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lunes, 14 de abril de 2014

UN TIEMPO PARA MEDITAR, SUFRIR Y LUCHAR CAPÍTULO XVI


                   CAPÍTULO XVI

         Y MI ESTÓMAGO DIJO: NO

Sí, mi estómago se reveló, posiblemente ante tanta medicación distribuida por vena, como en pastillas. Y es que para mantener a una persona sin dolores, con una operación como la mía, hace falta de muchos calmantes, sobre todo, a mi juicio, para paliar el dolor de los tubos que van introducidos entre las costillas y que sirven de drenaje. Son una verdadera tortura, que no deseo a nadie. Además también hay que pensar en los antibióticos. En fin, que mi estómago, que es un poco delicado, dijo un día NO.

Ya os he comentado que una noche, tras haber pasado un día muy malo, lancé todo lo que había digerido por la boca; pues bien, al día siguiente, cuando intenté meter algo en el estómago, resultó como una bomba de relojería. No era una molestia, no. Ardía literalmente, os lo aseguro. Era como si se encendiera dentro de mí una estufa de leña.

Yo que soy de buen comer y aquellos días atrás lo había demostrado no dejando nada en la bandeja, ahora pasaba ante mí la comida y sin poder catarla, tan sólo un yogur y un caldo. Y este acontecimiento, no esperado, sí que me desesperó. Podía soportar los dolores, podía aguantar los mareos, el caminar con dificultad, el agotarme más de lo esperado… Pero no poder comer, aquello significaba debilidad y cuando uno está enfermo, precisa de todas sus fuerzas. Me dijeron que si pasaba unos días así, me realizarían algunas pruebas, y entonces me dije a mí mismo, no, esa prueba no la quiero pasar precisamente ahora: La endoscopia. Y puede parecer ridículo que me negara y cerrara mentalmente a tal prueba, pero os aseguro, que tras todo lo pasado los meses anteriores y durante el proceso de después de la operación, no me quedaban ganas, fuerzas, ni motivación para subirme a una camilla y dejarme introducir otro tubo por la boca con todo lo que aquello suponía. Soy muy buen enfermo, siempre me lo han dicho, pero amigos, hasta los buenos enfermos nos podemos volver por unos instantes rebeldes cuando creemos estar bajo mínimos. Claro está, que luego, cuando llega el momento, de una forma sorprendente, nuestra mente se pone firme y nos demuestra que podemos un poco más.

Hace dos días he conseguido volver a comer, de momento poco a poco. He sido paciente, y con mis yogures, los magníficos caldos y comidas especiales que me han ofrecido: Rosa, Sofía y Andrés. Los productos nutritivos que me trajo Raúl, y el deseo siempre de mejorar, de recuperarme, de volver a estar bien.

Y es que siempre lo he dicho, cualquier tipo de enfermedad nos hace caer, pues pocas veces o ninguna estamos preparados para ello; pero somos nosotros, con nuestra entereza y fortaleza, aunque en esos momentos no las sintamos, quienes podemos crear en nuestro interior el mayor fármaco para curarnos: El optimismo, la paciencia, las ganas de luchar, el deseo de dejar atrás todo lo que nos está pasando. Los antibióticos, calmantes, etc, son nuestros aliados. Los médicos nuestros consejeros, pero nosotros, nosotros amigos, somos los guerreros que debemos luchar para que nuestro cuerpo siempre esté sano, o ayudarlo a sanar, cuando no lo está.

Así que si alguien lee este texto, está pensando que no, que él no tiene fuerzas, o ya ha perdido las esperanzas, que interiorice en él y verá que siempre está esa luz, esa chispa de energía que le espera para sacar fuerzas y seguir adelante. Yo lo he vivido, yo lo he sentido, yo lo he experimentado, por tanto tú, también puedes.