CAPITULO XI
Sí, se terminaron los capítulos que tenía programados y en el deseo
que cuando llegara el momento, estuviera en disposición de continuar con la
historia, pero no ha sido así. La operación ha resultado ser más dura de lo que
yo pensé y sobre todo los dolores… Pero vayamos por partes. Nos habíamos
quedado en el día 24, la víspera de ingreso para la operación.
El día 25 se despertó fresquito pero muy luminoso y allá me
encaminé, a la Fundación Jiménez Díaz, muy pronto, pues debía estar sobre las 8
de la mañana en admisión. Emprendí la aventura con una pequeña maleta que
contenía ropa interior, una bata, unas zapatillas y un neceser. Sí, me fui sólo, no desee molestar a nadie.
¿Para qué? En aquella primera mañana simplemente acudiría a admisión, me
acompañarían a la habitación y luego la espera hasta ser intervino. No tenía
razón de ser que nadie perdiese el tiempo en algo que no era necesario.
La espera fue lo peor. Me habían informado que me relajara y que
sobre las 12 del medio día me bajarían a quirófano, luego sobre las 9:30 de la
mañana un nuevo comunicado me alentaba a que sería sobre las 11 de la mañana la
intervención. Pues no, ni a las 11, ni a las 12 y es que ese día debían de
tener mucho trabajo, sería aproximadamente a las 16:30 cuando me trasladan a la
zona de preparación a la operación y tras los preparativos (Poner vías, sueros,
otros productos desconocidos para mí. Coger la arteria para el proceso de la
intervención (control respiratorio y cardiaco). Ponerme una epidural para que
tras la operación, pudieran administrarme determinado calmante, tomarme la
tensión…) me quedé allí hasta que, creo que serían las 17:30 horas, me
introdujeron en quirófano y… De esa aventura nada puedo contar, pues al poco de
que mi cuerpo tocara la mesa de operaciones, me saludaran los dos cirujanos y
el personal, y tras decirme el
anestesista: “Piensa en algo alegre” me quedé completamente dormido. La visión que más recuerdo de aquellos
instantes, es la de los gorros de la mayoría de quienes estarían en aquella
sala durante la intervención: Eran de colores, de rayas, de topos. Sinceramente
alegraban la vista, en un lugar tan frio como es un quirófano.
Como ya os había comentado, la operación tuvo una duración de unas
cuatro horas y en ese tiempo los cirujanos no tuvieron ninguna duda: Existía un
enfisema y un nódulo, el cual no había podido ser analizado previamente, por la
zona en que se encontraba; así que determinaron por eliminar la parte superior
del pulmón. Una tercera parte del total, y de esa forma dejar completamente
limpia toda la zona y el pulmón en cuestión. El único “temor” que les quedaba,
era si al realizar tal intervención y siendo la parte superior del pulmón,
pudiera tener alguna “fuga aérea”, algo muy habitual, por lo que mis tubos de
drenaje estaban deparados dos maletas, una para cada tubo y uno de ellos
midiendo la posible fuga o no del pulmón intervenido.
Mañana os contaré los momentos vividos en la UCI, pero ya desde aquí,
y aunque mañana me repita, no me cansaré de felicitar a todo el equipo de la
Unidad de Cuidados Intensivos. Personal, no, no quiero llamarles personal, sino
personas encantadoras y trabajadoras infatigables. Mil gracias a todo ese
maravilloso equipo, al igual que al que participó en quirófano.