La partida, escrita y dirigida
por Oscar Sanz Cabrera, nos trae los recuerdos de los años de pandilla,
de cuando teníamos 20 años, donde los amigos estaban unidos sin saber el motivo
que les llevaba a ello, aunque en este caso, los 20 años son casi los 40.
Tres amigos: Julio (Alfonso
Mendiguchía), Ricardo (Juan López – Tagle) y David (Jorge Cabrera),
viven vidas muy diferentes, encarnando a personajes típicos que todos de una
forma u otra hemos conocido, tenemos como amigos, vecinos o dentro del seno familiar.
Ricardo es un tanto
guarrillo y pasota, acaba de separarse y decide irse a vivir a casa de David,
un eterno estudiante, viviendo a costa de su madre, introvertido y con el sueño
de un día triunfar como pintor; ambos tienen un amigo en común, en realidad los
tres se conocen desde niños. Julio es el triunfador en la vida o al menos eso
desea hacer creer a los demás.
Por un lado estamos ante
una obra cómica con toques dramáticos, pues nada parece lo que aparentemente
nos muestran estos tres personajes, donde las caretas se cambian
constantemente, los engaños están a la orden del día, las manipulaciones, los
egos, el conformismo, las envidias y quienes creen que son… Y por otro lado es
una pieza reflexiva sobre el valor de la amistad, el deseo de no estar solos,
el esperar una palabra de consuelo en el momento preciso o un grito que sirva
como empuje necesario. Todo desde la máxima sencillez en los diálogos, los
chascarrillos y la ironía nada fina que se ofrecen los unos a los otros.
Tres personajes
principales, pues ninguno de ellos ejerce de secundario. Los tres con
personalidad propia que llevan a gala desde el comienzo al final y donde Alfonso,
Juan y Jorge, nos hacen creer en todo momento, sintiéndonos tan incómodos como
ellos representan estar por instantes y relajados, cuando lo requiere el texto.
El texto de Óscar
Sanz Cabrera nos puede resultar fácil y ya conocido, pero es que la vida es
así. Si se representa la vida contemporánea y cotidiana de tres personas
normales, no se puede y no se debe adornar. La dirección es correctísima con
pequeños detalles que la hacen grande, así como los instantes de estar viendo
dos situaciones distintas en dos espacios diferentes. Una obra que entenderán
más aquellos que hemos pasado de los 40 y para los más jóvenes, hacerles ver que
los amigos se gestaban quedando, hablando e incluso discutiendo en persona y no
a través de una red social en un móvil. Quizás por eso esta obra se reestrena
frecuentemente y ha obtenido El Premio Votación Popular al “Mejor
espectáculo” y El Premio Especial del Jurado en XIII Mostra de Teatre de
Barcelona.
Para terminar me quedaré
con un fragmento que durante la partida Julio le comenta a David, resumiendo
perfectamente la historia que nos están contando.
“... Eso no es jugar al póquer David. El póquer es… es como la vida.
Sí, señor, como la vida. Tienes que apostar. El póquer es arriesgar, es pegarte
un farol, es hacer creer a los otros que tienes la jugada de tu vida… ¡Aunque
no tengas ni una puta pareja! Y si pierdes, aceptación. No se puede jugar con
el miedo metido en el bolsillo, David. El miedo se huele. El póquer es como la
vida. No puedes racanear”
Recomendable para
amantes de la comedia y nostálgicos de un tiempo pasado.
FICHA:
AUTOR Y DIRECTOR: Óscar Sanz Cabrera
ACTORES: Alfonso Mendiguchía, Juan López-Tagle
y Jorge Cabrera.
FOTOGRAFIA Y DISEÑO GRÁFICO: Panci Calvo.
DISEÑO DE LUCES: Marc Duran.
ESCENOGRAFÍA: Gloria Díaz Llorente y José
Crespo
VESTURIO: El Farol.
MÚSICA: Pablo Ballesta y Óscar Sanz Cabrera.
Una producción de La Partida Teatro.
Todos los jueves a las 22:30 horas
TEATRO LARA - MADRID - Metro Callao