CARTA A MI MADRE:
TU, que me albergaste en tus
entrañas, alimentándome y ofreciéndome todo el amor.
TU, que me ofreciste el calor de
tus abrazos, la primera mirada, la primera sonrisa y las primeras palabras.
TU, que estuviste siempre alerta
en mi gatear, en mis primeros pasos y caídas, en mis travesuras.
TU, que paciente me enseñaste a
hablar, a diferenciar cada objeto animado e inanimado que mis ojos
contemplaban, a sentir el tacto de tu piel, el olor que te hacía única y las
caricias que me sosegaban.
TU, siempre presente cuando
estaba enfermo, cuidándome día y noche y siempre sonriendo, complaciente para
verme pronto restablecido.
TU, incansable amiga, con quien
aprendí a jugar, y jugando a leer y escribir.
TU, que compartiste conmigo mil
historias, donde con un pequeño objeto, mientras permanecíamos sentados sobre
una alfombra, me enseñaste a despertar mi imaginación con aventuras que nos
inventábamos tantas tardes-noches de invierno.
TU, maestra en mi adolescencia,
donde cada pregunta era respondida con naturalidad, sin evasivas y cuando surgía
alguna por la complejidad de la pregunta, me pedías paciencia, pero siempre
llegaba la contestación.
TU, que me enseñaste a vivir en
libertad, sin miedos, pero previniéndome de que en el camino me podría
encontrar con piedras que me podrían hacer caer. Con una gran sonrisa me decías:
Pero no es malo caer, si uno se sabe levantar.
TU, que velabas tantos sueños,
cuando sabías que algo me inquietaba.
TU, que además de madre, supiste
ser amiga, cómplice y eterna compañera, hasta que el destino te llevó con él. Envidioso
destino, sabedor de nuestra fortaleza, me dejó desamparado sin tu presencia,
pero al final se arrepintió y te otorgó el estar siempre junto a mí, pues te presiento siempre a mi lado, como el gran ángel protector, benefactor; y aún
sabiendo que el camino no es una senda de rosas, estando a mi lado,
nada temo, pues me enseñaste a ser fuerte, a creer en los valores, a respetar
la vida y a quien habita en cada rincón de este planeta.
Me ofreciste mucho más de lo que
tal vez pudiste soñar, pues como una esponja, absorbí la gran esencia que
emanabas de bondad, generosidad, humanidad, educación, entrega y respeto hacia la vida y
nuestros semejantes.
TU MI QUERIDA MAMA, MI QUERIDA
MADRE, MI QUERIDA CARLOTA, SIEMPRE ESTARÁS PRESENTE EN MI VIDA, HASTA QUE UN DÍA,
SEA CUAL SEA, NOS VOLVAMOS A ENCONTRAR, PUES SI UN DIA NUESTRAS ENERGÍAS SE
UNIERON EN TU SANTO VIENTRE, AL ABANDONAR ESTE PLANO ASTRAL, VOLVERÁN A
REENCONTRARSE.
POR TODO ESO, FELIZ DÍA DE LA
MADRE. TE AMO Y TE AMARÉ SIEMPRE.
Me has hablado muchas veces de tu madre y no hay duda de que fue una mujer única a la voy conociendo mejor a traves de tus palabras. Solo se puede hablar de ella con palabras de esfuerzo, de fe, de respeto y de amor infinito. Gracias por compartirla Javichu. Raul.
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