Ayer junto a unos amigos asistí a la función “Me acuerdo
de…” en la Real Escuela Superior de Arte
Dramático (RESAD)
“Me acuerdo de” provoca y busca respuestas a preguntas que
no siempre reciben las contestaciones deseadas, porque en realidad lo que se cree
como real es confusión, la confusión que nos provoca el pasado en nuestras
mentes, pues no siempre archivamos los recuerdos como fueron, si no que los
idealizamos o… ¿Es esa idealización fruto en un presente nostálgico, cuando no
hay un recuerdo certero?
Fuensanta Morales, la protagonista principal de esta pieza
de teatro danza, busca un recuerdo perdido en el amor que ella tiene por la
danza. Busca un movimiento olvidado, un vestido que tal vez no existió, un
tiempo en que ella… Pero en el recorrido por esa búsqueda, se encontrará con
menciones que la confunden en momentos por no asimilarlos como se evocaban en
su mente, y es que los recuerdos, como nos pasa a todos, se disfrazan, se
cubren de maquillajes caprichosos para hacernos ver lo que quisimos vivir, ser,
sentir y…
Fuensanta se presenta en un escenario donde los elementos
que la acompañan, la harán viajar por ese pasado incierto, arropada por la
presencia de una gran pantalla donde aparecerán instantes que precisa atrapar,
recuperar, entender… Apoyándose por la música original (Óscar Botello), para
asimilar las respuestas a las preguntas que se hace y de esta manera, sumergirnos
en una obra entre el drama y la pasión. Entre la ternura y el desconcierto.
Entre lo real y lo ficticio.
El consciente y el subconsciente. Lo objetivo y lo
inexistente se materializarán como cómplices, en Juan Pedro Schwartz y Candela Katzy Morales.
Personajes que la harán viajar, vivir, recordar, confundirse, entregarse,
desesperarse, apasionarse, frustrarse, ilusionarse, soñar… Anhelar
Una obra donde intenta tejer sus recuerdos para no
volverlos a perder, sin valorar su veracidad. Donde busca remendar agujeros que
con el tiempo han aparecido, sin percatarse de ello. Donde el puzle está
incompleto porque tal vez las piezas que faltan y busca, no forman parte de él.
Desde el primer instante en que Fuensanta pisa el escenario
y se sitúa de espaldas al espectador y de frente a la gran pantalla, con tan
solo su voz, sin música y recreando un primer ensayo de baile, nos atrapa. Nos
atrapa hasta en los momentos en que sus movimientos son torpes porque ha “olvidado”,
porque no “recuerda”. Pero en su profesionalidad como artista, hasta sus “fallos”
programados, se convierten en perfectos pasos.
La escenografía, el vestuario, la iluminación a cargo de
Yeray González (AAPEE) y Elisa Cano Rodríguez engalanan la magnífica
coreografía de la propia Fuensanta, bajo la impecable dirección de Cynthia
Miranda.
No puedo olvidarme, pues cada detalle a mi juicio merecen
bravos y aplausos, a la asistente de Coreografía: Carmen Angulo, la magnífica
realización de vídeos de Daniel García Rodríguez, la maravillosa marioneta
bailarina de Elisa Cano Rodríguez y la
dramaturgia de Paz Palau.
Juan Pedro Schwartz y Candela Katzy Morales, perfecto
acompañantes de una Fuensanta Morales, que nos deja sin aliento.
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