martes, 9 de junio de 2015

"ME ACUERDO DE" TEATRO - DANZA: CRÍTICA


Ayer junto a unos amigos asistí a la función “Me acuerdo de…”  en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD)

“Me acuerdo de” provoca y busca respuestas a preguntas que no siempre reciben las contestaciones deseadas, porque en realidad lo que se cree como real es confusión, la confusión que nos provoca el pasado en nuestras mentes, pues no siempre archivamos los recuerdos como fueron, si no que los idealizamos o… ¿Es esa idealización fruto en un presente nostálgico, cuando no hay un recuerdo certero?

Fuensanta Morales, la protagonista principal de esta pieza de teatro danza, busca un recuerdo perdido en el amor que ella tiene por la danza. Busca un movimiento olvidado, un vestido que tal vez no existió, un tiempo en que ella… Pero en el recorrido por esa búsqueda, se encontrará con menciones que la confunden en momentos por no asimilarlos como se evocaban en su mente, y es que los recuerdos, como nos pasa a todos, se disfrazan, se cubren de maquillajes caprichosos para hacernos ver lo que quisimos vivir, ser, sentir y…

Fuensanta se presenta en un escenario donde los elementos que la acompañan, la harán viajar por ese pasado incierto, arropada por la presencia de una gran pantalla donde aparecerán instantes que precisa atrapar, recuperar, entender… Apoyándose por la música original (Óscar Botello), para asimilar las respuestas a las preguntas que se hace y de esta manera, sumergirnos en una obra entre el drama y la pasión. Entre la ternura y el desconcierto. Entre lo real y lo ficticio.

El consciente y el subconsciente. Lo objetivo y lo inexistente se materializarán como cómplices, en  Juan Pedro Schwartz y Candela Katzy Morales. Personajes que la harán viajar, vivir, recordar, confundirse, entregarse, desesperarse, apasionarse, frustrarse, ilusionarse, soñar… Anhelar

Una obra donde intenta tejer sus recuerdos para no volverlos a perder, sin valorar su veracidad. Donde busca remendar agujeros que con el tiempo han aparecido, sin percatarse de ello. Donde el puzle está incompleto porque tal vez las piezas que faltan y busca, no forman parte de él.

Desde el primer instante en que Fuensanta pisa el escenario y se sitúa de espaldas al espectador y de frente a la gran pantalla, con tan solo su voz, sin música y recreando un primer ensayo de baile, nos atrapa. Nos atrapa hasta en los momentos en que sus movimientos son torpes porque ha “olvidado”, porque no “recuerda”. Pero en su profesionalidad como artista, hasta sus “fallos” programados, se convierten en perfectos pasos.

La escenografía, el vestuario, la iluminación a cargo de Yeray González (AAPEE) y Elisa Cano Rodríguez engalanan la magnífica coreografía de la propia Fuensanta, bajo la impecable dirección de Cynthia Miranda.

No puedo olvidarme, pues cada detalle a mi juicio merecen bravos y aplausos, a la asistente de Coreografía: Carmen Angulo, la magnífica realización de vídeos de Daniel García Rodríguez, la maravillosa marioneta bailarina de Elisa Cano Rodríguez y  la dramaturgia de Paz Palau.

Juan Pedro Schwartz y Candela Katzy Morales, perfecto acompañantes de una Fuensanta Morales, que nos deja sin aliento.

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