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miércoles, 9 de abril de 2014

UN TIEMPO PARA MEDITAR, SUFRIR Y LUCHAR (CAPÍTULO XI)


                     CAPITULO XI

  LA OPERACIÓN

          Sí, se terminaron los capítulos que tenía programados y en el deseo que cuando llegara el momento, estuviera en disposición de continuar con la historia, pero no ha sido así. La operación ha resultado ser más dura de lo que yo pensé y sobre todo los dolores… Pero vayamos por partes. Nos habíamos quedado en el día 24, la víspera de ingreso para la operación.

El día 25 se despertó fresquito pero muy luminoso y allá me encaminé, a la Fundación Jiménez Díaz, muy pronto, pues debía estar sobre las 8 de la mañana en admisión. Emprendí la aventura con una pequeña maleta que contenía ropa interior, una bata, unas zapatillas y un neceser.  Sí, me fui sólo, no desee molestar a nadie. ¿Para qué? En aquella primera mañana simplemente acudiría a admisión, me acompañarían a la habitación y luego la espera hasta ser intervino. No tenía razón de ser que nadie perdiese el tiempo en algo que no era necesario.

La espera fue lo peor. Me habían informado que me relajara y que sobre las 12 del medio día me bajarían a quirófano, luego sobre las 9:30 de la mañana un nuevo comunicado me alentaba a que sería sobre las 11 de la mañana la intervención. Pues no, ni a las 11, ni a las 12 y es que ese día debían de tener mucho trabajo, sería aproximadamente a las 16:30 cuando me trasladan a la zona de preparación a la operación y tras los preparativos (Poner vías, sueros, otros productos desconocidos para mí. Coger la arteria para el proceso de la intervención (control respiratorio y cardiaco). Ponerme una epidural para que tras la operación, pudieran administrarme determinado calmante, tomarme la tensión…) me quedé allí hasta que, creo que serían las 17:30 horas, me introdujeron en quirófano y… De esa aventura nada puedo contar, pues al poco de que mi cuerpo tocara la mesa de operaciones, me saludaran los dos cirujanos y el personal,  y tras decirme el anestesista: “Piensa en algo alegre” me quedé completamente dormido. La  visión que más recuerdo de aquellos instantes, es la de los gorros de la mayoría de quienes estarían en aquella sala durante la intervención: Eran de colores, de rayas, de topos. Sinceramente alegraban la vista, en un lugar tan frio como es un quirófano.

Como ya os había comentado, la operación tuvo una duración de unas cuatro horas y en ese tiempo los cirujanos no tuvieron ninguna duda: Existía un enfisema y un nódulo, el cual no había podido ser analizado previamente, por la zona en que se encontraba; así que determinaron por eliminar la parte superior del pulmón. Una tercera parte del total, y de esa forma dejar completamente limpia toda la zona y el pulmón en cuestión. El único “temor” que les quedaba, era si al realizar tal intervención y siendo la parte superior del pulmón, pudiera tener alguna “fuga aérea”, algo muy habitual, por lo que mis tubos de drenaje estaban deparados dos maletas, una para cada tubo y uno de ellos midiendo la posible fuga o no del pulmón intervenido.

Mañana os contaré los momentos vividos en la UCI, pero ya desde aquí, y aunque mañana me repita, no me cansaré de felicitar a todo el equipo de la Unidad de Cuidados Intensivos. Personal, no, no quiero llamarles personal, sino personas encantadoras y trabajadoras infatigables. Mil gracias a todo ese maravilloso equipo, al igual que al que participó en quirófano.