CAPÍTULO V
Como os decía ayer, comenzaron nuevas pruebas y a la que más temía
era a esta en concreto, pero resultó que no fue para tanto, al menos para mí y
el motivo os lo relato a continuación.
Ese día tocó madrugar y encima hice madrugar a un buen amigo, pues
tenía que ir acompañado, así que el bueno de Carlos Corbacho tuvo que
levantarse antes de tiempo y cambiar el horario en su trabajo. Allá nos fuimos
los dos, a la FJD que ya empieza a ser como mi segunda casa, y sobre las ocho
de la mañana, comenzaron por cogerme una vía en la mano y para adentro. Del
sillón subí a la camilla y tras ponerme las ventosas adhesivas para el electrocardiograma, tranquilidad. Me
entretuve mirando de un lado a otro, todo lo que había y quienes estaban. De pronto
una chica anestesista se acerca, inyecta algo junto al suero, que tenía ya en
vena, y me dice: “Pesas unos 70 kg, ¿Verdad?” Y yo con cara de asombro le contesto: “Pues
no, peso unos 53 o 55 como mucho” Sonríe y me dice, “bueno, pues te quedarás más
relajado”
Inciso, para quienes no lo saben, cuando se practica una
broncoscopia y biopsia, al paciente se le seda, no se le duerme. Por lo tanto
es consciente de todo, pero no le duele.
Continuamos. Otra enfermera se acerca con una gran mesa sobre la que
hay un montón de utensilios y yo todo curioso miro para ver que son todos esos
cacharros que está manejando, la chica se da cuenta y me dice: “Mejor será que
no mires” Y yo la contesto en plan valiente. “Ya me han hecho en dos ocasiones
endoscopias y más o menos…” Sin dejarme terminar me sonríe y continúa. “Ya,
pero esto no es como una endoscopia. Mejor que mires para el otro lado” Yo muy
obediente lo hago y me encuentro con el Monitor cardiaco y me fijo como se está
moviendo todo y entonces pienso: ¿Cuál será el que mide mi respiración, si está
agitada o lenta? Y la respuesta fue hacer la prueba. Empecé a respirar como si
estuviera corriendo y uno de aquellos medidores empezó a acelerarse, luego
respiré muy lentamente, incluso conteniendo la respiración, y aquel medidor bajó
su intensidad. Dicen que la curiosidad mata al gato, compruebo que en ese
momento todos están a sus cosas y yo sigo practicando con el monitor y… Lo siguiente
que recuerdo es que me levantaba del sillón y le decía a mi amigo Carlos, ¿nos
vamos? Sí, había pasado todo, unos 45 minutos. Me había quedado dormido durante toda la prueba,
posiblemente por la dosis que me suministraron y por hiperventilarme a mí mismo.
Llegué a casa, me metí en la cama tras desnudarme porque me
encontraba agotado y me dolía la garganta (dolor provocado, posiblemente por el
tubo al entrar por la garganta) y decidí dormir un rato. Al despertar sólo me
acordaba de que había dicho a mi amigo que si nos íbamos y que me apoyé a su
hombro porque me mareaba. Le tuve que llamar para que me contara todo y riéndose
me relató que parecía un borracho, que no se me entendía nada de lo que hablaba
y que me repetía como un loro, incluso que una señora que estaba esperando allí
me preguntó algo y yo le conté una batalla que nada tenía que ver con lo
preguntado.
En fin, una prueba que aun sabiendo que es muy dura, a mí, por lo
menos me resultó muy llevadera. Por eso mi consejo de hoy, es que no os fiéis
de lo que os diga nadie, sobre sus experiencias en una u otra prueba. Cada uno somos un mundo, pero tenemos la mala costumbre de
preguntar a amigos, familiares, etc, lo que sintieron cuando les hicieron tal o
cual prueba. Reconozco que yo soy de esos que pregunta siempre, y cada vez me doy cuenta que no debo de hacerlo. Lo repito, lo mejor es ir tranquilo y
dejarse en manos de los profesionales. Eso sí, si es por sedación, antes de que
vayan a intervenir, si queréis quedaros dormidos, intentar hiperventilaros,
igual, como me sucedió a mí, entras en un profundo y agradable sueño y no te enteras de nada. J
Hasta mañana, feliz día.