazaret). Lo que verdaderamente me importa desde que tengo uso de razón, es que a millones de niños y a millones de adultos nos siguen emocionando año tras año y muy pocos se resisten a su magia, a esa magia que les envuelve, lleven barbas postizas, pelucas imposibles, estén maquillados, sus trajes no correspondan con la indumentaria de aquellos tiempos, quienes los encarnen sean hombres, mujeres, adolescentes o niños; vecinos, políticos, amigos o actores.
Ellos representan la ilusión, ellos nos hacen revivir cada año nuestra
infancia, esa infancia con aromas de familia, con esencia de calor de hogar,
con perfume de papeles de mil colores que guardan celosamente regalos que todos
esperamos recibir, o incluso, aquellos con los que somos sorprendidos.
Ellos provocan la gran magia de que un adulto se convierta en niño por
una noche y que al despertar, juegue con sus hijos, con sus sobrinos, con sus
nietos, con sus amigos y despierte sonrisas, carcajadas, felicidad en sus
rostros y por un día se miren entre ellos, entre todos los que comparten su
mundo, ese mundo que han ido creando, entre la familia de sangre y la familia
de vida.
Mis queridos y amados Reyes Magos, lo que de vosotros me importa es ese espíritu que se conserva a través de los años, esa esencia pura
y lo que os pido es que continúe de la misma manera, por los siglos de los
siglos.
Yo no os he enviado mi carta física, pero sabéis lo que anhelo, con lo que
sueño y lo que espero un día se vaya cumpliendo, no sólo para mí, sino para
quienes me rodean y para quienes lo precisan, en este planeta en el que vivimos.
FELIZ DÍA DE REYES PARA TODOS.